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Prueba del Dacia Duster GLP: una cuestión de números

Dacia Duster GLP.

Pedro Urteaga

Hoy por hoy, el Dacia Duster movido por GLP (gas licuado del petróleo) es el tercer modelo más vendido en España entre los que utilizan este combustible -tras otro Dacia, el Sandero, y el Renault Clio-, y con cerca de 1.000 unidades comercializadas en 2020 supone el 13% de las entregas totales del exitoso modelo. Como es fácil de suponer, lidera el segmento de los SUV de su tamaño -segmento C- dotados de esta tecnología.

A nadie se le escapa tampoco que las razones de la gran aceptación de este modelo y de esta versión en concreto son dos: por un lado el precio, que, partiendo de menos de 17.000 euros en el acabado Essential, es el de un SUV del segmento inferior; por otro, el acceso al distintivo ambiental Eco, que permite moverse por el centro de las ciudades sometidas a restricciones de circulación y suele conllevar una rebaja del 50% en el precio de aparcamiento en las zonas de estacionamiento regulado, entre otras ventajas.

Su otro atractivo indiscutible guarda relación con el hecho de que el GLP suele costar poco más de la mitad que el litro de gasolina, por lo que el ahorro que representa la compra de un vehículo como este no se limita al asequible precio de compra, sino que se extiende al coste de utilización.

El Duster GLP está equipado con un motor TCe de tres cilindros con turbo que rinde 100 CV y puede funcionar tanto con gasolina como con gas. Su autonomía se acerca a los 1.200 kilómetros gracias a un doble depósito de carburante, uno con 50 litros de gasolina y otro de GLP con capacidad para 19 kilos/42 litros, 33,6 reales por normativa de llenado hasta un 80% máximo.

El conductor puede escoger usar uno u otro combustible accionando un mando situado en el salpicadero, a la izquierda del volante, pero por defecto el coche inicia la marcha tirando del gas, más barato, y solo cuando se agota pasa a consumir gasolina, de forma automática.

No se aprecia ninguna diferencia en el rendimiento sea cual sea el carburante utilizado por el coche, que con una aceleración de 0 a 100 km/h en 13,8 segundos no es lo que se dice rápido, pero sí lo bastante ágil tanto en el tráfico urbano como en carretera. Alcanza con relativa facilidad la máxima velocidad permitida, a lo que contribuye el adecuado escalonamiento de las cinco velocidades de su transmisión manual.

Según los datos de AOGLP, la Asociación Española de Operadores de Gases Licuados de Petróleo, los coches que recurren a esta tecnología emiten como promedio un 68% menos de dióxidos de nitrógeno (NOx) y un 12% menos de CO2, frente a una versión de gasolina comparable, y generan un ahorro de un 37% en el gasto anual de uso.

Se asegura también que el GLP juega a favor de la vida útil del motor, ya que su combustión limpia permite al aceite conservar sus propiedades por más tiempo y su mayor octanaje hace posible un funcionamiento mecánico más suave, además de reducir de manera perceptible las vibraciones.

Vistos los beneficios económicos y ambientales que teóricamente avalan a esta versión, el Duster reúne como modelo una serie de virtudes intrínsecas que explican también su condición de superventas. Entre ellas es forzoso citar el acertado rediseño realizado en 2018, que le otorgó una silueta más poderosa y atractiva -menos low cost-, su espacioso habitáculo y una capacidad de carga que oscila entre los 445 y los 1.478 litros en función de la posición de los asientos traseros.

Cuando el exterior y el habitáculo no casan

Por el contrario, el interior del Duster destaca a día de hoy como el punto débil de una fórmula que a pesar de todo sigue teniendo mucho éxito. En un mundo en el que todo, industria del automóvil incluida, cambia a velocidad vertiginosa, el paso del tiempo queda demasiado patente en el diseño del salpicadero, por ejemplo, o en la ausencia de equipamientos como el ordenador de viaje, razón por la que no podemos aportar en esta prueba datos sobre el consumo real del vehículo.

En ciclo WLTP, los consumos de esta versión de GLP se mueven entre los 4,1 kilos/100 km “a velocidad alta” y los 5,5 “a velocidad baja”, de acuerdo con los baremos empleados en la homologación, y la cifra en uso combinado se sitúa en 4,7 kilos/100 km. Las emisiones de CO2 son de 128 g/km.

Acostumbrados a los dispositivos cada vez más vistosos de los coches modernos, la pequeña pantalla encastrada del Duster muestra un aspecto envejecido y carece de la resolución que encontramos en la mayoría de los modelos actuales. No cabe duda de que estas carencias se corregirán en breve como ya se ha hecho en la reciente actualización del Sandero, que ya puede lucir una resultona pantalla táctil de 8 pulgadas y colocada en la parte superior del salpicadero, como mandan los cánones de hoy.

La falta de ciertos elementos esenciales se ve compensada en este Duster por la presencia, según versiones, de otras soluciones igualmente útiles, como es el caso de la ayuda al arranque en pendiente, la climatización automática, la tarjeta manos libres para acceder y arrancar el coche, el detector de ángulo muerto o la cámara de visión trasera.

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