La incertidumbre y la división se apoderan de la plantilla de TRW
Incertidumbre. La falta de certezas es lo que mejor define el sentir general de los trabajadores de TRW en Landaben. Aunque una sentencia de la Sala de lo Social del Tribunal de Justicia de Navarra ha declarado que el ERE aprobado por la empresa “no se ajusta a derecho” y, en principio, esto ya puede considerarse una victoria de los trabajadores frente a la multinacional, lo cierto es que la sensación más generalizada en la plantilla es la de la incertidumbre.
Nadie sabe con certeza qué va a ocurrir a partir de ahora. Hay 22 trabajadores afectados por el ERE a quienes la empresa aún no ha oficializado su despido. Y hay otros 101 trabajadores que ya recibieron en sus cuentas bancarias el importe de la indemnización. Todos ellos esperan saber pronto qué viene ahora, si la empresa les readmitirá o si negociará con ellos un incremento de las indemnizaciones a cambio de renunciar a posteriores acciones judiciales.
El fallo judicial fue como una especie de tsunami que recorrió las filas de los trabajadores. Primero, porque la mayoría no esperaba una sentencia siquiera remotamente favorable a los argumentos del comité. Segundo, porque la idea de que el ERE “no se ajusta a derecho” daba a entender que la empresa estaba obligada a dar marcha atrás con los despidos. Y tercero, porque la sentencia llegaba en un ambiente muy degradado entre los 101 despidos llevados a efecto, los 22 despidos aún por ejecutar y la contratación de 189 eventuales para hacer frente a los picos de carga de trabajo de la planta.
El comité (CCOO, UGT, ELA, LAB y CGT) se enfrenta este lunes a una durísima tarea: no sólo debe informar a todos los trabajadores de los pasos que se van a seguir, también debe averiguar qué intenciones tiene la dirección de la empresa y, sobre todo, debe afrontar la cuestión en un clima de división entre los trabajadores que dificulta aún más la toma de cualquier decisión.
Entre los trabajadores consultados, predomina el escepticismo. Muchos consideran que, por más que se esfuerce el comité en conseguir la mejor solución, el mayor daño ya está hecho. “Trabajamos para una multinacional. Durante muchos años, sobre todo al principio de la crisis, esto nos distinguía de muchos otros trabajadores porque teníamos, por así decirlo, el chollo de un puesto fijo, unas pagas aseguradas, un convenio que nos protegía…. Ahora estamos pagando las consecuencias de que a las multinacionales se les permita despedir barato y contratar aún más barato. Es muy difícil que despertemos la solidaridad de otros trabajadores para nuestra causa. Yo te diría aún más: no hay solidaridad entre los propios trabajadores de la planta”. La reflexión es de uno de los despedidos con el ERE tras 20 años de trabajo para TRW, pero es un razonamiento que comparten muchos de los trabajadores consultados. El peor problema al que se enfrenta ahora la plantilla es su división interna. “Aquí cada cual busca salvar su propio culo”, resume otro trabajador.
Al final, lo que ocurre en TRW es que detrás de los números están las historias personales. Cada despedido es una persona con sus circunstancias vitales trastocadas, cada uno de los trabajadores que ha conservado su puesto es una persona con su vida a cuestas, y cada trabajador eventual contratado es una persona con el reto de seguir adelante como pueda.
“Llevamos ya tiempos que sólo nos llueven hachazos. Al principio es más fácil pensar en todos, en que juntos vamos a tener más fuerza y todo eso. Pero luego te das cuenta de que lo único que vale es lo de sálvese el que pueda. A mí aún me quedan muchos años de hipoteca y quiero que mis hijos puedan estudiar en la universidad. Tengo que estar a buenas con la empresa y si para eso hay que callarse la boca, pues me la callo”. Este trabajador cuenta con cierta amargura que, al tiempo que la dirección de la empresa formalizaba 77 de los 123 despidos programados por el ERE, anunció que parte de la plantilla estaba obligada a trabajar el fin de semana siguiente para poder hacer frente a la producción prevista. “Además de puta, poner la cama”, señala con mal gesto.
Otro trabajador, en este caso despedido con el ERE, se queja de la actuación del comité: “Para empezar, no estoy afiliado. Pero se supone que el comité defiende a todos. Dicen que van a recurrir la sentencia para que la empresa nos readmita. Pero, oye, que es que yo no quiero volver, que no quiero saber nada de TRW, ¿me van a obligar? ¿me van a pedir que devuelva la indemnización? Que les vayan dando a todos, ya han jugado conmigo durante demasiado tiempo”.
Ningún trabajador eventual de los que ha sido contratado recientemente ha querido prestar testimonio sobre la situación de la empresa. “¿Te extraña? A mí, nada. Están mejor callados”, advierte un trabajador a quien no ha afectado el ERE. “Se han tragado unas condiciones por las que nosotros no hemos pasado nunca, se comen los peores turnos, los ponen en los peores puestos. Pero ahí están, con trabajo durante unos meses. Y seguro que tan contentos”, añade.