Higinio Ayala, cirujano navarro en Gaza: “Esto es un avispero”
“Un avispero”. Así describe Higinio Ayala la situación en Gaza. Este cirujano plástico pamplonés forma parte de un proyecto de Médicos Sin Fronteras en la zona para realizar operaciones en malformaciones congénitas de la mano. Llegó el pasado día 5 y el plan es estar hasta el próximo 25 de octubre. No obstante, cada noche a la hora de la cena, en un briefing del equipo, se repasa cómo está la situación; y, en el momento de hablar con él, es de una “calma tensa”. El miedo principal es que los brotes de violencia acaben en un nuevo enfrentamiento con bombardeos, como ocurrió en 2014, cuando se contaron 50 días de guerra. Aunque el conflicto no terminó precisamente, y la situación actual es una nueva prueba. Para evitarlo, Ayala insiste en que es necesario que los gobiernos de uno y otro bando se impliquen en pedir tranquilidad, pero reconoce que las noticias (y el equipo las sigue al día) del llamamiento de Hamás, en Gaza, a la tercera intifada hace que “tengamos los pelos de punta”.
“La gente (por personas palestinas) está muy cansada, y eso es muy peligroso. Así se puede radicalizar un conflicto. Gaza es un sitio cerrado por los cuatro costados donde quien decide si deja pasar comida, elementos de construcción o personas es quien te está oprimiendo. Es una sensación de presión continua durante décadas”, opina. “La generación actual no conoce vivir de otra forma”.
Ayala, especialista de la mano y trabajador del Servicio de Traumatología del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla (Santander), viajó el pasado 5 de octubre a la zona cuando ya se habían registrado diversos enfrentamientos. El 1 de octubre, por ejemplo, se había denunciado el asesinato de dos colonos israelíes en el norte de Cisjordania, e Israel acusó a una célula de cinco integrantes de Hamás en la ciudad de Nablus. El equipo de la ONG decidió viajar de todas formas porque la actual ola de violencia podía ser el inicio de una escalada o bien otra refriega. Entonces, reconoce Ayala, “lo hablé con mi mujer y nos entraron nuestras dudas, no voy a decir que no, pero confío en la organización”, dice en referencia a Médicos Sin Fronteras.
La entidad, por otro lado, ahora ha exigido una investigación independiente sobre cómo se produjo el bombardeo el 3 de octubre por parte de Estados Unidos en uno de sus hospitales, en este caso en la ciudad afgana de Kunduz. MSF está convencida de que fue un crimen de guerra, en el que ha habido 22 muertes. “Cuando trabajas como una ONG como esta, sabes que asumes un mínimo de riesgo”, reconoce Ayala.
¿Y cuál es la situación ahora mismo en Gaza? El balance hasta el 10 de octubre era de 19 palestinos muertos, más de un millar de heridos, así como cuatro israelíes muertos y diez heridos por apuñalamientos. “No es fácil contarlo”, explica. De hecho, cambia con rapidez. Por el momento, Ayala opera en el hospital Al Shifa y convive, junto a equipos de otras ONG (Médicos del Mundo, Cruz Roja, la OMS...) en una zona de seguridad en la ciudad de Gaza, en el centro de Gaza, a unos ocho kilómetros del muro, que es la zona más conflictiva. “En día de oración como el viernes, se suele llamar a las manifestaciones y, cuando las hay, es mejor quedarse en casa. Es lo que hicimos esta vez”, dice al repasar este pasado 9 de octubre. En esa jornada, en los hospitales de Gaza (13 son operativos) se atendió a 70 personas palestinas heridas de bala, de las que 16 seguían ingresadas, por heridas por ejemplo en arterias importantes o fracturas abiertas. Y se da la circunstancia de que Ayala originalmente iba a operar en un hospital de campaña en Khan-Yunis, al sur, desde donde este mismo sábado llegaban noticias de la muerte de dos niños palestinos, de 12 y 15 años.
El peligro de los “lobos solitarios”
En cuanto al proyecto sanitario, Médicos Sin Fronteras cuenta con un equipo de 75 personas para llevar a cabo las operaciones previstas (la mayoría es personal palestino, porque solo hay seis personas extranjeras), y Ayala es el único español. El panorama, en cualquier caso, puede cambiar si se solicita su ayuda para atender a heridos en esta escalada de violencia o si la situación es ya tan insostenible que debe evacuar la zona. Pero, por el momento, ha evaluado a 75 pacientes y la previsión es operar a 36. Esperaba que fuera por malformaciones congénitas de la mano, pero finalmente serán sobre todo por quemaduras, amputaciones y traumatismos, en la mano y las piernas, algunas de ellas “secuelas de la guerra” de 2014.
La pregunta más complicada es si la situación puede volver al punto de hace un año, y responde que “todavía somos cautos. Lo normal es que haya este tipo de brotes de violencia y que acaben en unos días”. “Es triste decirlo así, pero es habitual que haya brotes por lobos solitarios, por un palestino que acuchilla a alguien o un israelí que realiza disparos. Eso siempre está. Otra cuestión es que se lancen ataques de forma organizada y bombardeos o lanzamientos de cohetes”, detalla. Para impedir llegar a esta situación, espera que haya más “voluntad política”.