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Del 2 CV al Ami One Concept: la movilidad según Citroën

Citroën Ami One Concept.

Motor

En los años de posguerra en que Pierre-Jules Boulanger se devanaba los sesos con el proyecto de lo que sería el 2 CV, autonomía era la forma de referirse a la libertad de movimientos que ansiaban los franceses sin dejarse en ello una fortuna que no tenían o, usando un término más campanudo, a la independencia para ir donde se les antojara. En nuestros tiempos, hablar de autonomía en el ámbito de los coches remite más bien al alcance, aún no del todo satisfactorio, que ofrecen hoy por hoy las baterías de los vehículos eléctricos.

El stand de Citroën en el Salón del Automóvil de Ginebra, que celebra el centenario de la marca mostrando prototipos de futuro al lado de modelos históricos como ese dos caballos o el Tipo A y el Traction Avant, ha conciliado las dos interpretaciones del mismo concepto apelando a la noción de moda en nuestra época: la movilidad. Si el 2 CV sirvió para proporcionar a nuestros vecinos del norte un instrumento de libertad a precio asequible –como ocurriría en España una década más tarde con el Seat 600–, el concept car Ami One resume cómo ve la marca francesa el modo en que nos desplazaremos en el futuro por el lugar donde vamos a vivir la mayoría de nosotros: las ciudades.

Ambos coches responden a una misma filosofía y solo se diferencian en lo que cambia con el tiempo, la tecnología. Hasta su aspecto chocante y audaz, tan propio de un fabricante dado desde siempre a las siluetas singulares, permite una buena cantidad de paralelismos. Se dice que un periodista estadounidense, al ver por primera vez el 2 CV, preguntó “dónde estaba el abrelatas”. El vehículo desarrollado por Boulanger bajo la dirección de André Lefèbvre y Flaminio Bertoni, responsable del diseño de la carrocería, fue pronto conocido también como “paraguas con cuatro ruedas”.

A lo que se parece el Ami One Concept es seguramente a una cajita de colores. Con sus 2,50 metros de longitud y 1,50 metros exactos de alto y de ancho, sus dos únicas plazas y su estructura completamente simétrica, se apoya en unas puertas de gran tamaño, lisas y de apertura invertida en el lado del conductor para permitirle un acceso más cómodo a bordo. Hasta su configuración descapotable, con la capota en tela gris antracita y apertura manual, recuerda de manera inevitable al característico techo de lona enrollable del 2 CV. En cuanto al interior, sencillo y colorido, se antoja la versión futurista del espartano habitáculo del modelo nacido en 1948.

Hablando de libertad de movimientos, Citroën ha pensado en extenderla a las personas sin permiso de conducir porque el Ami One, concebido como lo que suele denominarse un coche sin carné (como si fuera el coche el que no lo tiene), puede conducirse desde los 16 años. Esta cualidad lo convierte en una alternativa tanto al transporte público como a nuevas soluciones de movilidad individuales del tipo de bicicletas, patinetes y hoverboards.

Hasta aquí las similitudes con su mítico antecesor, porque el Ami One, cuyo nombre encierra quizá un homenaje a otro vehículo emblemático de la marca de los chevrones, el Citroën Ami, luce todos los atributos de la modernidad comenzando por su propulsión 100% eléctrica, como no podía ser de otro modo. Alcanza 45 km/h de velocidad máxima, proporciona 100 kilómetros de autonomía –volvemos a la palabra del principio– y se recarga en dos horas en un wall box o un enchufe de recarga público.

Naturalmente, el concept de Citroën es un vehículo hiperconectado, hasta el punto de que el acceso al interior se realiza vía smartphone, y se adapta a las nuevas modalidades de consumo, de manera que el usuario puede escoger entre utilizarlo para un trayecto de cinco minutos o cinco horas, quedárselo durante cinco días o cinco meses o alquilarlo por un periodo de cinco años con batería, mantenimiento y aparcamiento incluidos en la factura mensual.

Más detalles que no existían en los tiempos del 2 CV: el Ami One llega acompañado de una nutrida línea de productos lifestyle que incluye desde un cortavientos y un altavoz portátil hasta una miniatura de energía solar en origami que se recarga por el día y puede circular hasta 25 minutos tras una jornada expuesta al sol en la ventana.

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