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Este fue el artífice del Seat Ibiza, un icono que cumple ahora 40 años

El ingeniero Juan Miguel Antoñanzas, con las maquetas del primer Seat Ibiza.

Pedro Urteaga

El Seat Ibiza, modelo legendario del que se han despachado más de seis millones de unidades en sus 40 años de vida comercial, fue posible gracias a una serie de azares que incluyeron pasajes de película de misterio. Todo el mundo conoce el coche en sí, aunque tal vez no recuerde aquella primera versión de 1984, pero no tanta gente sabe quién fue el principal artífice de que la empresa barcelonesa llegara a poner en el mercado el primer automóvil de gran serie fabricado con ingeniería y diseño españoles, en colaboración -eso sí- con firmas internacionales de primer nivel.

Esa persona fue el ingeniero donostiarra Juan Miguel Antoñanzas Pérez-Egea, fallecido hace menos de un año, que había sido director general de Barreiros y presidente del INI (Instituto Nacional de Industria) antes de hacerse cargo de una Seat que, a la altura de 1977, aún formaba parte del conglomerado estatal. La compañía estaba a la sazón muy venida a menos: disponía de una gran instalación fabril, pero carecía de tecnología propia; su maquinaria se hallaba tan anticuada como los modelos que tenía entonces a la venta, éxitos pasados que cada vez disfrutaban de menor aceptación.

Antoñanzas recordaba ante este periodista: “Seat disponía de unos magníficos cuadros de mando, buenos profesionales pero marcados por el pasado y la edad, así como un excedente de mano de obra producto de una época autárquica donde lo importante era producir ‘todo en casa’ sin atender a los costes o a la calidad”.

Se imponía, en resumen, privatizar la compañía insuflándole nuevo aliento. Como es sabido, Seat producía vehículos bajo licencia Fiat, entre ellos un 127 que se quedaba más obsoleto a cada minuto que pasaba, de modo que el primer ofrecimiento fue para los italianos. Por razones que sería demasiado largo de desgranar aquí, no hubo acuerdo y Fiat se dispuso en 1981 a vender su accionariado en el INI por el precio simbólico de una peseta. Al año siguiente, entabló un litigio (que acabaría perdiendo) contra Seat en el Tribunal Europeo por supuesto plagio del Fiat Ritmo en el Seat Ronda.

Durante un año frenético que quedaría grabado para siempre en su memoria, Antoñanzas negoció con todos los fabricantes mundiales interesados en entrar en el capital de Seat. Decía que “existieron posibilidades reales” con Nissan y Toyota, aunque no fructificaran, e incluso la alianza con Volkswagen que acabaría por imponerse fue difícil de vertebrar.

Comienza la ‘película’

Las conversaciones con Wolfsburg señalan el inicio de la andadura del Ibiza. Como si de agentes secretos se tratara, nuestro hombre y el consejero delegado de Seat, Jaime Pañella, viajaban a Alemania los domingos porque el presidente de VW, Toni Schmücke, les había exigido la máxima discreción.

En estas, Schmücke sufre un infarto grave. Le sustituye el segundo de la compañía, Werner Schmidt, quien -sorprendido con el pie cambiado- pide paciencia a los interlocutores españoles y, como solución de compromiso, les ofrece fabricar el Volkswagen Polo en Barcelona a cambio de que Seat no lance un producto nuevo.

¿Paciencia? Si algo no tenía entonces Seat era tiempo, pues su situación económica tras la salida de Fiat era poco menos que insostenible y el ya mencionado 127 se desangraba en ventas a manos de sus competidores. El audaz Antoñanzas respondió a Schmidt no con un envite, sino con todo un órdago: no solo iban a fabricar un modelo propio -le dijo-, sino que además sería enteramente español y se produciría en tiempo récord y con los recursos industriales disponibles. Para más inri, el coche competiría directamente con el Polo ya que sería de su mismo tamaño y segmento…

Seat recurrió a Porsche para dotar de motor a aquel primer Ibiza, en tanto que Karmann se hizo cargo de la carrocería, el tren de rodaje y la dirección, combo que se completó aprovechando numerosos componentes del Ritmo. Del coche, lanzado en 1984, se alabó la estabilidad y el confort de marcha, propios de modelos más sofisticados (como el propio Ritmo), y si se le ponía algún pero era que pesaba un poco más de la cuenta.

Pecatta minuta, se decía Antoñanzas mientras contemplaba con satisfacción como, en su querida Seat, “donde antes se hablaba y pensaba en italiano comenzaba a vivirse en alemán”. En efecto, la buena acogida crítica del Ibiza, que se demostró por cierto más complementario que rival del Polo, y sus mejores cifras de ventas actuaron como acicate para que Volkswagen confiara en la marca española y se decidiera a hacerse con ella en sucesivas etapas: el 75% en 1986 y el 100% en 1990.

Mientras posaba en su casa madrileña junto a una maqueta a escala 1:6 del Ibiza, el donostiarra recordaba divertido que los expertos en marketing quisieron llamar al coche Brisa, hasta que la semejanza fonética con el modelo Visa de Citroën y con el nombre de la famosa tarjeta de crédito los convencieron de echar mano de los topónimos españoles, a los que Seat se haría luego tan afecta.

Para cuando se consumó la adquisición de Seat, Antoñanzas había puesto rumbo a nuevos desafíos, que le llevarían a empresas prominentes como Uralita, GEC Alsthom o Técnicas Reunidas. Su vinculación con el automóvil se mantuvo a través de la presidencia de Anesdor, del Foro de Automoción del Instituto de Empresa y de Asepa (Asociación Española de Profesionales de Automoción), entre otros cargos y ocupaciones. En 1991 volvió a su Seat para prestar funciones de consejero durante otros 12 años de dedicación a la firma creadora del Ibiza.

Una edición conmemorativa

Seat ha querido conmemorar los 40 años del icónico modelo con una edición especial, la FR Aniversario, que presenta nuevos colores, equipamientos y llantas de aleación, así como detalles únicos de diseño. Como hemos relatado, el vehículo marcó en su momento un punto de inflexión en la compañía y ha vendido nada menos que seis millones de unidades a lo largo de cinco generaciones.

El actual CEO de la marca, Wayne Griffiths, ha señalado al respecto: “Desde su lanzamiento, el Ibiza fue un claro referente en el mercado y, al mismo tiempo, ayudó a Seat a crecer y a convertirse en una compañía global con capacidad para comercializar vehículos en países de todo el mundo. Hoy celebramos el 40 aniversario del coche que conquistó a todas aquellas generaciones que veían en Seat una marca desenfadada y de espíritu joven”.

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