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La Josephine, experimentos del Noise en el Carril de las Palmeras

La Josephine / Alejandro García Menchón

Alejandro Zambudio

Muchas veces los mejores proyectos no salen sólo de la mente de quienes los impulsan, sino del entorno en que fueron concebidos. Sería prácticamente incomprensible hablar de las bandas de Detroit como Iggy & The Stooges, MC5, The Temptations, The Supremes o The Detroit Cobras –y se me viene a la mente la ciudad de Detroit por la colección Nonduermas-Detroit que el Carril de las Palmeras presenta como su apuesta para la colección de otoño–, sin tener en cuenta cómo esa urbe se ha convertido en un paraje inhóspito y en una Babel derrumbada y contaminada por ese sueño norteamericano que hace tiempo devengó en ficción. Cuando se entra al Carril de las Palmeras uno no piensa en Detroit, precisamente, sino en esa tienda que Chusa y Manolo han hecho bohemia y distinta, convirtiéndola en uno de los principales centros de referencia de una ciudad que pretende arriesgar en términos culturales, contrapuesta a esa Murcia cateta y de cabra de campanario que algunos sectores pretenden intentar vender.

También pensaba en José Joaquín Sánchez Ríos (Cieza, 1988): el alma máter de La Josephine. Uno de esos músicos que, a base de autogestión, talento y sin hacer ruido, está llevando a cabo una propuesta musical innovadora en la que priman el rigor, el compromiso y la brillantez, y en su capacidad para conformar un sonido tan personal mediante toda una plétora de referencias al Post-rock de Mono, God Is An Astronaut, Moonsheek, Laika o el sonido ambiental de Nine Inch Nails del álbum ‘Year Zero’ o Aphex Twin. Desde que debutara en el año 2013 con ‘Edificio paraíso’ hasta el actual ‘Songs in Avoided in Throat’, editado el presente año, el compositor murciano no ha parado de lanzar nuevos desafíos sonoros, transitando una vereda musical casi inédita en nuestra ciudad.

Desde su ‘Intro’ hasta con ‘A Tree Will Hide us From Fear’, el músico murciano desplegó toda una serie de mezclas sonoras que ejemplificaban la querencia por parte del propio intérprete bajo la premisa y doctrina de la experimentación. Como si de un Edgar Froese moderno se tratase, el artista fue jugando con la música ambiental, el Rock y el Noise, creando conglomerados y retablos musicales que invitaban a relajarse y a cultivar esa pequeña parcela íntima que todos necesitamos de vez en cuando. En cortes como ‘Szun’, ‘Greeneyed’ recordó enormemente al Brian Eno de álbumes como ‘Music For Airports’ (1978), perfilando esta influencia de la mano de unas suaves líneas de guitarra que, acompañadas de su interés por la música de Radiohead, acentuaban el contraste entre clasicismo y modernismo musical. Dejando de lado el ambiente íntimo que allí se llevó a cabo, La Josephine se esforzó en trazar otra línea artística en el show: la cinematográfica –de ritmos reiterativos y extensos– deliciosos. La idea musical de La Josephine tiene recorrido y parte de muy buenas premisas: sólo hace falta que se suelte más, ofrezca más conciertos y podamos ver la evolución de un estilo que en Murcia, salvo Lelé Terol o Poskusi Sam, aún queda por desarrollar.

Termina el concierto y tras las pertinentes despedidas, me pregunto sobre la necesidad de que en nuestra ciudad exista una sociedad civil en el aspecto musical que canalice el sentir de muchos aficionados a ésta al margen de políticas culturales y representantes manifiestamente mejorables. Lo que hace que la cultura pueda ser maravillosa estriba en que pequeños lugares como el Carril de las Palmeras –y se hace extensible a Ítaca, La Postiza o El Retal– apuesten por músicos rompedores como La Josephine y dé voz a todos aquéllos que no se quieren imbricar en este circuito cerrado, asfixiante en ocasiones y que subordina las oportunidades artísticas a las filias y fobias personales. Y no quisiera cerrar esta crónica sin hacer referencia al artículo ‘El consenso en la cultura’ escrito por Nacho Ruiz publicado en el diario ‘La Verdad y a estas líneas en concreto: “Si la cultura en Murcia quiere tener poder de decisión es necesario un encuentro de posturas, una puesta en común que nos constituya en un efectivo grupo de poder”. El problema es cuando no la hay. Y eso sucede en la actualidad.

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