Por una Malasaña libre de coches
Hubo un tiempo en el que los peatones vieron cómo las aceras de sus calles se reducían, un tiempo en el que los coches ganaban cada vez más carriles para circular, lo que necesariamente llevaba a la aparición de más turismos que llenaban esos nuevos carriles. Hubo un tiempo en el todos los ciudadanos -peatones y conductores- perdieron el espacio público en beneficio de las máquinas.
El paso del tiempo ha demostrado que ese modelo no funciona. Coger el coche para todo no nos ha convertido en mejores ciudadanos. Hemos perdido la relación con las personas y la palabra, mientras hablamos con el idioma del claxon y nos enfadamos soltando improperios que nadie escucha dentro de nuestro vehículo. Fuera, mientras, el asfalto tomaba las calles y el humo de los tubos de escape volvía el cielo y nuestros pulmones más negros.
Pero ahora es el tiempo de cambiar. Es momento de salir de los coches y volver a saludar a las personas con las que nos cruzamos caminando, cogiendo el bus, entrando al metro o parados en bici con el semáforo en rojo. Y debemos empezar a hacerlo en el barrio donde vivimos, por donde salimos, un barrio cuyas estrechas calles solo admiten un número limitadísimo de coches cada día.
No queremos más atascos interminables en la calle Pez. Tampoco coches acelerando mientras bajan la Corredera de San Pablo. Soñamos con vecinos caminando por los adoquines sin tenerse que preocupar por los vehículos que pasan ni por los pitidos de conductores que ignoran que en los cruces del barrio es el peatón el que tiene la preferencia.
Por ello, cuando comienza la Semana de la Movilidad 2015, pedimos ya el establecimiento del Área de Prioridad Residencial para Malasaña. Una zona que limite a los conductores vecinos el uso de sus calles y restrinja los horarios de carga y descarga. Los no residentes, que siguen siendo bienvenidos, pueden acudir en cualquiera de las cinco líneas de Metro que pasan por el subsuelo, o en las decenas de líneas de autobús que llegan hasta Gran Vía o la glorieta de Bilbao. Opciones hay de sobra.
La medida, que ya prometió el antiguo Ayuntamiento y que el actual equipo de Gobierno se ha comprometido a estudiar, se podría implantar ya en pruebas, como ha sucedido en Ópera, dado el alto nivel de consenso existente entre comerciantes, vecinos y fuerzas vivas del barrio. Mientras, una mesa en la que todos los actores estuvieran presentes negociaría los detalles horarios y excepciones a la norma. Pero implantando ya la APR el mayor problema, el del tráfico, quedaría aparcado.
Es la hora de recuperar la calle para las personas.
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