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Fallecidos musulmanes buscan hueco en el cementerio de San José

N. Elia

No es lo mismo. A M.J.I. (pamplonesa, 71 años), se le acaba de morir su madre a punto de llegar al siglo de vida. A L.C. (marroquí, 44 años), se le acaba de morir su padre. El dolor que sienten ambos es el mismo, pero la forma en que van a poder honrar a sus muertos, no.

La familia de M.J.I. cuenta desde hace años con un panteón en el cementerio de San José de Pamplona donde han ido enterrando los cuerpos de sus fallecidos. Allí descansará también el cuerpo de su madre. La familia de L.C. afronta el primer fallecimiento de un familiar desde que están en el país. Y ahora buscan un cementerio en el que les permitan enterrar a su padre de acuerdo con el rito musulmán, la religión que profesan. Y la tarea no es fácil.

Tras asesorarse, descubren las dos opciones más factibles: repatriar a Marruecos el cuerpo del padre o celebrar su entierro en el cementerio de Zaragoza, el más próximo a Navarra que admite el rito musulmán. A la familia de M.J.I. el entierro de su madre le costará unos 2.000 euros de media. A la familia de L.C. le puede salir por unos 6.000 euros la repatriación del cuerpo de su padre. También pueden optar por los en torno a 800 euros que costará enterrarlo en Zaragoza (el ritual islámico carece de boato, las lápidas son pequeñas con una breve inscripción y los ataúdes son los más simples), más los costes del transporte del féretro. La familia de M.J.I. podrá visitar la tumba de su madre en Pamplona con la asiduidad que quiera. L. C. tendrá que encontrar, en cambio, el tiempo y el dinero precisos para desplazarse hasta Zaragoza si quiere rezar junto a la tumba de su padre. No es lo mismo.

Según el último estudio elaborado por la Unión de Comunidades Islámicas de España, con datos de 31 de diciembre de 2015, la comunidad musulmana en Navarra supera los 23.600 integrantes. Con presencia en los 272 municipios, la mayoría de ellos son extranjeros (15.779) que proceden sobre todo de Marruecos y Argelia, y el resto tiene nacionalidad española.

Por su parte, el Observatorio del Pluralismo Religioso en España tiene un censo de los cementerios privados y municipales que tienen reservadas parcelas funerarias para las confesiones judía y musulmana. Existen en el país 24 cementerios de estas características. Los más cercanos a Navarra son el Cementerio Municipal de Derio, en Vizcaya, que dispone de una parcela dedicada a enterramientos musulmanes, y el Cementerio Municipal de Logroño, que tiene habilitada también una parcela para el rito musulmán. Sin embargo, los musulmanes navarros suelen optar mayoritariamente por el cementerio de Zaragoza.

Integrado en el cementerio municipal de Torrero, el cementerio municipal de Zaragoza comenzó a utilizarse para enterramientos musulmanes en 1936, alojando a los fallecidos marroquíes de la Guerra Civil.

Obras

Desde 1988 se han llevado a cabo diversas obras en las instalaciones hasta convertirlo en un cementerio musulmán propiamente dicho, con un edificio que alberga los cuerpos antes de su enterramiento para que les puedan ser practicados los ritos del lavado y purificación de los cadáveres según marca su religión. Tras esta preparación, se envuelven los cuerpos en un sudario blanco, se introducen en un ataúd de madera lo más sencillo posible y se sepultan en la tierra orientados hacia la Meca.

El Ayuntamiento de Pamplona está estudiando la posibilidad de que el cementerio municipal de San José acoja enterramientos musulmanes. Representantes del área de Ecología Urbana y Movilidad se han reunido con los portavoces de la Comunidad Musulmana de Navarra y la Comunidad Musulmana de Pamplona, las dos asociaciones que agrupan a la mayoría de la población que practica la religión islámica. Ambas entidades han trasladado al Consistorio la situación a la que se enfrenta la población musulmana para enterrar a sus muertos, y han pedido que se habilite una solución. El Ayuntamiento está estudiando a través de qué vía puede hacerse posible que los musulmanes puedan enterrar a los suyos en el cementerio municipal siguiendo su propio rito mortuorio.

Existe una norma estatal que obliga a los cementerios a. Se trata de la ley 26/1992 por la que se aprueba el Acuerdo de Cooperación del Estado con la Comisión Islámica de España y que reconoce a las comunidades islámicas “el derecho a la concesión de parcelas reservadas para los enterramientos islámicos en los cementerios municipales”. En este sentido, el acuerdo añade que “se adoptarán las medidas oportunas para la observancia de las reglas tradicionales islámicas, relativas a inhumaciones, sepulturas, y ritos funerarios que se realizarán con intervención de la Comunidad Islámica local”.

El principal escollo que encuentra el Ayuntamiento de Pamplona para poder habilitar una parcela que acoja enterramientos musulmanes en el cementerio de San José es que la ordenanza, del año 2000, establece en su artículo cuarto que “no se reservará ningún espacio de carácter especial dentro del cementerio para enterramientos que pueda implicar discriminación prohibida por las leyes”. De forma que el equipo municipal es consciente de que deberá aprobar un cambio en la ordenanza para poder dar cumplimiento a la petición de la comunidad musulmana.

Pero existen otros inconvenientes. Los enterramientos que se llevan a cabo siguiendo el rito musulmán consisten en inhumar los cuerpos directamente en la tierra, sin ataúd, envueltos en tres sudarios de algodón. El primer precepto está prohibido por la ley foral que regula los aspectos sanitarios de los actos mortuorios, y el segundo está prohibido expresamente por la citada ordenanza municipal.

Sin embargo, no parece que vaya a ser necesario un cambio legal en Navarra similar al que ya adoptó en su día la Comunidad Autónoma de Andalucía. Los andaluces aprobaron un reglamento en el que se eximía del uso del féretro para los enterramientos musulmanes siempre que la inhumación de los fallecidos directamente en la tierra no representase riesgo para la salud. Las comunidades musulmanas de Navarra señalan, no obstante, que la mayoría de sus miembros acepta realizar los enterramientos de sus fallecidos con ataúdes muy sencillos, por lo que no sería necesario dicho cambio legal.

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