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“El baloncesto en silla de ruedas ayuda a desterrar prejuicios sobre la discapacidad”

La deportista Miren Lanzagorta con algunos de los participantes en el Campus de Deporte Inclusivo del CD. Zuzenak

Patricia Burgo Muñoz

Miren Lanzagorta es feliz con un balón de baloncesto en sus manos y no entiende su vida sin practicar deporte. La joven vitoriana ha trasladado esta pasión por el basket a un grupo de niños que en estos días participan en uno de los tantos campus de verano que durante las vacaciones enseñan y entretienen a los más pequeños.

Pero ni la historia de Miren es una historia convencional, ni este campus es uno más. Aquí los chavales aprenden a practicar distintos deportes adaptados para personas con discapacidad, lo que no quiere decir que para apuntarse haya que tener algún tipo de lesión. El Campus Inclusivo del Club Deportivo Zuzenak reúne a niños sin ningún tipo de discapacidad con otros que sí tienen diversidad funcional, para que juntos aprendan el valor del deporte en equipo y que, como dice Miren, “en la silla de ruedas todos somos iguales”.

Esta lección la aprendió la joven baloncestista tras sufrir dos lesiones de cadera acompañadas de sendas operaciones. “Yo jugaba al baloncesto de a pie, pero tras las operaciones me dijeron que no podía practicar ningún deporte de impacto en el que hubiera que correr o saltar”, rememora. Después de dos años alejada del baloncesto, se cruzó por su camino Lander Lozano, entrenador de la escuela de Baloncesto del Zuzenak, una fundación dedicada a promover la práctica deportiva entre personas fundamentalmente con discapacidad física, y le animó a recuperar su vida deportiva.

Miren probó el baloncesto en silla de ruedas y, a pesar de los miedos iniciales, ahora es una de las jugadoras del primer equipo y ha participado en dos concentraciones de la selección española. “Yo pensaba que todos tenían una lesión medular y vivían en una silla, pero no es así”, explica porque ella cuando sale de la cancha no necesita silla de ruedas. Esta circunstancia fue una de las peculiaridades que más sorprendió a los niños, “el hecho de que yo pueda andar les choca, y ver que gente que tiene una lesión pero que no está en una silla pueda jugar a baloncesto o a cualquier otro deporte adaptado, les llama mucho la atención”.

Para Miren su experiencia en el baloncesto adaptado le ha ayudado a desterrar prejuicios sobre las personas con discapacidad. “Muchos piensan: pobrecitos, qué merito tienen, a pesar de su discapacidad hacen deporte. Pero no es mérito, ellos pueden jugar a baloncesto en silla de ruedas y lo hacen, como el que puede jugar a baloncesto de a pie y lo hace. Es lo que le comentaba a los chavales, ya no es el hecho de hacer deporte, es quitarte muchos prejuicios que tienes de la gente en silla de ruedas, o con diferentes tipos de discapacidades”, explica.

Por eso defiende que personas sin discapacidad puedan también competir en baloncesto en silla de ruedas. “El hecho de sentarte en una silla pone a todos por igual, seas más alto, más bajo, más rápido o con las características diferentes del juego de cada uno, pero el hecho de ponerte en silla, es algo más equitativo”, dice y añade “si realmente queremos que sea un deporte inclusivo es la única forma”.

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