Lecciones de cómic
El cómic tiene cabida en el mundo educativo. Para ayudar e implicar a alumnado, para incorporar a las clases temas de interés o bien para facilitar la explicación más didáctica. Esta es la reflexión que realizaron, hace ya diez años, los profesores del instituto IES Zizur Mayor Iñaki Redín Popi y Maite Segura. El primero, como docente de Ciencias del Mundo Contemporáneo; la segunda, de Filosofía. Ambos han usado las viñetas para educar en valores, evitar el consumo de drogas entre adolescentes, explicarles la energía nuclear o conocer el papel de las mujeres en la ciencia. Una diversidad de temas que ahora se recoge en un libro, presentado en Pamplona y con fondos de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD).
La lucha contra el consumo de alcohol o de drogas está muy vinculada al arranque de Comicreando, como se ha bautizado a esta experiencia. De hecho, arrancó en las clases de diversificación curricular, para jóvenes de entre 15 y 16 años que arrastraban problemas para avanzar en las clases habituales y que empezaban a coquetear con las drogas. “La sombra de las drogas estaba presente y podríamos haberles dado la chapa, pero se nos ocurrió hacerlo de otra forma”, cuenta Segura, con 35 años de experiencia en las aulas. Entonces, Popi, que estaba haciendo una sustitución tras haberse ganado la vida como biólogo, diseñador gráfico y artista de rock, propuso usar el cómic. “Se trataba de estudiantes a los que alguien había dicho alguna vez que eran basura. Y no es así. Intentamos trabajar su autoestima”, explica Redín, quien insiste en que la educación no tiene que dejarse llevar por “el resultadismo, por centrarnos en que solo queremos que los alumnos tengan unas notas cojonudas, porque así nos olvidamos de las personas”.
La primera experiencia fue a través de fotografías del propio alumnado, que después se convirtieron en dibujo. Pronto aparecieron los personajes propios y, después, tebeos para explicar cuestiones de actualidad, como la energía nuclear, la pseudociencia, la evolución o la guerra biológica. Todos ellos son temas que surgieron de la inquietud de los propios estudiantes. No en vano, este tipo de unidades didácticas al final permiten adaptarse a los intereses del alumnado y, por ello, pueden desarrollarse en clases más abiertas y en cursos no presionados por las exigencias de una prueba final, como ocurre al final de Bachiller con la Selectividad. Así, de diversificación curricular Comicreando también pasó a 1º de Bachillerato.
“Antes, cuando teníamos que documentarnos para hacer un trabajo, tirábamos de la enciclopedia que había en casa. Ahora, tienen Internet, que ofrece dos caras. Los estudiantes tienen un acceso total a la información, pero también hay que enseñarles a que la criben, a que distingan qué es veraz. Y, por eso, poder hacer un cómic y que investiguen tiene mucho que ver con el método científico”, explica Redín.
Un lenguaje cercano y “un estímulo”
Los cómics son obra del propio Iñaki Redín Popi y de su hijo, Iñaki Redín Kaki, que ahora es un estudiante de Bellas Artes de 19 años. Además de lograr una mención de honor de la asociación Mejora tu escuela pública 2012, también recibieron ayuda de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción para reunir años de trabajo en un libro, y el resultado es una obra de 160 páginas que ya puede adquirirse (por 20 euros) en la capital navarra (en concreto, en las librerías Katakrak y T.B.O.).
Segura subraya, además, que este tipo de experiencia puede trasladarse a otras asignaturas, cursos de la ESO e institutos. Porque, según detalla, a través de “un lenguaje cercano”, se logra “un estímulo” extra para el alumnado y que, al final, “logren tirar para adelante”. ¿Y no es ese, en el fondo, el objetivo de la educación?