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Llegan los ‘hidrogenoductos’, la solución para transportar con seguridad hidrógeno verde

Toyota Mirai.

Víctor Celaya

“¿Qué es lo que van a quemar en lugar de carbón?... Agua. El agua descompuesta en sus elementos por la electricidad se empleará algún día como combustible”. Han pasado más de 125 años desde que Julio Verne dejó escrito este vaticinio en su novela La isla misteriosa y todavía el hombre no ha sido capaz de hacerlo realidad de una manera, digamos, viable -al menos desde el punto de vista económico-, aunque en los últimos tiempos los pasos para conseguirlo son cada vez más firmes.

El último avance relativo al empleo del hidrógeno (H2) en automoción u otros usos es el que ha presentado la empresa eléctrica alemana E.ON. En colaboración con el operador de red de distribución de gas Westnetz GmbH, la firma está probando la viabilidad técnica de convertir parte de sus gasoductos en gasoductos capaces de transportar H2, y más concretamente el que se conoce como hidrógeno verde, es decir, producido a partir de energías renovables.

La conversión de la tubería es el principal desafío técnico que presenta esta transformación, pues requiere ajustes en las instalaciones necesarias para garantizar el transporte seguro y eficiente de una sustancia como el hidrógeno que no responde a las mismas exigencias que el gas natural.

Megaproyectos en curso

Este no es el único trabajo en marcha a nivel europeo para desarrollar una tecnología de transporte de hidrógeno verde sobre la base de infraestructuras existentes. Según informaba el portal especializado Recharge, los operadores de gasoductos alemanes presentaron a mediados de 2020 un plan para crear antes de 2030 una red de 1.200 kilómetros para transportar hidrógeno por todo el país, que sería la más grande del mundo planeada hasta la fecha.

La red de 660 millones de euros, denominada H2 Startnetz, conectaría los centros de consumo en los estados de Renania del Norte-Westfalia y Baja Sajonia con 31 de los llamados “proyectos de gas verde para la producción de hidrógeno” en el norte de Alemania, y también tendría enlaces con el sur del país, según la asociación de operadores de red FNB Gas.

“Una red de energía completamente nueva surgiría en Alemania sobre la base de la red de gas existente, lo que brinda a sectores industriales como el acero o los productos químicos la posibilidad de volverse climáticamente neutrales”, afirmaba al respecto Barbara Fischer, directora de política y estrategia de FNB Gas.

Un ejemplo de más envergadura lo encontramos en la cercana Holanda, donde el proyecto HEAVENN [H2 Energy Applications (in) Valley Environments (for) Northern Netherlands] pretende basar en el hidrógeno todo el sistema energético del norte del país. En él participan más de 65 entidades nacionales e internaciones que han invertido más de 1.000 millones de euros.

Hay otros megaproyectos en curso, como el de crear grandes instalaciones fotovoltaicas en el Sáhara destinadas a derivar la electricidad a la producción de hidrógeno para su exportación a Europa.

También el Gobierno español lanzaba en noviembre pasado un plan para impulsar las tecnologías de hidrógeno. El presidente Pedro Sánchez anunciaba que el Estado destinará 1.500 millones de euros de los fondos europeos para impulsar y desarrollar el hidrógeno verde en España hasta el año 2023. 

Lo cierto es que, no obstante todo lo dicho, la utilización de hidrógeno como fuente de energía limpia dista mucho aún de acercarse a lo soñado por Julio Verne, y eso que el proceso de separar oxígeno de hidrógeno es algo que la Humanidad aprendió antes incluso de que novelista francés viniera al mundo. El proceso de electrólisis, que permite descomponer la molécula de agua (H2O) en sus elementos esenciales, fue descubierto, en efecto, por el químico inglés William Nicholson nada menos que en 1800.

Pues bien, a finales de marzo de 2020, solo había 413 hidrogeneras activas en todo el mundo, de las que 111 están en Japón, 81 en Alemania y 70 en Estados Unidos. En España hay tres, pero todas ellas están vinculadas a instalaciones de investigación y/o producción de este elemento químico y por tanto no se hallan abiertas al público. El proyecto HRS Madrid (Hydrogen Refueling Station) contempla la construcción, ya en marcha, de una cuarta hidrogenera para suministro a 700 bares e integrada en una estación de servicio convencional.

Como consecuencia de este desarrollo apenas incipiente de la infraestructura del hidrógeno en nuestro país, los datos de la patronal de fabricantes Anfac muestran cómo, de los 201.612 vehículos de propulsión alternativa vendidos el año pasado en España solo siete fueron de hidrógeno, muy probablemente entregados en su totalidad a las entidades antes mencionadas.

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