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Juicio a ‘la manada’: estos serán los argumentos cruzados para probar si hubo violación o consentimiento

Los medios, en el exterior del Palacio de Justicia.

N. Elia

Todas las partes han elevado a definitivas sus conclusiones: las acusaciones mantienen que se produjo un delito continuado de violación, otro contra la intimidad de la joven y otro de robo con violencia. Piden por ello penas que llegan hasta los 25 años de prisión. Las defensas, en cambio, sostienen que se trató de sexo consentido y piden la absolución de los procesados. Tras diez intensas sesiones de vista oral, ante el tribunal que dictará la sentencia han declarado la víctima y los procesados. Ante la carga mediática de la vista, el propio presidente del Tribunal Superior de Justicia de Navarra se ha pronunciado públicamente. Joaquín Galve ha considerado “inaceptable” que “existan presiones, como han existido” hacia el tribunal que juzga la presunta violación grupal a una joven madrileña en los Sanfermines de 2016, algo que, a su juicio,  “en ningún momento se debieran de producir”.

Se han analizado al detalle tanto las imágenes de los vídeos que grabaron los acusados durante los hechos como el audio de dichos archivos. Han desfilado por la sala peritos psicólogos y psiquiatras, policías forales y municipales, asistentas sociales, y numerosos testigos. Sus declaraciones tienen que servir al tribunal para decidir qué tesis de las confrontadas es la cierta, la de la joven o la de los procesados.

Esta semana tienen lugar durante dos jornadas, esta vez con presencia de los medios de comunicación, la exposición de las conclusiones de las partes. La acusación tendrá que centrarse en los aspectos expuestos durante el juicio que acrediten que la joven sufrió intimidación por parte de los acusados, ya que durante su interrogatorio expuso que no ejercieron violencia sobre ella. Las defensas, por el contrario, tendrán que destacar los elementos que, a su juicio, demuestren que hubo consentimiento por parte de la joven. Se centrarán además en sus posibles contradicciones entre que se instruyó el juicio y lo que declaró durante la vista. Y, posiblemente, intentarán plantear al tribunal que hubo un “motivo espúreo” para que denunciase a los procesados por violación.

Intimidación. Del interrogatorio de la joven, las acusaciones destacarán el carácter inesperado para ella de lo que ocurrió dentro del portal. La víctima declaró que pensaba que se adentraban en el inmueble para fumar un porro. Por eso no fue necesaria la violencia para que los procesados la introdujeran en el portal, porque ella desconocía lo que iba a pasar después. La acusación intentará dejar sentado que la víctima se encontró por sorpresa rodeada por los acusados y que, al descubrir de forma repentina sus intenciones, entró en shock y no pudo negarse ni resistirse. La acusación intentará acreditar que la joven “se sometió” a la voluntad de los procesados ante su superioridad numérica y las circunstancias en las que se encontraba, rodeada por ellos en un pasillo estrecho y oscuro.

Ausencia de violencia. Las defensas harán hincapié en los matices de la declaración de la joven que no encajan a la perfección con sus tres testimonios anteriores durante la instrucción. Por ejemplo, el reconocimiento en el juicio por parte de la joven de que no la obligaron a entrar al portal por la fuerza, cuando durante la instrucción había señalado que la habían agarrado por las muñecas y la habían empujado para que entrase al portal.

Consentimiento. Las defensas de los acusados intentarán que el tribunal considere que hubo consentimiento por parte de la joven para mantener relaciones sexuales con todos ellos. Aunque uno ha reconocido que no existió ese consentimiento de forma verbal, la defensa mantiene que no es necesario haberlo expresado de palabra, puesto que dicho consentimiento se deducía de la actitud general de la joven. Las defensas recordarán que la chica nunca dijo no, tal como declaró durante el juicio. Sobre este aspecto incidió en la vista uno de los jueces del tribunal, que preguntó expresamente a la joven si se había negado y ella respondió que no, que no lo hizo porque estaba en estado de shock.

Para elaborar su criterio sobre la verosimilitud de las versiones mantenidas durante el juicio, el tribunal cuenta con los elementos probatorios que se han ido desarrollando durante la vista. Se detallan a continuación algunos de los más relevantes:

Los forenses. La declaración de los forenses que atendieron a la joven tras la supuesta agresión sexual sirvió para establecer que las lesiones leves que presentaba la víctima son compatibles con su relato de los hechos. Las defensas de los procesados habían insistido en que un eritema o enrojecimiento en la vagina no era compatible con “la brutalidad” de lo denunciado por la joven. Pero los forenses establecieron que sí, que una violación, por brutal que sea, no tiene que dejar necesariamente lesiones en la víctima. La aparición de lesiones, explicaron, no sólo depende del agresor, sino también de la reacción que adopte la víctima, y que puede ir desde una resistencia activa, pasando por una actitud pasiva en la que su cuerpo puede presentar rigidez o relajación, hasta adoptar cierta complicidad con el violador para evitar así peores consecuencias.

 La psicóloga del juzgado. Una de las peritos judiciales que examinó a la joven durante la instrucción declaró que la víctima sufría un claro cuadro de estrés postraumático y que no fue necesario hacerle posteriores pruebas para comprobarlo. En su informe, que ratificó durante el juicio, esta perito recoge que la joven muestra un intenso malestar psicológico cuando distintos elementos le recuerdan lo sucedido; que presenta un estado de ánimo negativo persistente y que siente “culpa, vergüenza y enfado”; el informe concluye que la joven “no exagera ni minimiza sus síntomas”.

