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CRÓNICA | Jazzmeia Horn atrapa con su elegante estilo en la séptima jornada del Jazz San Javier

Jazzmeia Horn, interpretando una de las canciones de su concierto

Andrés Garrido

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El calendario del XXII Jazz San Javier continúa avanzando inexorablemente. Este domingo se celebraba la séptima jornada de las 17 previstas para la presente edición, con dos conciertos no tan diferentes como en otras noches, pero sí claramente diferentes en conceptos y planteamientos musicales. La primera parte volvió a ser otro regalo para los “viejos aficionados” a este género, con la actuación de una preciosa, contundente y joven vocalista negra nacida en Dallas y llamada Jazzmeia Horn que llegaba por primera vez a este festival. Su dominio de las notas altas en las que se mueve muy bien fue una constante de su concierto planteado para no sólo agradar, sino disfrutar con las corrientes más clásicas del género a pesar de la juventud del quinteto.

La segunda parte nos iba a cambiar un poco el paso, que no el decorado. Su protagonista fue un viejo amigo del festival: El saxofonista Bill Evans & The Spy Killers. La sexta ocasión en la que visita este escenario convirtiéndose, sin duda, en uno de los músicos habituales a lo largo de las 22 ediciones.

Jazzmeia Horn es una cantante que con tan sólo 28 años ya se ha colocado en las primeras líneas de las voces femeninas del género. Nacida en Dallas (donde su abuela le enseñó a cantar y querer al jazz), se trasladó a Nueva York para estudiar y llevar a cabo actuaciones con alumnos del Lincoln Center además de cantar por la mayoría de los clubes más destacados de la ciudad. Fue alumna de Sarah Vaughan de quien estudió sus inflexiones y giros para llevarlos a su terreno. Durante su concierto en Jazz San Javier, Jazzmeia Horn dejó constancia casi permanente (tal vez no hubiera hecho falta tanto despliegue cuando ya comprobamos que se movía muy bien en esas notas) de su comodidad y facilidad para interpretar en las escalas altas, como ya hizo en su primera canción “Please Do Something”, éxito de Betty Carter, en la que también dejó patente su facilidad para el scat.

Nada más pisar el escenario, Jazzmeia presentó a sus músicos conformados por el pianista Keith Brown; Rashaan Carter, al contrabajo, y el baterista Anwar Marshall, todos ellos músicos jóvenes de las huevas hornadas con una maestría ya destacada. Tras la primera canción, Jazzmenia Horn presentó al saxofonista Erwin Hall (que no aparecía en el programa) y que, posteriormente, comprobamos lo acertado de su incorporación ya que fue un complemento indispensable para la selección que había preparado. Así que con Hall ya en escena (formación de quinteto) sonaron las primeras notas de “Willow Weep For Me”, que fue asentando su cátedra vocal entre el auditorio que escuchaba, como la noche anterior, con total atención y silencio. Aplausos unánimes de un público que se mostraba un tanto asombrado ante la maestría de estos jóvenes músicos, más destacada en esta cantante que con tan sólo 28 años ya ha ganado el Concurso Vocal “Thelonius Monk” 2015 y una nominación a los Grammy del pasado año, por su primer disco titulado “A Social Call”.

Jazzmeia es toda una señora de la escena; cuida a la perfección toda su imagen, desde el maquillaje hasta su atuendo que siempre deja una reminiscencia africana de la que proviene y no desea olvidar como observarán en la foto de Goio Villanueva. A estas alturas del concierto, la cantante norteamericana optó por interpretar varios temas de su creación comenzando por una preciosa balada, “Free Your Mind”, que Hall acompañó en algunos pasajes a la flauta. Luego continuó con “Time”, donde el quinteto marcó un “bop” excelente para regresar a la balada con “When I Say” donde, además de la preciosa voz de Jazzmeia Horn, el saxo de Erwin Hall completaba ese clímax que de siempre han tenido las piezas musicales del jazz.

Como si de un pequeño juego se tratase, Horn volvió a presentarnos otro tema de “bop” titulado “Skylark”, una creación de Hoagy Carmichael, la que la joven intérprete imprime su sello personal (te puede evocar a varias voces femeninas, pero ella es única) en una canción con Historia. Carmichael escribió la pieza para un musical en 1941 pero como no resultó llamó a su amigo Johny Mercer para que escribiera la letra. El letrista se había olvidado del encargo, pero finalmente la escribió y dicen los círculos sociales del momento que Mercer se inspiró en una aventurilla que tuvo con la actriz Judy Garland. El título también se utilizó para uno de los modelos de la marca Buick que tuvo continuidad hasta 1998. Bueno, esa es, más o menos, la historia de esa canción.

El auditorio estaba entusiasmado; sobre todo los denominados aficionados “pata negra”, que no podían creer lo que sus ojos y oídos dejaban penetrar a sus sentidos y, además, en dos noches seguidas. Seguro que muchos de ellos estaban dando las gracias a la organización. Bien, pues Jazzmeia encaró ya el final de su primera participación en Jazz San Javier con otra pieza de su cosecha, “Searchin’”, en la que hubo una introducción del contrabajo sensacional acompañado del chasquido de los dedos de Jazzmeia para tras ello entrar todo el grupo y desarrollar una pieza en la que también hubo conversación entre la cantante y su saxofonista y un solo exquisito del contrabajista Carter provocando que nos levantáramos de nuestros asientos. ¡Qué barbaridad, señores!

