Carlos Elordi es periodista. Trabajó en los semanarios Triunfo, La Calle y fue director del mensual Mayo. Fue corresponsal en España de La Repubblica, colaborador de El País y de la Cadena SER. Actualmente escribe en El Periódico de Catalunya.
La prensa extranjera no ve razón alguna para el optimismo de Rajoy y De Guindos
Los medios internacionales más influyentes tienen una percepción de la situación económica española muy distinta de la de nuestro Gobierno. Es decir, la ven mucho peor. Mientras ayer mismo el ministro Luis de Guindos aseguraba que “hemos tocado fondo”, o sea, que, a partir de ahora, las cosas deberían empezar a mejorar, éstos son los titulares sobre nuestro país que aparecen hoy en el Financial Times y el Wall Street Journal: “Los problemas de España se agravan”, dice el primero. “La recesión española se ahonda”, titula el segundo. Y encima el FMI acaba de pronosticar que en 2013 de recuperación nada, sino que nuestro PIB caerá un 1,5%.
Otro dato de las últimas horas confirma que nuestro Gobierno no se entera o, sencillamente, miente a sabiendas: ayer se supo que las estadísticas oficiales han concluido, provisionalmente, que nuestra economía cayó un 1,3% en 2012 y que casi la mitad de ese descenso se produjo en el cuarto trimestre del año, lo cual viene a decir que en estos momentos, la cosa está peor que nunca, tal y como los 5.965.400 parados de la EPA acaban de confirmar. Pues bien, hace solo dos meses, y en contra de lo que decían todos los servicios de estudios españoles, las previsiones contenidas en el presupuesto elaborado por el ministro Montoro, y que es la base de todos sus cálculos de ingresos, decían que la caída iba a ser de sólo un 0,5 %. Por cierto que ayer RTVE, para hundir más su credibilidad, si es que eso es posible, decía que la caída que se había producido era un 0,1% menor de la que había previsto el Gobierno, cuando en realidad es casi el triple.
Lo único que ha cambiado en relación con los momentos dramáticos que se vivieron hace poco, cuando parecía que España estaba a punto de suspender pagos, de quebrar a menos que nos concedieran un rescate, es que el interés al que se pagan las colocaciones de deuda pública ha bajado, y que la prima de riesgo no está en tasas tan dramáticas como entonces. Toda la campaña de optimismo lanzada por el Gobierno y sus corifeos se basa exclusivamente en ese dato. Que es necesariamente circunstancial, es decir, que puede variar radicalmente de signo de un día para otro, a diferencia de lo que ocurre con el paro, la falta de inversiones o de crédito, que esos datos no hay movimiento especulativo que los mueva.
La prensa extranjera de referencia tiene muy en cuenta esa mejora en los costes de financiación exterior –que, por cierto, siguen siendo muy altos– pero no lanza las campanas al vuelo. “España se siente cómoda y no parece que por ahora vaya a pedir el rescate”, dice en otro artículo el Financial Times. “Sin embargo, algunos directivos de fondos de inversión y algunos estrategas opinan que los problemas siguen ahí y que pueden propiciar un rescate europeo. Algunos escépticos también dudan de que el sistema financiero español haya sido efectivamente saneado. Aunque los bancos más fuertes vuelven a tener acceso a los mercados, el conjunto del sector necesita más cirugía antes de que pueda contribuir a la recuperación de la economía real”.
Y éstas son algunas de las opiniones que hace unos días recogía el New York Times: “El optimismo es flor de un día y creo que hay gente que está siendo demasiado optimista. Faltan muchas reformas para que se vuelva al crecimiento y a la creación de empleo. Por lo cual lo lógico es que cualquier empresa extranjera que tenga la oportunidad de vender sus bonos españoles lo haga ya”, decía Birgitte Olsen, la presidenta de un fondo de inversión suizo. “Los resultados de algunas de las recientes ventas de títulos españoles habrían sido imposibles hace tres meses, pero no está claro que eso haya iniciado un proceso que vaya a durar mucho”, opinaba un ejecutivo financiero alemán.
Esas impresiones se expresaban antes de que se supieran los datos de la EPA, las previsiones del FMI o de que el Gobierno tuviera que reconocer, como acaba de hacer casi de tapadillo en Bruselas, que el Estado español superará, ya veremos en cuánto, el 6,3% de déficit público, que era el límite impuesto por Bruselas. Es difícil saber cómo influirá adicionalmente el escándalo Bárcenas “que ha tenido su eco, aunque sin mayores comentarios, en el Financial Times y en el Wall Street Journal, que son los diarios que leen los inversores internacionales– o los sondeos que concluyen que la credibilidad de los políticos españoles está por los suelos entre sus conciudadanos, que también se han publicado en esas páginas.
En definitiva, que si la cosa se tuerce aún más, no será un sorpresa. Y dos cosas más: una, que el mejor ambiente que se respira en los ambientes financieros europeos respecto hace unos meses, que es lo que explica que la prima de riesgo española haya bajado, puede ser un arma de dos filos. Lo dice el Wall Street Journal: “Cuanto más éxito tengan los políticos europeos en convencer a los inversores de que lo peor de la crisis de la eurozona ha pasado y de que los países del sur están reduciendo sus costes, más se va a reforzar el euro y más problemas tendrán los exportadores para vender sus productos”.
Y otra, de la que tampoco se habla mucho por nuestros pagos, es que el endeudamiento de nuestras empresas sigue siendo altísimo a pesar de los recortes sin cuento que vienen haciendo. Según los especialistas, es 17 veces mayor que el conjunto de los beneficios que las empresas obtienen en un año. Lo cual quiere decir que necesitarían 17 años para anular esas deudas, siempre que destinaran a ellas todos sus beneficios. Y para dar una medida del negro panorama que eso representa, se recuerda que en Japón en los años noventa, que es cuando empezó su estancamiento económico que ha durado década y media, las deudas de las empresas eran 10 veces mayores que sus beneficios.
Sobre este blog
Carlos Elordi es periodista. Trabajó en los semanarios Triunfo, La Calle y fue director del mensual Mayo. Fue corresponsal en España de La Repubblica, colaborador de El País y de la Cadena SER. Actualmente escribe en El Periódico de Catalunya.