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Los 5 secretos de la experiencia Mazda ‘Drive Together’

El Mazda Kai concept adelanta lo que serán sus modelos inminentes.

Jorge Castro

Mazda no es un gigante automovilístico, pero tiene unos firmes pilares fundacionales en los que se apoya toda su gama de modelos. Divertidos, eficientes y emocionales desde diferentes ángulos, los turismos, deportivos y todocaminos comparten señas de identidad que nunca dejan indiferente. Ni al primero que los prueba ni a los que repiten una y otra vez. Estas son las claves de su filosofía:

1. Eficiencia global: SKYACTIV

Ninguna marca se ha preocupado tanto por mejorar lo presente en lugar de embarcarse en modas de dudoso futuro. Por este motivo, no encontrarás mecánicas de tres cilindros ni cilindradas ridículamente pequeñas, sino motores de cuatro cilindros en cilindradas de 1,5, 2 y 2,2 litros. Una configuración de siempre, pero que esconde una elaborada vuelta a los principios funcionales del automóvil, alejada de las modas de ciertas tecnologías. Cada elemento del motor, transmisión, la suspensión y la carrocería, han sido revisados cuidando lo que funciona y mejorando aquello susceptible de modernizarse.

La cilindrada puede ser igual, pero los rozamientos internos se han reducido y en el caso de los futuros SKYACTIV-X, el rendimiento térmico supera el de cualquier otro propulsor comparable, con un motor de combustión interna que combina el carácter de régimen elevado de un motor de gasolina con la eficiencia y la respuesta de un diésel. La transmisión parece ser convencional, a dos o cuatro ruedas, pero en su más reciente evolución es capaz de reducir el par de una rueda en concreto para mejorar la adherencia disponible a la salida de una curva (la exclusiva tecnología G-Vectoring). Sin ser más dura, la suspensión devuelve movimientos más naturales y firmes trabajando sobre el grosor de los casquillos que la unen al chasis. Mientras que la combinación de aceros de alta resistencia justo donde son necesarios, consiguen una carrocería más robusta y silenciosa, recortando el peso final sin recurrir a materiales más caros o complicados de reparar.

2. Un puesto de conducción sin igual: Jinba Ittai

La ergonomía es una disciplina de la ingeniería muy madurada. Las cotas del interior de un automóvil cuidan de que el cuerpo humano caiga dentro del interior de forma correcta. Pero llevarla al extremo en el que un jinete y un caballo se comporten como si fueran una sola unidad por la sola conexión entre los estribos, la silla y las piernas, solo se consigue añadiendo una visión cultural a la mera traslación de los grados de flexión de las extremidades o de la altura a la que se coloca la butaca.

Mazda replica la relación del asiento, los pedales, el volante, la consola y el cambio de una forma obsesiva en busca de la postura más natural y conectada con el control del automóvil y la visión hacia afuera. Como ejemplo, el interior del nuevo CX-5, cuyas butacas delanteras procuran la curvatura más natural de la espalda para que los kilómetros no se hagan pesados, su volante es un poco más grueso para no forzar la mano al sujetarlo, y el pomo del cambio se ha elevado 40 milímetros para que la caída del brazo no obligue a ninguna tensión al echar mano de él. Pequeños cambios que incrementan la concentración en la conducción por el camino contrario al aturdimiento.

3. Diseño KODO - Alma del Movimiento

Más de 350 premios al diseño y a la innovación convierten al trabajo diario de los centros de diseño e investigación de Mazda en algo más que una fábrica de máquinas. Con unas formas inspiradas en piezas esculturales que se tallan y utilizan como modelo para probar reflejos de la luz, tensión de líneas o volúmenes, el diseño global se encuadra bajo el concepto de KODO, que concentra diversas disciplinas más propias de las bellas artes que del diseño industrial. Algo que por otro lado no deje a un lado a los equipos de ingeniería, que en Mazda trabajan pegados a los de diseño. Un matiz clave para conseguir algo que se repite en cada nuevo modelo de la marca: los prototipos y coches de concepto se parecen más que en otras marcas a las versiones de calle. Y parte de un modelado de arcilla conceptual y un trabajo artesanal por maestros llamados Takumis.

4. Takuminuri, artesanía al detalle

La forma en la que la cultura japonesa mantiene viva la artesanía tradicional, al tiempo que la integra en la producción de alta tecnología, es una de las claves que también diferencian a Mazda de la competencia. La pintura Soul Red Crystal es un buen ejemplo de ello. Un tono que, para convertirse en realidad, tomó la inspiración en la reflexión de la luz a través de líquidos con distintas densidades, hasta convertirse en realidad poniendo de acuerdo a fabricantes de pinturas y responsables de líneas de producción. Para conseguir la profundidad que ocultara las sobras y enfatizara las líneas, la técnica dictaba tres gruesas capas de material, imposibles de introducir en la cadena de montaje sin generar un cuello de botella. Pero la incorporación de otro material analizado de forma independiente, las partículas de aluminio alineadas de forma muy concreta, consiguieron reproducir el mismo efecto y conseguir el mejor rojo del mundo, que está disponible para los CX-5 y Mazda MX-5, y que se irá incorporando a lo largo de 2018 al resto de modelos de la gama.

5. El espíritu de Hiroshima: buscar otro camino para hacer las cosas mejor

¿Qué es eso del espíritu de Hiroshima? Ni más ni menos que la consecuencia de haber renacido de las cenizas en el hogar de la marca, a consecuencia de la explosión de la bomba atómica el 6 de agosto de 1945. Un día que marcó a la propia planta de la marca, intacta a las afueras de la ciudad, porque tuvo que convertirse en el principal hospital para más de 200.000 almas. Desde ese momento, Mazda redobló su compromiso con la provincia que la vio nacer como un taller dedicado a la manufactura del corcho, pero que se dedicaba ya a la producción de vehículos industriales de tres ruedas desde los años treinta del siglo pasado. Había que hacer algo distinto, rápido y de calidad. Y en muy poco tiempo, Mazda pasó de fabricar vehículos básicos, a diseñar, producir y comercializar el primer deportivo del mundo con motor rotativo. Una tecnología dada por imposible en Europa que, abordada desde otro punto de vista, ganó Le Mans, estuvo en producción hasta el reciente RX-8 y prepara su regreso en un momento en el que las mecánicas tradicionales están precisamente en proceso de revisión: justo en el punto del espíritu de Hiroshima.

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