“Para quien recibe un riñón, un donante lo es todo; gracias a eso estamos vivos”

“El trasplante es un tratamiento, no la curación. Porque no son hasta el final de la vida. Por ejemplo, un riñón no funciona como el tuyo”. Manuel Arellano, presidente de la asociación Alcer en Navarra, que agrupa a personas afectadas por enfermedades renales (entre pacientes, familiares y colaboradores, en la actualidad son alrededor de 500 personas), hace esta precisión para reivindicar, en parte, la importancia de poner el foco en la donación, en la necesidad constante de sensibilización, entre la ciudadanía y las instituciones, sobre su importancia. Eso sí, insiste en que para las personas receptoras, un donante lo es “todo”. Y pone un ejemplo: “Es parecido a que alguien vea a un niño que cruza mal un paso de cebra y note que se acerca un coche. A esa persona que corre y evita el accidente, cualquiera le estaría eternamente agradecido. Los que hemos recibido un riñón somos ese niño. Gracias a eso estamos vivos”.

“Hemos pasado unos años, entre 2011 y 2013, con unas cifras de donación muy malas en Navarra porque no hubo la suficiente implicación. Parecía que vivíamos de las rentas. Pero ahora se han reducido los accidentes de tráfico o los laborales [causas que a menudo están vinculadas al 70% de las donaciones de cadáver], y había que implementar otras fórmulas, y en Navarra se ha tardado al hacerlo”, apunta Arellano. El presidente de Alcer reivindica, por ejemplo, una mejor coordinación de los hospitales y promover la donación en vida, algo que necesita “muchos años de trabajo”.

Eso sí, matiza que ahora “se están empezando a ver los efectos”. En lo que va de 2015, según los datos que esta semana ha anunciado el coordinador de trasplantes de Navarra, Javier Aldave, en Navarra se han realizado 28 trasplantes de órganos, unas cifras que superan en un 25% el número de trasplantes que se llevaron a cabo en 2015.

Arellano es, precisamente, una de esas personas que vive con un riñón donado. En su caso, de su hermano. El presidente de Alcer (desde marzo de 2012) enfermó a los 14 años; el problema de este tipo de enfermedades es que, habitualmente, son asintomáticas, pero en su caso tenía décimas de fiebre, tensión alta, se sentía fatigado de forma extrema, no crecía al ritmo de sus hermanos… Al empezar la carrera de Derecho empezó a pasar por diálisis (cada lunes, martes y miércoles, “tuviera lo que tuviera”) hasta que, tras varios años, recibió el riñón. Ahora, es una de las alrededor de 1.000 personas en Navarra que padecen insuficiencia renal, en esa cifra se incluyen las 400 y 500 personas trasplantadas, las 360 que pasan por diálisis y las cerca de 200 que aún no han sido diagnosticadas y, por tanto, todavía no han accedido al sistema de diálisis.

Tres objetivos

¿Qué medidas pide ahora la asociación al futuro Parlamento foral? Hay tres objetivos. En primer lugar, cuidar la calidad de vida de los enfermos renales crónicos (Alcer, por ejemplo, ha denunciado la saturación de la sala de diálisis en Tudela, que obliga a derivar a algunos pacientes hasta Pamplona, una situación que sigue sin solucionarse), con servicios “fundamentales” como la nutrición y el apoyo psicológico, porque “no es fácil ver que vives dependiendo de una máquina” como la diálisis.

En segundo, Arellano también solicita al Gobierno que facilite con recursos económicos (los recortes han limitado en un 60% la financiación pública de la asociación) llevar a cabo labores de sensibilización de la donación, porque en Navarra se ha alegado que no es una cuestión sanitaria. Arellano reconoce que “es una actitud que nos cuesta entender”.

Y, por último, la asociación quiere promover la investigación, una meta que se ha visto afectada por la situación económica, ya que en los últimos ejercicios no han podido destinar recursos para fomentarla. Actuaciones inmediatas y a futuro que ponen el foco sobre la donación y su importancia, también en el corto y en el largo plazo.