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Un espacio en el que está implicada toda la redacción de eldiario.es para rastrear y denunciar los machismos cotidianos y tantas veces normalizados, coordinado por Ana Requena. Puedes escribirnos a micromachismos@eldiario.es para contarnos tus experiencias de machismo cotidiano.

'Viciosa' o '¿hacemos un trío?': los comentarios que aguantan las mujeres bisexuales

Manifestación LGTB. EFE/Miguel Lemus/Archivo

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Este jueves es el Día Internacional de la Bisexualidad y varios colectivos han convocado concentraciones para reivindicarse y visibilizarse. Una será en la plaza de Callao de Madrid a las siete de la tarde. Aprovechamos la efeméride para que dos mujeres bisexuales nos cuenten los comentarios y actitudes machistas que han tenido que aguantar por su orientación afectivo sexual.

Muchas veces los hombres cis, al conocer que soy bisexual, me han sugerido hacer un trío con otra chica, han dado por hecho que querré hacerlo o me han invitado a acompañarles a una sala de intercambio de parejas, sin saber si era de mi gusto o no. Concretamente, un compañero afectivo sexual de hace años me contactó hace unos meses para comentarme que acababa de aceptar su bisexualidad y se reconocía como tal. Aprovechando la conversación me dijo que cuando volviese por su ciudad le acompañase a un local de intercambio de parejas porque a su novia “no le van estas cosas”, dando por hecho que yo aceptaría de buen grado y sin tener en cuenta que estoy inmersa en una relación monógama.  

También en la pareja es complicado. Mi pareja actual, un hombre, me ha pedido que no hablase delante de él de mis gustos afectivo-sexuales hacia las mujeres u otras expresiones de género, porque le cuesta hacerse a la idea y se le “olvida” que soy bisexual. Generalmente se refiere al terreno sexual... Vaya, que le cuesta pensar que me guste y disfrute comiendo coños y su solución es que yo no se lo recuerde, sin embargo, le puedo mencionar mis gustos por los penes sin ningún problema.

Un día estando en un bar tomando unas cervezas empezamos a hablar sobre el sexo oral y le comenté que me encantaba el sexo oral con coños. Me miró con los ojos muy abiertos que se tornaron en cara de preocupación y me dijo que no era capaz de acostumbrarse a ese tipo de comentarios, llegando después una batería de preguntas sobre si en algún momento echaré tanto de menos el sexo oral con coños que querré dejarle, llegando finalmente a tener que convencerle de que le quiero y que una relación va más allá del sexo oral. 

En otras ocasiones, tanto él como hombres con los que me he relacionado han sugerido que no tienen claro quiénes son sus contrincantes o a quién tienen que tener en su punto de mira para detectar infidelidades ya que mi identidad afectivo sexual abarca muchísimas posibilidades.

Hace unos años estaba teniendo encuentros esporádicos con un chico. Una noche después de salir de fiesta acordamos vernos en Sol a las 6, cuando abriese el metro, para ir juntos a mi casa a rematar la noche. Llegamos pronto y tuvimos que esperar, y hablando sobre sexualidad, al recordarle que era bisexual, empezó a gritarme que eso era un asco preguntándome si había tenido encuentros con alguna chica mientras había estado teniendo encuentros con él, con cara de asco. Le dejé allí escupiendo pestes y me fui felizmente a casa.

Ana

Cuando viví fuera de España con mi mejor amiga, las dos recién salidas del armario como bis, conocí a un chico español y a mí empezó a gustarme. Un día de fiesta vino una chica nueva que bailaba increíble y empezó a atraerme mucho. Delante de él y de mi amiga empecé a abanicarme con la mano como sinónimo de lo mucho que me ponía y a hacer un poco la broma de que me daban calores solo con verla.

Me fui al baño y al volver el chico me evitaba, estaba raro y yo no entendía por qué. Cuando nos íbamos a casa mi amiga me contó que cuando fui al baño él dijo que no sabía que yo “era lesbiana” . Mi amiga, enfadada, le dijo que lo que yo era es bisexual. “Ah, o sea una viciosa de toda la vida”, respondió. Mi amiga también estaba disgustada porque ante ese comentario no fue capaz de reaccionar y decirle que ella también lo era.

Cada vez que volvíamos a quedar me contestaba frío, distante y cambió totalmente su relación hacia mí pero no hacia las demás. Esta fue la primera experiencia bifóbica que sufrí estando fuera del armario, fue dura porque el chico ni siquiera me gustaba tanto, pero que alguien literalmente dejase de acercarse a mí por mi orientación sexo afectiva fue algo que me afectó muchísimo durante cierto tiempo hasta que por fin encontré a más personas bisexuales con las que hablar.

E.

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