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El PSE intenta colocar a Podemos en el bando independentista

Pedro Sánchez habla con una simpatizante socialista ante la Casa de Juntas de Gernika.

Iñigo Sáenz de Ugarte

Arrinconado una vez más por las encuestas en el País Vasco, el PSE ha intentado responder el martes al debate sobre el derecho a decidir con un acto en la Casa de Juntas de Gernika con el que reclamar una reforma del Estatuto pactada con el Gobierno central. Para eso, Idoia Mendia ha contado con la presencia de Pedro Sánchez y así vender la doble reforma, incluida la de la Constitución.

El líder del PSOE se ha reservado en su discurso ante altos cargos del partido las declaraciones sobre las grandes principios. Mendia se ha ocupado de atacar a ambos lados, con especial énfasis en Elkarrekin Podemos, partido a quien dirige su atención en los últimos días con el fin de recuperar los votos perdidos en esa dirección. En ocasiones, la crítica es ideológica (“soy incapaz de definir a Podemos como un partido de izquierdas”, ha dicho a este diario). En otras, muestra su desdén por ese partido del que dice que sólo ofrece “palabrería”.

En Gernika prefirió dar a entender que Podemos se ha vendido a los nacionalistas y llegó tan lejos como para acusar a su candidata a lehendakari, Pili Zabala, de querer sacar a Euskadi a España. “Pili Zabala es una independentista declarada”, dijo Mendia.

Zabala ha rechazado definirse cuando le han preguntado si se considera independentista. Sí ha dicho que la independencia “no es una prioridad”. En una ocasión, preguntada por dónde se situaría en una escala del 0 al 10, en la que el 10 fuera la independencia, respondió: “Me sitúo por arriba. Pongamos que es importante”.

Los socialistas intentan vender la imagen de la experiencia y el respeto a la ley en la búsqueda de reformas en Euskadi. Es una suerte de cambio tranquilo, en la línea de Albert Rivera para toda España, porque en el País Vasco las propuestas sobre la mesa son más radicales. De hecho, lo más probable es que los tres primeros partidos de la nueva Cámara defiendan reformas que ponen muy nervioso al PSE. La única manera de controlarlas sería entrar en un Gobierno de coalición con el PNV, una idea prematura antes de conocer los resultados electorales.

La candidata socialista utilizó el árbol de Gernika como símbolo de “nuestro autogobierno” que su partido lleva mucho tiempo defendiendo: “Lo defendimos en el 36 contra los golpistas, en el exilio contra el franquismo y después contra el terrorismo”.

Mendia sí está a favor de la reforma del Estatuto de autonomía, pero sus elogios a ese texto legal son tantos que llama la atención que quiera cambiarlo. De hecho, considera que el Estatuto, “que resistió los ruidos de sables y los coches bomba”, está más fuerte que nunca.

El objetivo de esa reforma es renovar el pacto que se hizo en 1979, y más en concreto, “para reforzar derechos sociales, ya alcanzados por los vascos con nuestras leyes, para modernizar servicios públicos, para que nadie quede abandonado, para que Euskadi siga siendo el punto de encuentro de vascos diferentes”. No parecen cambios muy profundos, pero, para Mendia, son los necesarios y se haría por vías legales y de forma negociada con el Gobierno central.

“No tenemos que organizar concursos de ideas ni tenemos que ocultar con frases rimbombantes la falta de proyecto como hacen los recién llegados”, presumió Mendia en otra referencia desdeñosa a Podemos.

El mayor autogobierno

Pedro Sánchez se ocupó en su discurso de comprometerse a que el País Vasco tenga un mayor autogobierno dentro de un Estado federal. Al igual que Mendia, Sánchez ha presumido de que el Estatuto está en una forma excelente –“vivo, con presente y con futuro”–, porque concede a los vascos “el mayor autogobierno que se conoce en la Unión Europea” y le permite disponer de los “recursos y competencias suficientes”.

Con tantos méritos, es difícil saber cómo justifica el PSOE la reforma, si no es porque está obligado a hacer un movimiento en ese sentido. Sánchez ha dicho que “en Euskadi soplan vientos de cambio”. Su partido está dispuesto a participar en ese nuevo momento político, pero ya ha marcado los límites, nada que tenga que ver con “el derecho de autodeterminación, la consulta y romper España y volver a la división entre vascos”.

Sánchez acabó su intervención con “algo que no he hecho nunca, hablar en euskera, a ver si me sale”. Pronunció dos frases en el final de su intervención y sobrevivió a la nueva experiencia.

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