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Los grandes consorcios europeos ponen en marcha su propia red de supercargadores para competir con Tesla

Supercargadores Tesla.

Pedro Umbert

Los principales consorcios europeos del automóvil acaban de suscribir una alianza que, por el solo hecho del acuerdo, ya sería una noticia notable. Llevamos décadas asistiendo a la incapacidad o falta de voluntad de los fabricantes de diversos sectores para determinar un formato común de vídeo o de cargador para teléfonos móviles, de manera que ver cómo Daimler, BMW, Ford y el Grupo Volkswagen trabajan en una dirección común es para estar de enhorabuena.

Su joint venture, denominada Ionity, reviste, sin embargo, una importancia aún mayor porque prevé construir 400 estaciones de recarga rápida de coches eléctricos para el año 2020. De ellas, 50 estarán en España, y las primeras 20 se hallarán en servicio (en Alemania, Austria y Noruega) antes de que termine el presente 2017.

Las nuevas electrolineras contarán con una capacidad de carga de 350 kilovatios, lo que permitirá reducir de manera significativa el tiempo necesario para llenar las baterías de cualquier vehículo eléctrico. Además, utilizarán el estándar europeo CCS (Sistema de Carga Combinada) con el fin de que sea compatible con generaciones anteriores y futuras de coches de propulsión eléctrica.

El objeto primordial de Ionity es facilitar la movilidad de largo recorrido para vehículos que hasta ahora tienen en la escasa autonomía su mayor obstáculo para despegar en ventas. De ahí que los futuros supercargadores, que serán 100 a lo largo del año próximo, vayan a instalarse a intervalos de 120 kilómetros y puedan ser usados por modelos de diferentes marcas, tanto las que se firman el acuerdo como aquellas otras a las que aquellas animan a subirse al carro.

Varias razones subyacen a la alianza de los grandes consorcios. Naturalmente, pretende hacer atractivo un tipo de tecnología que, sí o sí, va a marcar el futuro de la industria; atractivo y también útil, es decir, satisfactorio no solo en desplazamientos urbanos limitados, sino también en viajes largos.

En segundo lugar, plantan cara a un outsider, la marca californiana Tesla, que les llevaba la delantera tanto en el rango de autonomía de las baterías de sus coches como en la implantación de cargadores de alta potencia o supercargadores, este último el frente en el que se propone luchar Ionity.

Por último, las marcas europeas están obligadas por ley a electrificar sus gamas de aquí a 2020. De lo contrario, no podrán cumplir la limitación de emisiones de CO2 estipulada para el conjunto de su catálogo de modelos, 95 gramos por kilómetro recorrido, con unas pruebas de homologación como las recientemente aprobadas mucho menos susceptibles de lecturas demasiado favorables a las marcas.

Ionity, con sede en Múnich, tiene como consejero delegado a Michael Hajesch y a Marcus Groll como jefe de operaciones, con un equipo en crecimiento que alcanzará los 50 empleados a principios de 2018. Según Hajesch, “la primera red paneuropea de alta potencia desempeña un papel esencial a la hora de establecer un mercado para vehículos eléctricos. Ionity hará posible nuestro objetivo común de ofrecer a los usuarios un servicio de carga rápida que se pueda pagar de manera digital y facilite los recorridos de larga distancia”.

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