Una composición de Don Raye y Jean De Paul, “He’s My Guy”, que seguro aprendió a querer cuando estudiaba con Sarah Vaughan, a la que Jazzmeia Horn impregnó de su personalidad vocal. Y el final llegó con una introducción del baterista y la cantante de unos dos minutos aproximadamente, para abordar una casi desconocida “Noche y Día” de Cole Porter. Una de las mejores versiones que, personalmente, he escuchado de este clásico del jazz. Ovación unánime y aplausos incesantes desde un auditorio puesto en pie y solicitando una más, que Jazzmeia Horn y su quinteto concedieron con otro éxito que logró, hace muchos años, Betty Carter: “Tight”. Final brillante como todo el concierto que nos regaló Jazzmeia Horn y su quinteto, finalmente, al incorporar (gracias por hacerlo Jazzmeia) al saxofonista y flautista Erwin Hall. Esto habrá que saborearlo muy despacio, para que nos dure mucho tiempo. Aunque podría afirmar que el concierto de Jazzmeia Horn ha quedado marcado a fuego en nuestra memoria colectiva.

 

La segunda parte de esta noche de domingo en Jazz San Javier no iba a cambiar en mucho el decorado como en otras ocasiones. El jazz iba a continuar presente, pero con otra concepción de este y con otra vertiente de su protagonista, el saxofonista, compositor, pianista y cantante Bill Evans. Su sexta visita al festival sería otra novedad en relación con las anteriores ya que Evans, además de sus saxos, nos iba a interpretar al piano y nos cantaría más de lo que lo hizo en la última participación en este escenario. Para la ocasión se ha hecho acompañar por The Sky Killers conformados por el bajista Gary Grainger; el organista de Hammond B3, Simon Oslender, y el conocido baterista alemán, con residencia en Ibiza en momentos del año, Wolfgang Haffner.

Con esta formación, Bill Evans apareció en el escenario del auditorio recibiéndolo el público (son ambos como viejos amigos ya) con un fuerte aplauso y dispuestos a disfrutar, una vez más, con la propuesta musical del saxofonista norteamericano. La música comenzó a fluir con “Bottle Opener”, continuó con “Tit For Tat” (primera incursión en el piano) presentó al grupo y siguió con “The Hobo”, en la que tuvo diversos diálogos con sus músicos.

Evans es uno de esos músicos que cuando lo ves y escuchas te da la sensación de que su trabajo es fácil de hacer, que tú puedes estar haciendo eso mismo. Luego despiertas y vuelves a la realidad siendo consciente de que la habilidad de Bill Evans y sus compañeros de viaje no es tan fácil como aparenta desde una butaca de patio. Pero su música ciertamente te atrae, se hace tu amiga inseparable y se obra ese milagro que cada músico busca en sus conciertos: La conexión con el que te escucha. Como lo demostró con “Bones In The Ground”, en la que el saxofonista regresó al piano para desde ahí cantarnos una especie de balada. Tras ella, “Sneaky” uno de sus temas más conocidos en el que regresaba a ese sonido que le ha definido en la música a través del saxo (el soprano en esta pieza) y del que durante la década del 2000 y en la que estamos ha tenido una gran producción de discos, en los que la palabra “soul” era como el denominador común (aquí no faltó el Hammond B3 para incrementar la atmósfera de su discurso musical) con una, digamos, discusión casi al final entre batería y saxo que supuso otro momento brillante del concierto (hubo varios) para los aficionados.

Bill Evans pidió a Simon Oslender que cambiara al piano para cantarnos “Love Is Working Overtime”, otra pieza en la línea de “Bones In The Ground”, en la que el sonido de su tenor se alternaba con la voz y cobraba un protagonismo compartido. Después una pieza instrumental, “What Wallaby”, para encarar la recta final de su concierto número seis en Jazz San Javier a través de “You Can Bring Me Flowers” y la pieza que ha dado título a esta formación y proyecto: “Spy Killer” en la que Wolfgang Haffner tocó con dos martillos de juguete, en su línea habitual de gastar bromas en alguno de sus solos de batería.

 

Un auditorio entusiasmado, una vez más, con este músico norteamericano de 61 años lo vitoreaba, aplaudía y solicitaba una más, a lo que Bill Evans accedió de inmediato, con otro de sus éxitos discográficos: “Cool Eddie”.

En suma, otra noche perfecta de jazz con una primera parte en la que Jaazmeia Horn, toda una Dama del género a pesar de su juventud, asombró a todos dejando un recuerdo imborrable entre los viejos aficionados al género. Sin duda, Horn será un nombre que en los próximos años dará grandes momentos a los espectadores que asistan a sus conciertos o compren sus discos. Después, un viejo amigo de Jazz San Javier, el saxofonista Bill Evans, regresó para mostrarnos otro de sus proyectos (diferente a los cinco anteriores) cuya novedad fue su dedicación al piano y a cantar sin olvidarse de sus saxos y sonido. Tras el concierto pude ver al director del festival, Alberto Nieto, hablar con Evans muy amigablemente. ¿Tal vez le proponía adquirir una vivienda por la zona, para que lo disfrutemos más a menudo? Todo podría ser, mis queridos lectores. Todo podría ser.

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