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Una decisión clave, ¿la carrera que me gusta o la que me asegura trabajo?

El Aulario de la Universidad Pública de Navarra.

Garikoitz Montañés

¿Elegir la carrera que te gusta o la que tiene una mejor salida profesional? Optar por lo segundo puede generar frustración; por lo primero, precariedad laboral o, incluso, desempleo. Hablar de empleabilidad en materia educativa no es políticamente correcto pero, con los y las estudiantes agobiados por la crisis económica e, incluso, dispuestos a hacer las maletas hacia el extranjero para buscar nuevas oportunidades laborales, es un tema de actualidad. Sin embargo, el responsable del Área de Empleo de la Universidad Pública de Navarra, Juan Gallego, habla claramente de ello. Y hace una defensa cerrada tanto de la formación en general como de los estudios universitarios en particular. Asegura que, con ellos, y pese a las dificultades, se parte con más posibilidades de acceder a unas mejores condiciones laborales.

Gallego realiza estas valoraciones apenas unos días después de que se conozca un estudio, publicado por el diario El País, en el que se analiza qué grado de universitarias y universitarios, por carreras, tiene empleo cuatro años después de obtener su titulación. En el caso de la UPNA, los mayores porcentajes los obtienen las ingenierías (Telecomunicaciones, por ejemplo, ha colocado a un 83% de sus promociones), maestros y maestras de Educación Infantil (el 85%) o Musical (80%) o Fisioterapia (78,6%).

Estos datos se obtuvieron cruzando el número de universitarios y universitarias con la afiliación a la Seguridad Social y el resultado, según reconoce este representante de la UPNA, se acerca mucho a los informes realizados por la propia universidad, aunque con matices. Porque, por ejemplo, puede haber alumnado que no esté cotizando por haberse marchado al extranjero (una opción no tan descabellada, teniendo en cuenta que, según una encuesta del Observatorio de la Juventud de Navarra, el 53% de los preguntados está dispuesto a emigrar) o por depender de mutuas o montepíos.

Con todo, los datos son similares a los que manejaba la UPNA entre 2008 y 2011, cuando realizó un informe sobre inserción laboral de las personas que habían terminado sus estudios. En este documento, se refleja que cerca del 60% de los titulados de ciclo, el 64% de los de un máster y el 80% de los de doctorado no habían estado nunca en el paro tras su salida de la universidad.

Pero, ¿ha cambiado esta situación con la crisis? Y, en todo caso, ¿un título asegura unas buenas condiciones laborales? Gallego, responsable del Área de Empleabilidad desde 2004, reconoce su preocupación por la precariedad laboral, que ya han denunciado con insistencia sindicatos como CCOO. Precisamente Comisiones Obreras anunció recientemente que, tras realizar una encuesta a 1.000 jóvenes (para evaluar los posibles beneficiarios del Plan de Garantía Juvenil, poco conocido entre este sector de la población), Navarra cuenta con la actualidad con entre 5.000 y 6.000 chicos y chicas que ni estudian ni trabajan. En este sentido, Gallego admite que la subida de tasas universitarias ha aumentado las solicitudes de estudiantes que piden ayuda por no poder hacer frente a los pagos.

Con todo, Gallego cree que “con una formación de calidad, con un plan para mejorar en aquello que les falta” quienes aspiran a un mejor puesto de trabajo parten con ventaja. Aunque, admite, las empresas a menudo ya dan por hecho esas cualidades y no las reconocen con mejores condiciones, como denunció la responsable de Juventud de UGT Navarra, Vanesa Jiménez.

De ahí que a este representante de la UPNA le parezca lógico que las nuevas generaciones estén atentas a los porcentajes de colocación. “La información no hace daño, es un dato más a tener en cuenta”, a pesar de que el alumnado ya está muy condicionado a estas salidas desde el Bachillerato, según asegura.

Empleabilidad, un término polémico

En este sentido, el presidente de la Asociación de Profesores de Secundaria (APS), Alberto Royo, cree que a esas edades es todavía pronto para que los y las estudiantes empiecen a tener en cuenta la empleabilidad, un concepto del que, por otro lado, se empezó a hablar con una ley educativa como la LOMCE, “y que fue inventado por los expertos en recursos humanos”. En todo caso, Royo cuestiona que “se está intentando convencer a la sociedad de que un trabajo precario es mejor que no trabajar, lo cual no deja de ser cierto, pero también demagógico y tramposo”.

En este sentido, Royo se pregunta si “¿debemos favorecer que nuestros alumnos encuentren un trabajo bien remunerado o uno que les haga sentirse realizados profesionalmente? ¿Debemos apostar por el enriquecimiento o por la vocación?”. La clave está en entender la empleabilidad como una mejor dotación de herramientas para que el alumnado pueda ganarse la vida, pero no para vender determinadas salidas profesionales. Por su parte, Gallego insiste en que, frente a las presiones, en la decisión deben pesar el potencial, los resultados y, sí, lo que el estudiante en cuestión prefiera.

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