El trifachito baila un chotis sobre un ladrillo, ¿por qué? Porque resulta que no había sitio para tanto facha. Como será la cosa que Pablo Casado ha salido ya a decir que Vox es ultraderecha. Se ha dado cuenta ahora, después de la caída desde el octavo piso de ese Partido Popular que ya tiene más gente en la cárcel que en el Congreso. La parte en la que más me he reído es esa en la que el PP se queja de la Ley d’Hont, con lo que les gustaba cuando el partido damnificado era IU. En fin, Pablo, no te preocupes por tu futuro: con tu postgrado en Harvard (¿o era en Harbacete?) ofertas no te van a faltar.
Qué contento estaba el trifachito. Tan felices de las prometían que ya se habían repartido los ministerios, los toreros se veían entrando en el Congreso con traje de luces. Tan contentos ahí mano a mano, manifestándose junticos en Colón, disputándose el espacio de la extrema derecha. Rivera ha recogido sólo 25 de los 71 escaños que ha perdido el PP al abandonar ese espacio de centro con el que tanto se identificaba. Él, que lo mismo es del Barça que del Madrid según quién le pregunté y a qué hora, se ha pasado al bando ultra en el que Abascal, por supuesto, le adelanta por la derecha porque va a caballo.
Sánchez Drago vaticinó que la derecha trifálica, como a él le gusta llamarla, iba a sacar 90 diputados (¡90!), así que podemos decir que como escritor no es gran cosa, como político desde luego tampoco, ahora, lo que es como profeta le pueden dar trabajo en cualquier TV autonómica a altas horas de la madrugada.
Ha habido tanto disparate en esta campaña que daría para un artículo de seis tomos encuadernado en piel y a todo color. Las propuestas han sido de otro planeta o como mínimo de otro siglo. Un ejemplo: derogación de la ley contra la violencia de género y armas para todos. Con un par. La ecuación es sencilla: en una mano violencia contra las mujeres, en la otra barra libre de armas; ahora juntas las dos manos. La campaña alcanzaba cotas de ridículo vergonzante con Suárez Illana hablando de aborto de niños nacidos.
Nuestro país ha manifestado ser bastante más razonable de lo que lo son algunos de sus líderes. El personal ha demostrado estas elecciones estar hasta la peineta de tanta tensión, de tanto discurso de se rompe España, de tanto relato de inmigrantes viviendo como banqueros, de tanta amenaza de hordas feminazis hostigando a honrados machotes. Hartos de cenutrios a caballo, pidiendo armas como si estuviéramos en el Oeste, hartos de gorilas con dos dedos de frente metiendo miedo. Muy hartitos. Y lo hemos demostrado donde se demuestran las cosas: en las urnas.
Para ser completamente honestos, algo hay que agradecerles: la extrema derecha es la que ha movilizado a la izquierda para ir a votar en masa y hemos podido respirar con alivio al ver que ha fracasado la propuesta de la tensión, el odio y las fake news.
Sé que no debemos bajar la guardia, que el PSOE nos puede decepcionar en cualquier momento, que la hidra facha puede pegar un coletazo, que ahora somos otro de los países con presencia ultra en el Congreso, que Murcia casi duplica el porcentaje de fachas del resto del país, lo sé, lo sé, pero dejadme que disfrute de estos días en que respiramos aliviados de ver la negra nube de la involución alejarse sobre el mar.
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