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Sobre este blog

Este blog pretende ser la primera ventana a la publicación de los futuros periodistas que ahora se están formando en la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación de la UPV/EHU. Son las historias que los propios estudiantes de periodismo proponen a nuestros lectores.

“Si buscas la libertad te sientes libre”

Santiago Tolsa

Luis Miguel Barcenilla

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Primeros de diciembre del 76, Santiago Marcos Tolsa –preso común–, dos etarras y un miembro de los GRAPO ponen en jaque la seguridad del centro penitenciario de Basauri: han lanzado una cuerda y se han escapado. Finales de enero del 77, los mismos prófugos, 52 días después aparecen en un desván dentro del propio recinto carcelario. Dentro de este clima de caos y confusión, trabajaron en un túnel por el que escapar. Un total de 52 días para el recuerdo.

42 años después de una de las más pintorescas fugas me recibió en una cafetería cercana a su barrio, el barrio de donde siempre fue: Otxarkoaga. Bastante lejos de casa estuvo durante su vida. No sabe por dónde empezar. Su vida fue un bucle de insumisión, desobediencia, huida y persecución. Ahora respira tranquilo cuando conduce su scooter.

Han pasado muchos años, ¿por qué entró en el centro penitenciario de Basauri?

Por atraco y robo a mano armada, como todas y cada una de las veces que entré en la cárcel. Siempre me he rebelado contra la sociedad. La vida del preso es buscar la libertad, por eso siempre intentaba fugarme. Ahora soy libre.

¿Es usted un ejemplo práctico de que la reinserción es un mito?

Sí, me siento maltratado por la sociedad. Yo no cometí ningún delito de sangre.

Pero, ¿cuántas veces ha estado en la cárcel?

No recuerdo. Ourense, Teruel, Carabanchel, Alcalá Meco, Burgos, Puerto de Santa María, Zamora, Herrera de la Mancha… La primera vez fue en el 69, me sorprendieron in fraganti mientras robaba un coche. En Basauri entré por un atraco en el que participamos tres. Nos dijeron que un día de esa semana iba a haber mucho dinero en un taller de pinturas, lo robamos y acto seguido huimos a Sevilla donde nos teñimos el pelo. Nos pillaron. Como todas las primeras veces, las cosas se hacen mal. Allí estaba el torturador de la policía franquista, Billy el niño. Nos hacían “la de la bolsa”, es decir, nos asfixiaban.

¿Ha sido torturado?

Siempre. El funcionariado de prisión nos pegaba. Sufrimos sistemáticamente violencia física. Aunque peor era la psicológica. Llegué a estar siete años aislado en un «agujero».

¿Y cuántas veces se fugó?

Cuatro veces consumadas. Una salí corriendo de los juzgados de Bilbao, otra mediante butrón en Burgos. La siguiente, en Carabanchel, fue vestido con ropa de funcionario atravesando las puertas junto a una ambulancia que venía a recoger heridos de una pelea. Me despedí tranquilamente del guarda de la garita de control. Esta fuga no salió en los medios. La más graciosa fue cuando me cambié el nombre con mi hermano y se quedó él dentro 20 días.

¿Cómo dice?

Sí, en una de las llamadas para pedir ayuda y alguna peseta a mi hermano, intervinieron la llamada y nos pillaron juntos. En comisaría acordamos que cada uno recogiera las pertenencias del contrario. Él me llamaba por su propio nombre. Confundimos a los guardias civiles y a los jueces. Mi hermano entró en la cárcel diciendo que él no había hecho nada. “Eso dicen todos”, le contestaban, jaja.

En la fuga de Basauri, con usted iban Pedro Martínez de Ilarduya, de los GRAPO, Iñaki Aramayo y Patxi Arana, miembros de ETA. ¿En qué momento les conoció y por qué decidió huir con ellos?

Les conocí de casualidad. Simplemente me lo ofrecieron y no dudé. Patxi Arana era quien más contactos tenía y movía los hilos. Nos esperaban dos comandos en un monte cercano para llevarnos lejos. Cuando estábamos a punto de salir un camión pisó el túnel y se hundió, y con ello el plan de huida. Nos encontraron. La organización se enfadó con los etarras por haber arriesgado los dos comandos.

¿Qué ideología tenía en ese momento, con 23 años?

Simpatizaba con ellos, con ETA, sobre todo en esos tiempos convulsos de finales del franquismo. No cometí ningún acto terrorista. Solo compartía ideas.

¿Y ahora?

Ahora he evolucionado, mi forma de pensar es diferente. Aunque algo queda. El camino no es el mismo, pero hay ideas que permanecen. Ahora la lucha es otra.

¿Cuál es la lucha?

Que estén cerca de casa. El reglamento penitenciario dice que hay que estar cerca de tu familia, máximo 120 km para evitar el desarraigo social. Acabar con la dispersión impuesta desde los gobiernos.

¿Cómo fueron esos dos meses? ¿Sentía mayor libertad en ese agujero angosto y oscuro?

Si buscas la libertad te sientes libre. Prefería el agujero a los barrotes.

¿Le ha sido difícil encontrar trabajo?

No. Pero apenas he tenido oportunidades, aunque por supuesto yo no iba a buscar trabajo y contaba mi pasado.

¿Está ya en paz con la justicia?

Sí, totalmente.

¿Ha superado su pasado desde un punto de vista psicológico? Con la perspectiva del tiempo, ¿sus ideas han cambiado?

Mentalmente me torturaron de forma metódica. Lo he superado porque debía superarlo, de lo contrario volvería a rebelarme. Entraría de nuevo en la cárcel y volvería a intentar fugarme. Los últimos dos años me planteé por fin salir por la puerta y no por las vallas del recinto.

¿Se sintió apoyado por la familia y el entorno más cercano?

Mi familia me apoyó. Aunque conocían mi historial delictivo, no me dejaron solo. Ellos sabían que no había hecho daño a nadie. Tras los atracos y robos, mi única lucha era evitar la prisión.

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