La perito dejó constancia en su informe de cómo describió la joven lo vivido en el portal, “como una situación de bloqueo psicológico en el que no sabía qué estaba pasando, no entendía la situación, no podía pensar y, en consecuencia, no pudo reaccionar”.

La pregunta del juez. El mismo juez que ha emitido hasta el momento cuatro votos particulares en el caso quiso interrogar directamente a la psicóloga del juzgado. Primero le advirtió de que su testimonio daba por sentado que se había producido una agresión sexual, y que ésa era precisamente la cuestión que tenía que dirimir el tribunal. Y después le preguntó si el estrés postraumático que presentaba la víctima podía deberse, según su criterio técnico, a haber mantenido relaciones sexuales consentidas, pero vividas con gran frustración. La perito respondió de forma afirmativa.

El psiquiatra de la defensa. Negó la existencia del estrés postraumático en la víctima y declaró que, según su criterio, no se habían llevado a cabo las suficientes pruebas técnicas para determinar su existencia. También destacó que, tras los hechos, ha joven había esperado hasta el mes de septiembre para ponerse en tratamiento psicológico.

Los audios. El análisis de los audios recogidos en los vídeos que grabaron los procesados correspondió en sala de nuevo a la Policía Foral. Los agentes que habían estudiado dichos audios recordaron que la joven no pronuncia una sola palabra en los 96 minutos de duración de los vídeos. En cambio, sí se escuchan las voces de los procesados. En unos casos, para organizarse: “Turno ahora, déjame”, requiere uno de ellos; en otros, para buscar el mejor sitio en el estrecho pasillo al que habían conducido a la joven: “Al fondo, al fondo”; y en otros, para dar a la víctima instrucciones de carácter sexual en un tono “imperativo”, según el agente de policía.

El mismo testigo también reconoció que en uno de los audios se escuchan sonidos, que no supo interpretar si eran gemidos o quejas, emitidos por una voz femenina. Sobre dichos sonidos, se escucha a los procesados pronunciar frases como “venga, ven” o “todos, todos”.

 Los vídeos. Los siete vídeos con una duración total de 96 segundos fueron exhibidos en la sala durante casi 5 horas para estudiar cada fotograma. El policía foral que los analizó para la instrucción del juicio se ratificó punto por punto en el amplio informe que había realizado sobre las imágenes grabadas por los procesados en el portal. Los vídeos reflejan masturbaciones de los acusados, y penetraciones orales, vaginales y anales practicadas a la joven. Dos de los acusados aparecen mirando a cámara y sonriendo. La joven, según el testimonio del policía, aparece en una actitud neutra, siempre con los ojos cerrados, y siempre en un plano inferior al de los procesados.

El agente reseñó en sala que, en varios momentos de los vídeos se aprecia a alguno de los procesados dirigiendo los movimientos de la joven, agarrándola del pelo o de las caderas. También existen imágenes en las que ella toca las partes íntimas de uno de los procesados, ante las que el policía no supo distinguir si se trataba de un acto por iniciativa propia de la joven o una reacción instintiva y automática. El policía declaró asimismo que no existen imágenes en las que se reflejen “acciones de violencia física” sobre la joven.

Por su parte, el análisis de las imágenes que ofreció el psiquiatra contratado por las defensas concluye que en ningún caso puede desprenderse de las imágenes que existiera agresión sexual o intimidación hacia la joven. Al contrario, este especialista en lenguaje no verbal, resaltó que la joven adopta una actitud “activa” en lo ocurrido.

El vídeo borrado y rescatado. Los agentes de la Policía Foral que participaron en la identificación y posterior detención de los procesados aseguraron durante el juicio que, aunque los acusados colaboraron en todo momento con los agentes, no ofrecieron sus móviles a la policía para que ésta pudiera ver los vídeos que habían grabado en el portal. Otro policía foral explicó que uno de los vídeos, el de mayor duración, había sido borrado del móvil de uno de los acusados antes de que fueran identificados por primera vez en la plaza de Toros de Pamplona. Dos meses más tarde, en septiembre, los expertos policiales consiguieron recuperar el archivo que había sido eliminado del dispositivo y el vídeo se incorporó a la causa con el resto de las imágenes grabadas durante los hechos.

Cuando se preguntó al procesado la razón por la que había borrado el vídeo, respondió que en aquel momento tenía pareja sentimental y no quería que ésta pudiera ver las imágenes.

Los policías que la atendieron. Los agentes de la Policía Municipal de Pamplona que primero atendieron a la víctima, minutos después de la supuesta violación, señalaron durante el juicio que el relato de la joven les mereció una credibilidad total, que no tuvieron ninguna duda sobre lo que les estaba relatando, muy nerviosa, en estado de shock y sin parar de llorar.

Las asistentas sociales. Ratificaron también este testimonio las dos asistentas sociales municipales que acompañaron a la joven tras la supuesta violación. En su opinión, la víctima presentaba un cuadro típico de una mujer que ha sufrido una agresión sexual y recordaron la tristeza, nerviosismo y dificultad para hablar de lo sucedido que presentaba la joven. Recalcaron también lo difícil que resultó a la joven afrontar su segunda declaración ante el juez en pocas horas, una crisis típica de las víctimas de violación que deben enfrentarse a recordar de nuevo lo ocurrido, señalaron.

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