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Arena del Futuro: el sueño de cargar el coche mientras circula

En la Arena del Futuro puede circular cualquier vehículo eléctrico, desde turismos hasta autobuses.

Pedro Urteaga

Para cualquiera que conduzca habitualmente coches eléctricos, la mejor de las noticias consistiría en saber que puede usar su vehículo de manera ilimitada sin preocuparse de encontrar un punto de recarga y sin sentir la conocida ansiedad por la autonomía. Un proyecto en el que se haya involucrado el consorcio Stellantis permite soñar con un futuro en el que ambas cosan sean posibles mediante la tecnología de carga inductiva dinámica.

El invento no difiere demasiado del que ha movido tradicionalmente a los tranvías o, en tiempos más recientes, al sistema de metro ligero, solo que aquí se prescinde de la catenaria y la cosa se parece más a los coches de Scalextric de toda la vida. En el innovador circuito bautizado como Arena del Futuro, situado en Chiari (Italia), un sistema de bobinas bajo el asfalto se encarga de proporcionar la energía suficiente para alimentar la batería de todo tipo de vehículos eléctricos, desde turismos como el Fiat 500e (en las imágenes) hasta autobuses o camiones.

En esta pista no se necesitan cables ni detenerse ante una estación de carga: un simple receptor basta. Naturalmente, tampoco encontramos en ella las ranuras metálicas de los circuitos de slot, sino que las bobinas se han colocado 10 centímetros por debajo del asfalto y solo entran en funcionamiento en presencia de las bobinas de los vehículos que circulan por encima, tres si se trata de un bus y una si hablamos del pequeño Fiat 500.

De momento, es el conductor del vehículo en cuestión quien debe ocuparse visualmente de pasar por la parte útil de la calzada, aunque el día de mañana se pretende contar con dispositivos automáticos de guiado que ahorren ese trabajo.

El proyecto es fruto de la colaboración entre Stellantis y A35 Brebemi, una empresa filial del grupo mexicano Aleatica, varias universidades, centros de investigación y organismos públicos italianos. Por ahora dispone de una longitud de 1.050 metros y ha sido distinguido como uno de los 100 mejores inventos del año 2021 por la revista Time.

Técnicamente, el Electronic Road System (ERS) recurre a la tecnología de transferencia inalámbrica de energía, también conocida por sus siglas en inglés, DWPT. En el caso de la Arena del Futuro, cuenta con una potencia eléctrica de 1 MW. Unas tecnologías semejantes se han probado anteriormente en la isla sueca de Gotland, Tel Aviv (Israel), Illinois (Estados Unidos) y alguna ciudad alemana.

Moverse sin perder autonomía

Las pruebas realizadas con un Fiat 500 eléctrico han determinado que, en los rangos de velocidad a los que se circula habitualmente por autopista, el modelo italiano no solo ha recibido electricidad desde la carretera, sino que, además, esta energía ha sido suficiente para no tener que consumir electricidad de su propia batería; es decir, que los kilómetros recorridos no se han traducido en la correspondiente reducción de autonomía.

La eficiencia del flujo de energía que va desde el pavimento hasta el automóvil es similar a la que se puede encontrar en las estaciones de carga rápida. Además, las mediciones de la intensidad del campo magnético han arrojado resultados que demuestran que esta tecnología no tiene un impacto negativo en la salud del conductor y sus pasajeros.

La Arena del Futuro utiliza corriente continua en lugar de corriente alterna ya que reduce las pérdidas de potencia y asegura una integración directa con la electricidad que proviene de fuentes renovables, sin necesidad de tener que convertirla a corriente alterna. Además, permite el uso de cables de aluminio, más delgados, ligeros y fáciles de reciclar que los de cobre.

En el circuito se están realizando actualmente pruebas para implantar esta tecnología en la red de transporte público de Génova, así como en los autobuses de transporte de pasajeros (las famosas jardineras) del aeropuerto de Bérgamo.

De acuerdo con el responsable de Stellantis asistente a la presentación del trazado, cualquier modelo eléctrico es susceptible de transformarse para poder admitir este tipo de carga inalámbrica. La eficiencia del sistema ronda el 90% puesto que la electricidad llega directamente de la infraestructura al motor eléctrico, sin pasar por la batería, que de este modo queda libre -digamos- de trabajo.

En el caso particular de los autobuses, la DWPD evita las paradas durante el servicio para recargar y ayuda al abaratamiento de los vehículos, pues estos no necesitarían baterías tan grandes como las que montan los actuales, y que representan alrededor del 40% del precio total de adquisición.

Para rematar el sueño, la transferencia inalámbrica de energía, en asociación con innovaciones como el 5G, el Internet de las Cosas y la inteligencia artificial, abre un mundo de posibilidades de intercambio de información entre los vehículos y las infraestructuras que también se podría aplicar a puertos, aeropuertos y aparcamientos públicos.

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