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Joao Bosco conquista al público y Kenny Garrett lo atempera en Jazz San Javier

Joao Bosco en Jazz San Javier

Andrés Garrido

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La séptima jornada del XXI Jazz San Javier nos iba a deparar, como se suele indicar popularmente, 'una de cal y otra de arena'. Me explico. Joao Bosco supo mostrarse simpático y cercano desde que apareció en escena y con ello, rápidamente conectó con un público dispuesto a disfrutar de la noche de sábado, con la música brasileña que durante casi hora y media nos iba a regalar.

Bosco es una de las figuras más importantes de la Música Popular Brasileña cuyo término, se acuñó hacia 1966 cuando la 'bossa nova' pasaba por momentos difíciles y llegaban nuevos nombres que recuperaban la más genuina samba, frente a la influencia del jazz que había marcado el nacimiento de la 'bossa nova' entre los últimos años de la década de los 50 del siglo XX y ese 1966. Y en esa gran lista de nombres que apostaron por esa línea estaba –y continúa- el guitarrista, compositor y cantante Joao Bosco. Su música se te pega de inmediato y es una delicia poder escuchar sus historias cantadas.

Frente a esta actuación de magnífico ambiente de satisfacción y diversión, nos disponíamos a recibir a uno de los saxofonistas más incisivos que el jazz ha tenido desde los comienzos de 1970: Kenny Garrett. Su música es seguida por millares de músicos y aficionados que siempre han visto en Garrett un icono del vanguardismo jazzístico de aquellos años, alineándose en esa corriente con otros nombres como Charles Mingus.

Ya habíamos tenido oportunidad de escucharlo en el Teatro Circo de Murcia, pero el concierto que entonces vieron los que allí acudieron y el que pudimos presenciar el pasado sábado en Jazz San Javier fue absolutamente diferente y opuesto. Por ser benévolo pensaré que tuvo una mala noche, porque su comportamiento con el respetable que habitualmente acude a Jazz San Javier dejó que desear.

Joao Bosco comenzó su actuación con la aparición de bajo, guitarra, baterista y él mismo, de uno en uno completando la melodía de 'Mano Que Zuera'; el primer tema de un concierto que se desarrolló como una seda que te atrapa y acaricia todo tu cuerpo. Bosco llegaba a San Javier un día después de cumplir años (72) y fue muy bien recibido por un público dispuesto a cantar, bailar y disfrutar con él y su música. Así que comenzó a desplegar parte de su extensa obra con piezas como 'Holofotes', 'Incompatibilidade de Genios', 'Odilê', 'Odilâ', 'O Ronco Da Cuíca' o 'Lília'. Una combinación de sambas rápidas y más lentas, baios y, en suma, una parte de esa Historia de la Música Popular Brasileña de la que Joao Bosco es parte creadora y divulgativa desde su nacimiento, aunque la fama no le llegara hasta visitar Estados Unidos, grabar y actuar con Lee Ritenour y saltar a los puestos de la popularidad internacional.

Pero Bosco siempre ha estado ahí; trabajando en ampliar el extensísimo repertorio de la música de su país, junto a nombres como Chico Buarque, Edu Lobo o Baden Powell por citar unos pocos. El público se divertía y cantaba con Bosco piezas como 'Sinhá', 'Tarde' o 'Corsario', con la que finalizaba su paso por Jazz San Javier. El auditorio demandó un poco más y Joao Bosco apareció, de manera un tanto precipitada, en el escenario y dejó sonar su 'Linha De Passe', con la que los espectadores le despedían con un evidente cariño y admiración (como en otras ocasiones, las butacas acogían una muy representativa colonia brasileña).

Después de ello, el personal se aprestaba a recibir a un icono de los movimientos jazzísticos aparecidos tras el 'bop', en los comienzos de los años 60 del pasado siglo XX. Un movimiento que tuvo nombres de primer orden en este género como el contrabajista Charles Mingus, Bill Evans el pianista, o el saxofonista John Coltrane que fue la gran referencia de esta corriente continuadora, más tarde, con el 'neo bop' o la 'fusión'. Coltrane y todos aquellos músicos bebieron en la fuente del 'free', pero no se estancaron ahí, sino que les sirvió para ir creando la vanguardia que, poco a poco, iríamos descubriendo con el paso de los años y apareciendo, como digo, diversas etapas.

Y en una de ellas se enmarca Kenny Garrett; a tenor de los críticos más reputados, el mejor saxofonista alto del género después de Charlie Parker. Su verdadera carrera comienza en 1978, cuando recién licenciado en sus estudios musicales se integra en la orquesta de Duke Ellington y con ellos comienza a actuar por diversos estados americanos. Ya en 1981, Garrett toca la música de Thad Jones hasta que en 1984 graba su primer disco como líder para desarrollar lo que sería su trayectoria y lograr una nominación a los Grammy de 1997, por su trabajo sobre John Coltrane.

La aparición de Kenny Garrett en Jazz San Javier fue con las primeras notas de 'Philly', con la que el auditorio lo recibía con una gran ovación y a la espera de disfrutar de un extraordinario concierto de jazz 'pata negra'. Pero conforme transcurrían los minutos y piezas como 'Bakyard Groove', 'Spanish-Go-Round' o 'Haynes Here', se pudo observar que buena parte del público se iba levantando y abandonando la sala.

Una decisión tan respetable, como la que adoptaron quienes se quedaron. Escuché después comentarios de quienes estuvimos hasta el final, sobre que Garrett se había molestado por ello y que, probablemente, ese fuera el motivo por el que estuvo casi toda su actuación en posición lateral al respetable y, en algunos momentos, de cara a sus músicos y dando la espalda al auditorio. Ya se sabe aquello de que su música necesita mucha concentración y esas cosas o los móviles disparando fotos con flash distraen bastante.

Tres piezas más que acabaron con 'Happy People' pusieron el punto y final a 62 minutos de actuación. El público que aguantó en sus asientos, porque eran incondicionales del gran saxofonista, pedía un bis de manera insistente, pero el 'gran' Kenny Garrett no quiso o no supo estar a la altura de un escenario enorme como es el de Jazz San Javier. Una auténtica pena y decepción, para ese RESPETABLE PÚBLICO al que todo artista se debe porque -no se debe perder esa perspectiva-, es quien paga y sostiene espectáculos como este festival internacional al que, curiosamente, llegaba por primera y, me temo, única vez. En suma, él solo se ha enterrado en el presente para no aparecer en el futuro. Una lástima. Por ello, como indiqué al comienzo, quiero pensar que Kenny Garrett tuvo un mal día. Espero que el tiempo sea tan benévolo con él como yo lo he sido ahora.

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