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“Hay pequeñas islas en las que no sabemos si queda alguien vivo”

Los equipos de emergencia trabajan contrarreloj en Filipinas

Patricia Burgo Muñoz

“La fotografía es muy confusa” explica Jaime Bernar, director de proyectos de la ONG Zabalketa, que desde 1996 trabaja en la isla filipina de Bohol, una de las localidades que se encuentra en la ruta del tifón Hayan, y que ha sufrido las devastadoras consecuencias de la catástrofe en la que se estima que han muerto 2.500 personas y puede haber afectado a más de diez millones.

Pero estas estimaciones pueden ser incluso peores debido a la compleja geografía del lugar. “Hay 100 o 200 islas es las que no sabemos qué ha pasado, ni si quiera cuántas personas pueden haber muerto, o si queda alguien vivo, ya que no hay presencia de medios de comunicación que informen sobre la situación, y ni siquiera sabemos si ha llegado la atención sanitaria necesaria ”, alerta Bernar.

El trabajo de la ONG vasca, que tiene una oficina en pleno centro de la zona afectada, se centra ahora en hacer acopio de materiales y trasladar a la población a lugares donde puedan ser atendidos. Pero la situación es todavía muy caótica porque tal y como explica Bernar hay “tan solo hay dos horas al día de electricidad de forma rotativa”, lo que dificulta enormemente las labores humanitarias y la atención sanitaria. Además, en la zona en la que opera Zabalketa, hubo hace unas semanas un importante terremoto que destruyó gran parte de los puentes de las islas de Cebú y Bohol. “Llueve sobre mojado”, se lamenta el director de proyectos. Además Bernar avisa de que ante la falta de ayuda, la población se está desplazando a los lugares donde empieza a llegar la ayuda, lo que está provocando graves problemas de alojamiento, falta de letrinas, dificultades de acceso al agua y casos de pillaje.

“Las pequeñas ayudas son efectivas”

Ante esta situación cada aportación se hace imprescindible, y tal y como recuerda el director de proyectos de la asociación “las pequeñas ayudas son efectivas y permiten llegar a grupos de población donde no llega el sistema”. Además Bernar recuerda que “recabar fondos en un escenario como el nuestro cuesta” y de hecho su organización no ha recibido ningún tipo de ayuda institucional, “llegado noviembre, si no habilitan alguna partida extraordinaria será imposible”, advierte.

En cuanto a las aportaciones individuales se muestra esperanzado porque notan a la gente “motivada, concienciada y sensible” ante esta catástrofe y la ayuda de las redes sociales “que hacen que la información llegue más lejos y en tiempo real, se está haciendo imprescindible”. Estas ayudas servirán para financiar los dos programas en los que trabaja ahora mismo la ONG. El primero, de emergencia, trata de entregar alimentos básicos. El segundo pretende ser un programa más pausado con un periodo de actuación hasta mayo de 2014 y que se fija en los grupos de población más vulnerables: niños, mujeres gestantes y ancianos.

Destrucción del tejido productivo

Filipinas necesitará como mínimo estos seis meses para recuperar el tejido productivo que ha quedado totalmente destruido tras el paso del tifón. “Se han perdido las cosechas, no hay posiblilidad de pesca ya que la mayoría de los barcos han desaparecido, lo que augura un largo periodo de hambre”, vaticina Bernar. Por eso insiste, “toda colaboración económica es importante”.

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