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Una tradición clandestina, una sexualidad mutilada

Una imagen de Guinea, y con la que MdM ha elaborado el cartel de la charlas / Foto: Estrella Miqueleiz.

Garikoitz Montañés

La mutilación genital femenina (MGF) se sigue practicando en la actualidad en, al menos, 28 países africanos. En muchos de ellos, está prohibida, por eso a menudo se realiza en la clandestinidad y, según explican desde la ONG Médicos del Mundo, no precisamente por personal sanitario. Los efectos que la ablación tiene en las niñas, porque lo habitual es que se haga entre los 4 y los 10 años de edad, aunque también se han detectado casos entre lactantes, son brutales. Y no solo en sus relaciones sexuales, sino que también provoca infecciones y fístulas, además de poder conllevar problemas urinarios y durante el parto.

¿Por qué, entonces, se mantiene esta mutilación? Frente a quienes por error la asocian a la religión musulmana, desde la organización no gubernamental aclaran que esta debe “a muchas razones” que varían en función de cada etnia. Pero, ya sea por tradición, por el temor al qué dirán o el miedo a que las pequeñas sean apartadas por la sociedad, lo que está claro es que se trata de una forma de violencia de género, al sesgar la sexualidad femenina, controlar su libertad e imponer un sistema patriarcal. Se calcula, según puntualiza Médicos del Mundo a través de un comunicado, que afecta en la actualidad a tres millones de niñas en todo el mundo. Antaño, la chica que no estaba mutilada era considerada “sucia” y, ahora, puede ocurrir precisamente al revés, que un hombre vea que su mujer no disfruta del sexo y, por ello, “busque a otra”. Con todo es necesario actuar, pero “no criminalizar” y, ante todo, facilitar “más información”.

Así lo explica Fátima Djarra Sani, técnica de intervención del área de inmigración y MGF de Médicos del Mundo Navarra. Ella y la presidenta de la entidad en la Comunidad Foral, Yolanda Rodríguez, acudirán este miércoles (19:00 horas, en la sala polivalente) al Parlamento de Navarra para dar una conferencia sobre estas mutilaciones. No en vano, la entidad lleva desde 2008 impulsando un proyecto de prevención de esta mutilación en la comunidad. Y, ahora, desde la Cámara, reclamará al Gobierno Foral que avance en el desarrollo de un protocolo para atender a mujeres afectadas por este problema en Navarra, la mayoría de ellas procedentes de países como Nigeria, Mali, Senegal o Mauritania, entre otros.

Este protocolo se anunció en agosto de 2013 con la pretensión de formar a personal sanitario, jurídico, educativo o de servicios sociales sobre cómo actuar ante este tipo de casos. Entonces se calculaba que en la comunidad había unas 203 mujeres afectadas y 93 niñas en riesgo. Sin embargo, según denuncia Djarra Sani, solo se han realizado hasta el momento tres sesiones con trabajadores y trabajadoras sanitarios y de servicios sociales, pero no se ha seguido avanzando. “El objetivo es sensibilizar a estos colectivos, y todavía queda plantear estas sesiones con personal educativo y de Justicia, que tampoco es una medida demasiado costosa”, explica.

Tres días de actividades

La charla en el Parlamento es una de las actividades organizadas por Médicos del Mundo en torno a la conmemoración, este 6 de febrero, del Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina. Durante los tres próximos días, se han previsto eventos como la exposición fotográfica Un viaje con compromiso. El valor de la prevención en la lucha contra la MGF (desde el día 4 en el Parlamento), una charla sobre la prevención en el IES Tierra Estella (día 5, 11:00 horas, en Estella) o la proyección del documental BREFBREF, premiado en el Festival de Cine de Málaga (día 6, 18:00 horas, en el Civican de Pamplona).

El objetivo, según apunta Fátima Djarra Sani, es convencer a la población de que, desde aquí, también se puede ayudar a combatir la mutilación. Porque, mientras en las grandes ciudades africanas las nuevas generaciones cada vez se muestran más reacias a ella, a las zonas rurales más “remotas” es más difícil que lleguen las campañas de sensibilización y que, por tanto, la población “tome conciencia” de este problema.

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