El otro día la pregunta era otra: ¿Por qué ahora? Hoy la cosa cambia: ¿A cambio de qué los tres diputados de Ciudadanos renuncian a la moción de censura a López Miras que firmaron personalmente, con nombre y apellidos, hace tres días, tres, para garantizar la continuidad de PP y de ellos mismos al frente de la política regional? El temido tamayazo se ha encarnado en la Región en tres personas –– Isabel Franco, Valle Miguélez y Francisco Álvarez–– y un solo dios verdadero: llámesele dinero, posición social, poder, ambición, cabreo, venganza personal o política…
Aparte del descaro y oportunismo de los tres firmantes arrepentidos, queda el regusto de que las cosas se han hecho mal, muy mal, por parte de todos. Los que salen ganando, es decir el PP de López Miras y su tutor Teo García Egea, porque vuelven a introducir otro elemento de podredumbre en un sistema político-social ya suficientemente curado de espanto gracias a las prácticas habituales del partido gobernante con poderes omnímodos desde hace 25 años.
El color, y el olor, del dinero es más que suficiente en esta región para alterar conductas y, sobre todo, producir contradicciones flagrantes sobre lo que se dice y lo que se hace. Donde se lee dinero, léase cualquiera de las otras seis variantes reseñadas más arriba del ansia de protagonismo. La lideresa ciudadana Martínez Vidal puso números al cambio de opinión: 76.000 euros y un chófer en la puerta, dijo. Aunque no mencionó que sus irrefrenables ganas por ser presidenta en vez de vicepresidenta en lugar de Isabel Franco fueron uno de los detonantes, si no el principal, de este sainete en dos actos en que ha devenido la presentación de la moción de censura por los diputados de PSOE y C’s. El tercer episodio se escenificará en el Ayuntamiento de Murcia.
Caso clamoroso es el de los tres firmantes arrepentidos, cuya rúbrica y palabra queda más que en entredicho a partir de ahora. Sobre todo la de la vicepresidenta Franco, favorable hace dos años a pactar con el PSOE y principal pivote, al menos de cara al público, del contravuelco que ha dejado la moción de censura en agua de borrajas. La lógica y la práctica natural de las relaciones humanas lleva a la conclusión de que el verbo y los escritos de estos tres no vale nada de ahora en adelante.
La señora Franco queda, si cabe, más marcada, por cuanto es protagonista aún de un turbio caso que está sub iúdice de primarias trucadas ––o sea, un pucherazo–– en su partido para que fuera elegida cabeza de lista a las últimas elecciones autonómicas. Con esos antecedentes y sus prácticas recientes podemos colegir cuál es la fiabilidad de la prócer alcantarillera. Nada que envidiar a las cloacas del poder.
Su rival, la supuesta lideresa Martínez Vidal, si de algo peca es de afán de protagonismo y de ir pisando callos allá por donde pasa. Como un elefante en cacharrería, siembra vientos y recoge tempestades desde que se hizo notoria en la política murciana. Su frenesí ha arrastrado al PSOE a hacer el ridículo sin que la aspirante a vicepresidenta y presidenta por un día in pectore lo tuviera todo atado y bien atado en su mismo grupo parlamentario.
Vendió la piel del oso antes de cazarlo y arrastró a Diego Conesa a hacer el papelón de su vida: ahí está la rueda de prensa que ambos dieron en Lorca el viernes por la mañana mientras Valle Miguélez, Isabel Franco y Francisco Álvarez se aprestaban a darle los triunfos de la baraja a López Miras. Los dos impulsores de la moción de censura comparecieron por la mañana en el Palacio Guevara trazando líneas de acción del futuro gobierno social-ciudadano, como si la moción de censura estuviera ganada y bien ganada.
Pocos minutos después, López Miras e Isabel Franco escenificaban en San Esteban que seguirá habiendo gobierno del Partido Popular apoyado por los tres tránsfugas de Ciudadanos y el terremoto político tenía una réplica de calibre superior: la escala de Richter quedaba pequeña mientras a Conesa y Martínez Vidal se les debía quedar cara de….. El acabóse: la guinda del desconcierto y del sinsentido fue el intento posterior de la frustrada presidenta naranja de sumar a los tres diputados disidentes de Vox a la causa anti López Miras.
Un presidente, que lo seguirá siendo otros dos años pero no más, y que tuvo que llamar a su niñero Teodoro García Egea al rescate. A cuánto montante asciende la operación de salvamento es algo que no sabremos nunca, a no ser que los ciudadanos reconvertidos a la causa del PP lo desvelen volviendo a hacer gala de su imprevisibilidad manifiesta. Cosa que no sería de extrañar dada su comprobada volatilidad personal y moral. Aunque, en este caso, hay pocas esperanzas de que se quiebre la omertà que preside la escena regida por el PP.
El cabreo de Conesa expresado por la tarde, acusando al PP de “sobornar y comprar” al trío calavera, es explicable. El recuerdo del tamayazo madrileño flota en el ambiente. Quizá por eso mismo el líder socialista podría haberse asegurado de que Martínez Vidal lo tenía todo controlado. Como no lo hizo, ambos están en el umbral de pasar al baúl de los recuerdos de la política regional. Cosa que iban a provocar a López Miras si el poderoso caballero no hubiera hecho acto de presencia. Vale.
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