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La línea 3 del metro se eterniza

Los vecinos de Txurdinaga y Uribarri llevan sufriendo más de cuatro años la construcción de la línea 3 del metro y todavía no saben hasta cuándo tendrán que seguir soportándolos./ EDN.

Gorka Ascorbebeitia

Polvo, suciedad, vallas que obstaculizan el paso cada pocos metros, ruidos producidos por los operarios y el continuo ir y venir de los camiones. En definitiva, las molestias típicas de cualquier obra en un medio urbano. Solo que los vecinos de Txurdinaga y Uribarri ya llevan sufriéndolos más de cuatro años a cuenta de la construcción de la línea 3 del metro y todavía no saben hasta cuándo tendrán que seguir soportándolos. La última fecha avanzada por la consejera de Transportes, Ana Oregi, en el Parlamento sitúa su fin en diciembre de 2016. Ahora bien, si el nuevo vaticinio tiene la misma fiabilidad que los ofrecidos por sus antecesores, que hablaban de finales de año pasado, los trabajos bien podrían continuar ahí hasta la próxima década.

Tampoco anima a ser optimista el hecho de que ni la consejera Oregi, ni los representantes de Eusko Trenbide Sareak (ETS), empresa pública encargada de las obras, ni los de ninguna otra institución hayan accedido a reunirse con los vecinos bilbaínos. El pasado mes de febrero, cuando ya habían transcurrido más de tres meses de la primera fecha de vencimiento que les ofrecieron las autoridades, las agrupaciones de residentes de Uribarri y Otxarkoaga solicitaron información de todas las instituciones implicadas en la línea 3. “Sólo nos respondieron desde Metro Bilbao y para decirnos que la obra no es responsabilidad suya y que una vez terminada ni siquiera lo van a gestionar”, relata Carlos Ruiz, presidente de la asociación de vecinos de Uribarri.

Sus preguntas son las que se haría cualquier otra persona en su lugar: “¿Para cuándo estará terminada la obra? ¿A qué se deben los desvíos presupuestarios? ¿La línea 3 del metro sigue siendo una prioridad?” Y la verdad es que encontrar las respuestas resulta complicado. Con cuentagotas y, normalmente, a través de comparecencias parlamentarias, los políticos sueltan pequeños flashes de información que sirven para componer parte de la película de lo que está pasando.

Así, por ejemplo, en abril el diputado general de Bizkaia, José Luis Bilbao, reveló que la obra, presupuestada inicialmente en unos 154 millones de euros, acabará costando “el doble de lo previsto”. Sobre los motivos para este incremento presupuestario tampoco se ha dicho mucho. A principios de junio Oregi explicó en la Comisión de Política Territorial del Parlamento Vasco que el presupuesto ordinario de la infraestructura ascendía ya en 2012 a 208 millones de euros. La consejera achacó este incremento del 38% a la actualización anual de precios, así como a “problemas geotécnicos” que obligaron a modificar el proyecto original.

Además, detalló que se han introducido mejoras propuestas por el Ayuntamiento de Bilbao por valor de 7,8 millones de euros, a las que se suma el nuevo acceso de Zurbaranbarri de 2,8 millones, la nueva estación del Casco Viejo presupuestada en 13, y la estación y urbanización del entorno de Matiko que asciende a otros 13,5. En total, alrededor de los 245 millones de euros.

A finales del mismo mes de junio y de vuelta en las Juntas General de Bizkaia, el grupo juntero del PNV reveló que los datos aportados por el Gobierno vasco apuntaban a que serían necesarios 126 millones adicionales sobre el presupuesto inicial, situando el montante final en los 280 millones y muy cerca de la primera previsión del diputado general. En la misma sesión, el propio José Luis Bilbao tomó la palabra para asegurar que la línea 3 sigue siendo la “primera prioridad” de su gobierno y que en caso de que se cuente con una flexibilización del déficit -actualmente los Gobiernos central y vasco negocian el tope de déficit para Euskadi- se inyectarán en la misma todos los fondos extra de los que dispongan. Ahora bien, él mismo fijó su cuantía máxima en 27 millones de euros y por lo tanto muy lejos de lo necesario para completarla.

Movilizaciones de protesta

Movilizaciones de protestaEntre tanto ir y venir de informaciones entre los Parlamentos y los medios, la principal crítica de los vecinos es precisamente esa: “¡Que lo poco que sabemos, lo sabemos por los periódicos!”, exclama Carlos Ruiz. “Si nos ofrecieran buena información y explicaciones nos replantearemos reducir las movilizaciones”, añade. Mientras este acercamiento no se produzca, a partir de septiembre reemprenderán las concentraciones y manifestaciones de protesta porque después de más de cuatro años de obras “sigue habiendo zonas de muchas molestias para los vecinos”.

El presidente de los residentes de Uribarri pone como ejemplo la calle Tíboli, cerca de la estación de Matiko, donde hay una guardería con las vallas de obra “a dos metros” y donde varios negocios han tenido que cerrar las puertas por el continuo impedimento que los trabajos suponían para el tránsito de sus clientes. En su opinión, la situación “sigue siendo mala en muchos sitios a pesar de que ante nuestra aparición en los medios el Ayuntamiento de Bilbao la ha socorrido un poco”. “Otra cosa que no entendemos, ¿por qué se encarga el Ayuntamiento de recoger las obras si no es su responsabilidad?”, critica.

Se calcula que una vez se ponga en marcha, la línea 3 del metro prestará servició a 71.000 personas y añadirá otros 12 millones de usuarios al año al medio de transporte público más usado de Euskadi, con sus más de 80 millones de desplazamientos anuales. Y lo que es aún más importante, la nueva extensión del suburbano servirá para conectar una de las zonas del Bilbao metropolitano que actualmente está más aislada.

La única forma de llegar a gran parte de Uribarri es a día de hoy la línea 26 del Bilbobús. La ampliación del metro a la zona norte de la capital bilbaína integraría la periferia en el centro gracias a un medio de transporte rápido y cómodo. Aunque en este punto también les surgen dudas a los vecinos. “Si al final la gestión depende de empresas diferentes nos tienen que aclarar cómo se van a coordinar”, detalla Ruiz. “¿Nos van a cobrar un billete para llegar hasta el Casco viejo y otro más a partir de ahí?”, plantea.

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