Vecinas de bronce
Más que ningún otro habitante o visitante de Malasaña, ellas están siempre en la calle y, más que cualquiera de nosotros, aguantan estoicas cuantas bromas se les quieran hacer. Al dos por tres se las pinta, disfraza, manosea, fotografía, saluda.
El barrio interactúa con cuatro figuras femeninas de bronce que, aunque parece que llevan con nosotros toda la vida, son, como aquel que dice, unas recién llegadas con un origen común.
¿Qué sabemos de ellas, de dónde surgieron, quiénes fueron sus padres? Monumenta Madrid, la página web que el Ayuntamiento ha puesto recientemente en marcha, y que cataloga los monumentos conmemorativos y el patrimonio histórico edificado, nos habla de ellas.
Joven caminando
En la plaza de San Ildefonso, desde 1996, podemos ver a una estudiante caminar, con una mochila a la espalda y una carpeta bajo el brazo.
Obra de Rafael González, es de bronce y de tamaño natural
Lectora empedernida
En la plaza del Dos de Mayo, desde 1999, hay una mujer sentada leyendo un libro sobre una bancada de granito.
“La obra presenta elementos figurativos y abstractos, pero siempre dentro de un expresionismo marcado por el carácter abocetado y sinóptico”, se nos dice desde la web municipal.
La obra tiene por título “Lecturas del Dos de Mayo”, es de bronce y Emilio Velilla es su autor.
Paseante
Posiblemente, Roberto Manzano se inspirara en una alumna del Centro de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de la calle de la Palma para crear esta bella obra, colocada delante del citado centro en 1999.
Si existió o no musa alguna no está comprobado. Lo que sí es cierto es que la estatua se ha convertido hoy en una estudiante más.
Al igual que las oras, es de bronce y de tamaño natural.
Julia
La última de estas mujeres metálicas en llegar al barrio tiene nombre e historia. “Representa a una joven llamada Julia que en el siglo XIX asistió a la primitiva Universidad Central de la calle San Bernardo disfrazada de chico”. Por aquel entonces sólo los hombres podían estudiar en el centro universitario.
Obra del joven escultor madrileño Antonio Santín Benito, la estatua es de bronce y fue instalada el 12 de abril de 2003 en el Palacio Bauer, hoy Escuela Superior de Canto, en el número 44 de San Bernardo, 42 de la calle Pez. Fue financiada por la Empresa Municipal de la Vivienda y la Fundación Universidad Complutense, que aportaron 21.035€
Origen
Dentro de la rehabilitación del barrio, la Empresa Municipal de la Vivienda y Suelo, proyectó también la renovación del paisaje urbano instalando esculturas de artistas noveles. Para ello firmó un convenio con la Escuela de Artes Aplicadas. Un concurso de ideas, en el que participaron alumnos, antiguos alumnos y profesores del citado centro, dio con los proyectos ganadores, las estatuas que hoy vemos al pasear, nuestras vecinas de bronce.
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