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Hola Vox, la información también es un derecho

Andalucía abre la puerta a la extrema derecha en las instituciones españolas

Marta Sánchez Esparza

Secretaria general del Sindicato de Periodistas de Madrid —

Al asalto de las instituciones, Santiago Abascal, el líder de Vox, cabalga en lo que parece un caballo desbocado. Creyendo cercana una gran victoria, los dirigentes de la formación no saben si esperar al domingo para descorchar el champagne –nada de cava- y son muchos los que han entrado ya en estado de embriaguez. Entre otros, los responsables de comunicación, que parecen no haber pisado nunca una facultad de Periodismo, ya que ignoran completamente el contenido del artículo 20 de la Constitución.

¿Cómo si no se explican el veto a Onda Cero, la purga de periodistas en sus canales de comunicación, o la insolencia con la que sus dirigentes aventuran ufanos el cierre de televisiones, mandan a esparragar (literalmente) a los reporteros de eldiario.es o participan en escraches a periodistas de cadenas como La Sexta cuando tratan de hacer su trabajo?

A estos políticos que dedican sus mítines a hacer bandera de determinados derechos, cabe recordarles que comunicar o recibir libremente información veraz es un derecho garantizado en la Constitución, el eje sobre el que pivota la convivencia en España. La Carta Magna garantiza que esa información debe poder llegar a los ciudadanos “por cualquier medio de difusión”, y no sólo por aquellos que sean del agrado de tal o cual partido político.

No cabe, por tanto, privar a la ciudadanía de su derecho a estar informada vetando periodistas, amedrentando a quien hace preguntas incómodas o mandando pandillas de 'hooligans' a gritar mientras una reportera hace un directo. Lo que está en juego no son solo unas elecciones.

El obsceno desprecio a los profesionales que con su trabajo garantizan este derecho coloca a los candidatos y responsables de Vox fuera de las normas que rigen el Estado democrático, y más cerca de dirigentes como Donald Trump, o, por buscar ejemplos más cercanos, al desaparecido Jesús Gil y Gil. Todos ellos se distinguieron por su filibusterismo, su estrategia de desinformación y su violento acoso a los medios de comunicación.

Para competir en la Liga Profesional hace falta respetar los dictados del árbitro, aunque sus decisiones a veces no resulten favorables. El juego democrático exige jugadores que respeten las reglas, y una de las más básicas es dejar a los periodistas hacer su trabajo. Si eso no se hace, al final, se acaba expulsado de la competición.

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