La carga de la salud mental sobre los niños en Europa
A día de hoy, el suicidio es la segunda causa de mortalidad entre los jóvenes en Europa. La tasa de niños de entre 10 y 19 años que mueren de esta manera duplica a la de las niñas. Solo los accidentes de tráfico se llevan más vidas de chicos y chicas de 15 a 19 años.
Aunque es difícil comprender qué pasa por la mente de un niño que toma la trágica decisión de terminar con su vida, las estadísticas apuntan a un hecho indiscutible: que no abordar la carga de los problemas de salud mental está causando un sufrimiento incalculable a nuestros hijos.
De hecho, cada día perdemos a tres adolescentes en Europa debido a las dificultades de la salud mental. Esta seria estadística aparece en el histórico informe de UNICEF Estado Mundial de la Infancia: En Mi Mente. Lanzado en torno al Día Mundial de la Salud, el pasado 10 de octubre, y mientras en todo el mundo continúan las ramificaciones sociales y económicas de la COVID-19, los datos del informe muestran la amplitud y profundidad de los problemas de salud mental de los adolescentes en Europa.
Según el informe, casi uno de cada cinco niños europeos de entre 15 y 19 años padece un problema mental (en el caso de las niñas hablamos de un 16%). Nueve millones de adolescentes de 10 a 19 años en Europa viven con un problema mental: la ansiedad y la depresión constituyen más de la mitad de todos los casos.
Durante demasiado tiempo, hemos hablado de las estrategias para lidiar con los problemas de salud mental de nuestra juventud, mientras afecciones como los trastornos alimentarios, la depresión o la ansiedad afectan a los niños y jóvenes de este continente. Las preocupaciones por la salud mental no son nuevas. De hecho, ya antes de la pandemia de COVID-19 padres, profesores y muchos otros expresaron una creciente inquietud por las necesidades de niños y adolescentes en materia de salud mental. La pandemia ha puesto la salud mental y el bienestar de toda una generación en un riesgo incluso mayor. Debemos actuar ahora para proteger y apoyar la salud mental y el bienestar de los niños y jóvenes europeos.
La triste realidad es que los esfuerzos para afrontar y tratar los problemas de salud mental carecen, lamentablemente, de los fondos necesarios. Muchos gobiernos no asignan recursos suficientes para atajar el problema. Se necesita urgentemente ampliar las inversiones en una serie de frentes prioritarios.
En primer lugar, las instituciones europeas y los gobiernos nacionales deberían apoyar intervenciones para facilitar el acceso de los grupos vulnerables a los servicios de salud mental y apoyo psicosocial, así como para mejorar las infraestructuras regionales, a través del Fondo Social Europeo Plus y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional.
En segundo lugar, los gobiernos nacionales deberían incluir el acceso a los servicios de salud mental y apoyo psicosocial en sus planes nacionales de acción para el fondo COVID-19 de la Comisión Europea, el Mecanismo de Recuperación y Resiliencia. Esto debería incluir las oportunidades innovadoras que ofrecen las tecnologías digitales y online para reducir las brechas en el acceso al apoyo a la salud mental, y alcanzar a las poblaciones que tradicionalmente han carecido de estos servicios.
En tercer lugar, las escuelas son el vehículo ideal para facilitar el acceso al apoyo psicosocial y a la salud mental. Algunas estrategias que funcionan son la implementación de programas de concienciación y habilidades de ayuda emocional para los adolescentes, integrar los servicios de asesoramiento de salud mental, formar a los profesores y el personal en el fortalecimiento del bienestar de los estudiantes, y crear espacios seguros en los que los niños hablen y compartan. Complementarlo con programas de crianza positiva que prevengan la violencia doméstica. La UE debería apoyar la incitativa “seguro para aprender” para acabar con la violencia en las escuelas, de manera que los niños sean libres para aprender, prosperar y perseguir sus sueños.
En cuarto lugar, para construir una verdadera Unión Europea de la Salud, como ha pedido la presidenta von der Leyen, la Unión Europea debería invertir recursos adecuados en acciones destinadas a la formación de trabajadores sociales y sanitarios en la promoción de la salud mental y el bienestar psicosocial para los niños migrantes; todo ello, bajo el programa UE Por la Salud y el Fondo de Asilo, Migración e Integración.
En quinto lugar, la UE debería incorporar acciones específicas sobre bienestar psicosocial y salud mental en el 20% de la ayuda oficial para el desarrollo dedicada al desarrollo humano en el instrumento Europa Global, así como en los programas humanitarios para la preparación, respuesta y recuperación para abordar las necesidades de todas las poblaciones afectadas por emergencias.
En sexto lugar, es imposible sobrevalorar el valor preventivo de las inversiones en cuidado infantil y crianza de calidad, así como medidas favorables a las familias en todos los sectores.
Y, finalmente, la UE debería seguir aumentando su trabajo pionero en educación en emergencias y la integración de la protección infantil en las respuestas de emergencia.
Por encima de todo, lo que necesitamos ahora es liderazgo. Necesitamos compromiso, especialmente financiero y político, por parte de los líderes mundiales, regionales y nacionales. Un compromiso que refleje el importante rol de los determinantes sociales para ayudar a dar forma a los resultados de salud mental y bienestar.
La pandemia de COVID-19 ha dado un vuelco a nuestras vidas y ha causado una crisis global sin precedentes. Durante los confinamientos en Europa, ha aumentado la preocupación por la salud mental de los niños y sus familias, y se ha puesto de manifiesto cómo los acontecimientos en el resto del mundo pueden afectar al mundo dentro de la mente de nuestros niños.
Con la atención puesta en la pandemia y los estragos que ha causado en el bienestar infantil, debemos aprovechar esta oportunidad para implementar intervenciones clave, desafiar los estigmas, apoyar a los padres, crear escuelas solidarias, trabajar en todos los sectores, construir una fuerza laboral sólida en salud mental y establecer políticas que fomenten la inversión en soluciones reales. Los niños de Europa y la salud del continente confían en ello.
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