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Las piezas romanas “excepcionales” de Iruña-Veleia tenían restos de acero inoxidable, inventado en el siglo XX

Gil y el resto de acusados, en el banquillo del Palacio de Justicia

Iker Rioja Andueza

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Si las personas que defienden la inocencia del arqueólogo Eliseo Gil y la autenticidad de los hallazgos “excepcionales” aparecidos en 2005 y 2006 en el yacimiento romano de Iruña-Veleia, a las afueras de Vitoria, demandan un análisis “científico” de las piezas por parte de un organismo “de Europa”, este lunes en el juicio que se viene celebrando en las últimas semanas en el Palacio de Justicia vitoriano han podido escuchar el testimonio de un geólogo del Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE, dependiente del Ministerio de Cultura, con sede en Madrid), quien ha dejado claro que se trata de una manipulación “burda” de piezas tardorromanas originales, incluida la llamada a ser el calvario más antiguo de la cristiandad. El listado de 'joyas' incluía también 'La última cena', jeroglíficos de la época dorada egipcia o las primeras palabras en euskara.

José Vicente Navarro, que analizó una muestra de 39 de las 476 piezas bajo sospecha y dictaminó que las inscripciones y dibujos en 35 de ellas eran “contemporáneas” y no clásicas, ha tenido que comparecer oculto tras un biombo para preservar su imagen y evitar presiones. Su testimonio ha sido largo y prolijo. El análisis “a conciencia” de los supuestos tesoros de Iruña-Veleia sacó a la luz restos metálicos, ha explicado. No son fruto del lavado ni de la acción de maquinaria como excavadoras -una tesis alimentada por el entorno de Gil-, ya que los metales aparecen en los surcos de los grabados, según el informe del IPCE.

Uno de los restos es acero inoxidable, inventado en el siglo XX por el británico Harry Brearley (1871-1948). Los otros restos, asimismo, no presentarían la oxidación propia del paso de más de 1.500 años sobre ellas. Igualmente, las películas o pátinas sobre las piezas, fruto también del paso del tiempo, desaparecen en los surcos de los grabados, informa Efe.

Otro punto oscuro que no han conseguido explicar Gil y su entorno es cómo es posible que los grabados que tienen frases incompletas no continúen en las piezas contiguas, un extremo ya recogido en informes de 2008 y que también ha detectado el IPCE. Al margen de cuestiones físicas, los expertos en latín, en egiptología y en otras áreas del conocimiento han advertido asimismo de la falsedad de las piezas por incluir expresiones extemporáneas (como la palabra italiana 'cuore' y formas castellanizadas) o incluso letras inusuales en el alfabeto de la época (como la 'j'). El informe de la Ertzaintza advirtió de que es “una de las mayores falsificaciones arqueológicas del mundo romano” de la historia.

El punto clave del juicio -en el que Gil está acusado de daños al patrimonio- es determinar, más que la falsedad de las piezas, si hay pruebas de que el arqueólogo responsable de Iruña-Veleia fue el autor material de las aparentes manipulaciones. La propia Ertzaintza matizó que el soporte en que están hechas las piezas -cerámicas o huesos- impide hacer un examen caligráfico estándar. Dos grafólogos, con diferente intensidad precisamente por el problema de la escritura fuera del soporte papel, sí que analizaron inscripciones y dibujos y señalaron a la mano de Gil.

 

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