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Sobre este blog

Murcia y aparte es un blog de opinión y análisis sobre la Región de Murcia, un espacio de reflexión sobre Murcia y desde Murcia que se integra en la edición regional de eldiario.es.

Los responsables de las opiniones recogidas en este blog son sus propios autores.

Reconocerse y liarse a mazazos

Mujeres migradas y racializadas posan junto a la escultura de 'Las sirgueras' en Bilbao

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La comprensión profunda de la índole de la opresión de la mujer, permite, por ejemplo, entender mejor la índole del imperialismo. Y viceversa.

El tercer mundo de las mujeres, Susan Sontag

No me cansaré de repetir como un mantra que el feminismo es la lucha contra todas las opresiones. A pesar de la variedad de contextos y realidades, las desigualdades se asemejan y sufren cotidianidades parecidas. Así ocurre con el racismo que encuentra paralelismos con el machismo, y solo hay que echar un vistazo a nuestro día a día más cercano. Además, las desigualdades se suman y si ser mujer supone no acceder a puestos de trabajo mejor remunerados o ser diana de juicios constantes con respecto al aspecto físico o las capacidades profesionales, por ejemplo, ser mujer extranjera acusa aún más la posibilidad de que el ejercicio de los derechos fundamentales se vea dañado. Encarnar un cuerpo de mujer supone ser una ciudadana de segunda, igual que lo es ser un hombre negro; ser mujer negra te relega a un tercer escalón inferior; mujer, negra y con discapacidad, a un cuarto por debajo… Y así podríamos seguir sumando. Por supuesto que el terreno se allana cuando se posee un buen patrimonio.

Quedémonos en el segundo peldaño de esa escalera invertida y maldita. Allí donde hay vulnerabilidad acechan depredadores con ansias de ejercer su poder. La sexualización de los cuerpos femeninos es la misma para los cuerpos negros, también los de los hombres. No he escuchado una vez, ni dos, ni tres, sino varias, que un hombre negro relate el acoso de un hombre blanco por la calle. Ocurre de una forma más clandestina, porque contamos aquí con que la homosexualidad también tiene su parte condenatoria (seguimos sumando), y no es fácil para un hombre contar que ha sido acosado por una persona de su mismo sexo y por tanto hay menos visibilización. Pero ahí está, en nuestras calles. A los hombres negros no sólo les vigila en los supermercados, como si el color de la piel definiera una inclinación natural hacia el delito, también son víctimas de acoso sexual en la vía pública.

Cuando un hombre negro cuenta que ha sido víctima de acoso, lo hace con sorpresa, incredulidad y algo de inocencia. En su país de origen es muy posible que nunca viviera nada parecido y cuando un hombre blanco desconocido se le aproxima, en principio amable, confía en la bondad de los desconocidos. A veces tarda en entender qué está ocurriendo, dependiendo de la sutileza del acosador.

¿Y qué le lleva a un hombre blanco, una noche cualquiera en el Barrio del Carmen, a interceptarle el paso con su coche a un hombre negro? ¿A ofrecer dinero a cambio de sexo a un desconocido extranjero o a acosarle a mensajes para conseguir un encuentro a pesar de la negativa? Saberse en el primer escalón, pensar que ese otro hombre tal vez necesite el dinero para comer esa semana, que es probable que se encuentre en situación irregular y que no vaya a poner una denuncia y ya de paso es probable que le excite el exotismo popularmente sexualizado gracias a la pornografía, al negro del WhatsApp y a la perpetuación de la cosificación de las personas que nos encontramos en las escaleras de abajo. Desafortudamente, y aunque no ha de ser así necesariamente, es muy probable que efectivamente el senegalés o el maliense que viven en el barrio tengan dificultades para pasar la semana o el día, porque volvemos al principio, ¿cuántas personas negras hemos visto trabajar en Murcia en un banco, en un despacho de arquitectura o regentando un restaurante? Las personas negras no acceden a puestos de poder en nuestra región. ¿Te suena de algo? Huelga decir que si el cuerpo negro, en las mismas circunstancias descritas, además es de mujer, tiene una alta probabilidad no solo de ser acosado, sino que también violado.

Estas líneas pecan de ciertas generalidades y tópicos. Me he dejado a los hombres de origen magrebí o provenientes de otros países, que también sufren lo suyo, porque es material para máster y aquí no cabe todo. Es posible que muchas personas negras no se sientan identificadas, pero hay muchas otras que sí. No son más que retazos de relatos que llevo años escuchando y son idénticos a los que yo he vivido en mi cuerpo de mujer. Reconocerse en el mismo peldaño es fundamental para identificar a quienes tenemos arriba y abajo. Es el primer paso para empezar a derribar la maldita escalera, a mazazos si hace falta.

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