Más del 90% del alumnado con discapacidad de Navarra estudia en la educación ordinaria
Navarra arrancará el curso escolar a la cabeza de las comunidades con mayor porcentaje de alumnado con discapacidad integrado en centros ordinarios. Así se desprende del último informe Alumnado con necesidad específica de apoyo educativo, publicado recientemente por el Ministerio de Educación y que detalla que el 90,8% de este alumnado navarro se encuentra en aulas ordinarias y el resto en educación especial, frente al 83,5% de la media estatal.
El próximo día 15 de septiembre se cierren las inscripciones de escolares. El pasado curso 2016/17 se registraron casi 2.800 alumnos con necesidades educativas especiales.
A juicio de Cocemfe Navarra, federación de asociaciones de personas con discapacidad física y orgánica, este dato es “muy positivo para avanzar hacia una sociedad inclusiva y una educación para todas las personas”, si bien “todavía quedan asignaturas pendientes” como incorporar profesionales de enfermería y terapia ocupacional en los centros, ajustar mejor los recursos a las necesidades de cada menor y dotar al profesorado de las herramientas adecuadas para trabajar en diversidad.
Cocemfe ha explicado en una nota que la educación inclusiva es un derecho recogido por la Convención sobre los derechos Humanos de Naciones Unidas, un modelo educativo donde todo el alumnado, sin exclusión, se educa en centros educativos ordinarios. “Se trata de dar respuesta a las necesidades del alumnado con discapacidad durante todo el periodo educativo para potenciar sus capacidades, autonomía y su inclusión social en ausencia de discriminación. Para ello, son necesarios apoyos específicos en el aula y fuera: patio, comedor, aseos, transporte, etc.”, ha apuntado Manuel Arellano, presidente de Cocemfe Navarra.
A juicio de la federación, esta educación tiene un doble beneficio, por una parte “mejora las capacidades y la socialización de las personas con discapacidad”, y por otra “cultiva valores como el respeto, la empatía o la solidaridad”. “El secreto de una sociedad inclusiva pasa por educar en valores desde edades tempranas. Si hay discriminación en la escuela es más fácil que estos prejuicios continúen en ámbitos como el social o el laboral”, ha afirmado.
Según el estudio, los mayores porcentajes de integración corresponden a los trastornos graves de personalidad con un 99%, discapacidad visual, 98,5%, discapacidad auditiva, 98%, y discapacidad motora, 97%, mientras desciende en discapacidad intelectual, 74,8%, plurideficiencias, 73,4%, y trastornos del desarrollo, 86,6%.
Cocemfe ha explicado que “en un centro hay menores con diferentes velocidades de maduración y aprendizaje, pero que saldrán al mismo mundo”. “Por ello tenemos que ofrecerles los apoyos necesarios para lograr que en un futuro participen en la sociedad con pleno derecho y compitan con garantías en el mercado laboral”, ha añadido.
En general, “las familias están satisfechas con la educación inclusiva que reciben sus hijos e hijas”, si bien “todavía queda trabajo para reducir la brecha educativa, que se incrementa conforme avanzan las etapas educativas” “Ahora que nueve de cada diez menores con discapacidad estudian en la escuela ordinaria, hay que evitar que cuatro de ellos se queden por el camino antes de Secundaria y solo dos lleguen a la universidad”.
Según el estudio Jóvenes con discapacidad en España (2016) del Injuve, sólo el 59,5% de la juventud con discapacidad ha cursado secundaria frente al 79% del resto, y sólo un 2% cuenta con estudios universitarios, frente al 11,9% del resto.
Personalizar recursos
De esta forma, la federación considera necesario “personalizar al máximo” los recursos en función de las necesidades de cada menor, ya que “no por tener la misma discapacidad tiene las mismas capacidades, ni necesidades”.
Cocemfe Navarra registra casos en los que colegio y familia consideran que los baremos empleados por el Creena (Centro de Recursos de Educación Especial de Navarra) para asignar los recursos “no responden a las necesidades de un menor, sobre todo en discapacidades no diagnosticadas, casos en los que el resultado depende de la insistencia que ponga el colegio en conseguir recursos”.
Asimismo, Cocemfe Navarra ha apostado por adaptar la enseñanza obligatoria al alumnado con discapacidad, sobre todo con el paso de los cursos, y se ha preguntado “de qué sirve tener una rampa en la entrada si después el examen no es accesible”. “La ESO también es educación obligatoria y tenemos que eliminar todas las barreras que puedan encontrar para evitar que terminen en otras alternativas educativas que no desarrollan la plenitud de sus capacidades”, ha explicado Arellano.
En este sentido, considera “esencial” formar al profesorado, que “se siente como un carpintero sin las herramientas adecuadas para realizar un trabajo”. “Se encuentran con problemáticas a las que no saben dar la respuesta adecuada. En ocasiones es tan fácil como ofrecer más tiempo en el examen o adecuar un material, pero en otras se trata de personalizar los objetivos curriculares de una persona con discapacidad en función de sus capacidades, incluso prolongando la etapa formativa”, ha apuntado.
La federación también ha reclamado la incorporación de otros profesionales en los colegios como enfermería, tal y como ocurre en otras comunidades, para servir de apoyo a los menores en aspectos como la toma de insulina o los sondajes. “En muchas ocasiones se quedan fuera del comedor o de distintas actividades porque el docente no se ve capacitado para estar al tanto de estos aspectos y las familias no pueden pagar una persona de apoyo. Todo esto se evitaría con este perfil profesional por centro o al menos para varios centros”, ha indicado Arellano, quien también ha apostado por introducir la figura de trabajo social para ayudar en tareas como “la distribución del alumnado con discapacidad en el aula para fomentar sus capacidades”.
En conjunto, se trata de “avanzar en uno de los retos más importantes para nuestras escuelas, la inclusión, algo que no sólo es tarea del sistema educativo sino del conjunto de la sociedad”. “Es más que una cuestión de baremos o de recursos materiales y humanos. Es un reto social ya que entran en juego actitudes, prejuicios, expectativas menguadas. El objetivo es lograr una sociedad donde quepamos todas las personas sin exclusión y en equidad, toda una filosofía que ya recoge el reciente Plan de Atención a la Diversidad, aprobado el pasado año, y que esperamos pase del papel a las aulas”, ha afirmado Arellano.
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