El recién pasado verano ha sido muy muy azul en la ciudad de Murcia, más aún de lo acostumbrado.
Se han despedido a casi todos los gestores culturales de los Museos y Centros de Arte (o se les ha dejado sin cobrar); se nos han muerto los árboles, incluido el fundacional ficus de Plaza santo Domingo, sin multa o sanción para nadie; se han cerrado las oficinas de turismo sin explicación y luego se ha concedido su explotación al Corte Inglés (?????); los huertos de “Moros y Cristianos” se han vuelto a plantar en el Malecón, a pesar de que hay una moción, aprobada en Pleno para que se quiten de ahí y se les busque un sitio fuera de nuestro jardín botánico; la basura que se recogía del Segura era tirada en pedanías como La Arboleja a horas intempestivas; las bancadas de bicicletas han aparecido vacías, una y otra vez, sin abrir investigación alguna...
Si viven ustedes aquí, ya habrán comprobado que la ausencia de gobernanza, más que el mal gobierno, ha sido el común denominador de este verano. Ni una sola autoridad se ha personado en las vías para escuchar las demandas de los manifestantes, nadie ha dimitido por la pesadilla del Gaya, ningún político de nuestro gobierno ha protestado ante el ministro correspondiente.
La única respuesta ha sido el exabrupto de don Roque Ortiz, comparando la demanda de las compañeras concejalas de Ahora Murcia con una insolación mujeril.
A eso le sumamos el afán pepero por convertir el centro urbano en algo atractivo para el turista y solo para el turista (afán completamente inútil: el turista prefiere los entornos frescos, recoletos y llenos de verdura que solo existen en las pedanías de Murcia.
Por lo tanto, este otoño será verdaderamente “rojo” y no solo porque la moda y los socialistas hayan recuperado el color intenso para su logo (proclamándose “la izquierda”), sino porque la ciudadanía demanda, como ya dijera El Rey (Elvis Presley), a little less conversation and now more action.
No hace falta rascar mucho para encontrar, debajo de la devoción muricianísima por la Semana Santa, al minero peleón que Miguel Hernández calificó de “Murcianos de dinamita!”, basta con quitar las casas a la gente, con amordazar los derechos inalienables de expresión y con destruir la convivencia en las aulas con recortes. A poco que los jóvenes se den cuenta de que no les aguarda ningún futuro verán ustedes en qué emplean su tiempo libre. Bravo por ellos, entonces.
Si un gobierno corto de vista destruye la vida de la gente, o la reduce a la supervivencia en la miseria, antes o después sucede el desafecto.
El abandono del equipo de gobierno a los distintos colectivos afectados por el “verano azul”, su silencio, es quizás la nota más trascendente de este tiempo. Cuando lleguen las próximas elecciones, puede que muchos ciudadanos “olviden” los inconvenientes del gobierno “popular”, pero dudo mucho que olviden la soledad.
*Cristina Morano es escritora, diseñadora gráfica y miembro de la Coordinadora de CambiemosMurcia
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