Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
Sobre este blog

Contrapunto es el blog de opinión de eldiario.es/navarra. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de la sociedad navarra. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continua transformación.

De pasiones, emociones y conocimientos. Mejor, escuchen a Monteverdi

Alberto Royo

Guitarrista clásico, musicólogo y profesor de instituto —

0

Si hay algo que obsesiona a iluminados, gurús y 'pedabobos' (permítaseme la expresión para diferenciarlos de los pedagogos serios) es la falta de pasión que sospechan en quienes no somos partidarios del beso de tornillo como estrategia didáctica. Y, últimamente, esto empieza a ser molesto porque confundir la seriedad en el trabajo con ser un desaborido supone entrar en cuestiones personales más propias de pelea de vecinos que de racional intercambio de pareceres.

Hablo de los 'expertos' que abogan por la eliminación de los exámenes, la conversión del aula en una sesión de terapia o en un reality-show, ocurrencias que defienden, rumbosos, en tertulias, jornadas pedagógicas y otros saraos. Estas ideas 'innovadoras' contienen una acusación implícita de insulsos hacia los docentes que no compartimos tales disparates, una acusación que proviene de quien se cree con la capacidad de acumular tanta pasión en su misma mismidad que no nos queda a los demás ni una pizca que acoger. Plantearé cuatro objeciones: la primera, que tengo derecho a enseñar con la pasión que me dé la gana, como con la simpatía que Dios me haya dado (mucha o poca), con mi color de pelo o con mis gafas porque soy miope; la segunda, que la pasión y la extravagancia son conceptos muy diferentes; la tercera, que estas concepciones tontunas de la enseñanza, más propias de la psicología positiva que de planteamientos pedagógicos serios, pueden causar secuelas considerables en nuestros alumnos, como enseguida argumentaré; y cuarta, que solo quien domina lo que ha de enseñar puede llegar a transmitir pasión por ello.

La primera objeción no merece ser desarrollada por evidente. La segunda se demuestra echando un vistazo a cómo entienden la educación estas eminencias: el 'profesor-colega', los contenidos 'a gusto del consumidor', los 'cariñogramas' y 'emociómetros'... por no hablar del coaching o las metodologías de una autora muy en boga de cuyo nombre no quiero acordarme (las 'croquetas pedagógicas', la 'tortilla didáctica' o los 'huevos curriculares', por citar solo tres ejemplos). Vayamos con la tercera.

Está claro que un alumno percibe el entusiasmo del profesor (o la ausencia del mismo) cuando imparte clase, pero esto no significa que se le deban saltar las lágrimas mientras trabaja o que esté obligado a dar tres volteretas y media para demostrar arrebato. Lo que hay que pedir a un docente no es tanto entusiasmo (ni vocación) como conocimiento, profesionalidad, implicación y compromiso.

La obsesión por lo afectivo de la que hace ostentación la pedagogía hegemónica se manifiesta en la predilección por lo anti-ilustrado, lo sentimental y lo roussiniano, un favoritismo que nos aleja, cada vez más, del ideal de una escuela pública basada en el rigor y el conocimiento y alimenta la 'desresponsabilización' del alumno, al cual se hace depender de la motivación que, claro está, es a su vez responsabilidad del profesor. Pero la motivación debería traerla el alumno de casa, como el bocadillo y, puesto que no es achacable al docente que un alumno se olvide el almuerzo, tampoco lo es que acuda al instituto desmotivado. Volviendo a la pasión, es ingenuo esperar que un alumno venga a clase con 'pasión por aprender', pero sí es exigible que esté dispuesto a esforzarse, para lo que se me antojan imprescindibles la exigencia y las consecuencias (reconocimiento a quien se esfuerce o destaque; reprobación a quien no lo haga), sin las que muy pocos alumnos se esforzarían.

La cuarta alegación a la 'receta de la pasión' es la que tiene que ver con el conocimiento, ese que, según dicen, ahora está 'en Internet'. Pues bien, no veo posible la pasión sin el conocimiento. ¿Cómo sentir pasión por la belleza de la música de Monteverdi si no es a través del conocimiento? Disfrutar de la música de forma superficial es posible sin mayores empeños, claro, pero para entusiasmarse de verdad con su Lamento d´Arianna, para que se le ponga a uno 'la piel de gallina', necesita conocer que Arianna despierta en la isla de Naxos abandonada por Teseo; que implora su propia muerte (lasciatemi morire); que la música se pone al servicio de la palabra; que el compositor de Cremona, con el propósito de recuperar la antigua tragedia griega por medio de la monodia acompañada, terminó creando un nuevo género (la ópera).

Para entusiasmarse con el Lamento Della Ninfa, más sobrecogedor si cabe que el anterior, hay que saber, además de lo ya expuesto, que el trío de voces masculinas que escuchamos al comienzo presentan la escena y posteriormente puntualizarán las intervenciones de la ninfa, a la manera del coro de la tragedia clásica; que la escena describe y pinta musicalmente cómo una joven ninfa abandona su casa al alba y vaga por los bosques desconsolada (“Amor: ¿dónde está la fidelidad que el traidor me juró?”); que, nuevamente, las disonancias y su resolución, los cambios de tempo y demás recursos otorgan a la música una enorme expresividad; que el uso de un bajo obstinato de cuatro notas descendentes repetido de forma constante hasta el final proporciona un mayor dramatismo, una suerte de inexorabilidad.

De igual manera que para tratar de superar las situaciones adversas no harían ninguna falta los libros de autoayuda o los cursos de resiliencia y bastaría con acudir a los clásicos, yo aconsejo a todo el mundo los madrigales de Monteverdi, que son pura emoción. Háganme caso: empatizarán, se automotivarán, y, de paso, desarrollarán el gusto estético y la sensibilidad artística. Esto conlleva un esfuerzo, pero les aseguro que vale la pena. El escritor Eduardo Mendoza decía en una entrevista: “He leído libros aburriéndome mucho, pero consciente de que me iban a satisfacer, como Proust, Henry James, Pérez Galdós… En ocasiones tienes que decirte ”vamos a hacer una excursión que será larga y que requerirá parar más de una vez, pero al final las vistas serán espectaculares“.

Sobre este blog

Contrapunto es el blog de opinión de eldiario.es/navarra. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de la sociedad navarra. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continua transformación.

Etiquetas
stats