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Is there no alternative?

El dueño de Amazon, Jeff Bezos, en el Bayerischer Hof en Múnich, Alemania.

Mar Jiménez

Miembro de Barcelona en Comú, economista y periodista —

1. Después del Muro de Berlín. “Para la mayor parte de quienes tienen menos de veinte años en Europa o los Estados Unidos, la inexistencia de alternativas al capitalismo ya ni siquiera es un problema. El capitalismo ocupa sin fisuras el horizonte de lo pensable”. En efecto, los menores de 30 años han conocido un mundo en el que el muro de Berlín es historia y sólo una cicatriz que recorre a modo de reclamo turístico de la capital alemana. Así nos lo recuerda Mark Fischer en Realismo Capitalista, ¿No hay alternativa? publicado en 2009, en los inicios de la Gran Depresión que aun arrastramos.

2. Los ecos de Thatcher. Fisher nos recuerda que “es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo, es imposible incluso imaginarle una alternativa”. Thatcher ganó la partida. Su visión y liderazgo no solo inoculó el virus neoliberal en la socialdemocracia, sino que contribuyó a romper los cimientos del consenso de postguerra. La precariedad, la lucha por un techo o un ascensor social averiado se asumieron como una fatalidad propia del realismo capitalista al que nos teníamos que plegar.

3. La década de la ira. Sin embargo, no hay generación que pueda asumir sin rechistar un futuro sin esperanza. Primero vino la indignación, ahora, la ira. Tuvimos una muestra con las movilizaciones de los taxistas. Y los partidos de ultraderecha están cosechando resultados espectaculares impulsados por una ciudadanía desorientada que no solo sufre los efectos una década de austeridad, sino que también asiste desconcertada a los cambios que supone la revolución digital. Como ha señalado Enric Juliana, ha nacido “el jornalero digital al servicio de novísimas empresas de servicios conectadas a plataformas digitales con desagüe en los paraísos fiscales”.

4. Contra las élites. Cuando Fisher escribió su ensayo, en 2009, aún no había madurado el odio a las élites. “Uno de los éxitos de la élite global actual es, sin dudas, evitar que se la identifique con la figura del Padre avaro, aunque ”la realidad“ que imponen a los jóvenes sea sustancialmente más dura que las condiciones contra las que protestaba la juventud en 1960”. La situación ha virado 180 grados. Hoy las élites son objeto de la ira de los ciudadanos que prestan su voto a Vox, AfD, Frente Nacional o la Lega de Salvini.

5. La reglas del Juego. En un reciente artículo en La Repubblica, ‘E ora le élite si mettano in gioco’, Alessandro Baricco analizaba cómo la revolución digital se está convirtiendo en un amplificador de la ira de los que no se sienten parte de la élite. Frente a unos inicios marcados por el espíritu contestatario, la revolución tecnológica está ensanchando la brecha entre las elites (entre ellas Baricco sitúa los acaudalados, los políticos, los médicos, los profesores universitarios, los periodistas, los escritores y un largo etcétera) y el resto de la población.

6. ¿Hemos tomado el poder? Afirma Baricco que en el Juego (así describe el mundo en el que vivimos) creímos que podíamos invadir aquellos espacios antaño reservados a las élites. Con un teléfono móvil tenemos acceso a todo tipo de fuentes de información, expresamos nuestras opiniones, nos comunicamos con cualquier parte del mundo y mostramos públicamente nuestro ideal de belleza como antes solo hacían las celebrities. Ahora bien, ¿significa esto que hayamos tomado el poder? En parte. El juego ha redistribuido el poder, o al menos tenemos esta sensación, pero la riqueza sigue en pocas manos. Se ha democratizado el conocimiento, pero los ricos lo son cada vez más y las viejas corporaciones han sido sustituidas por GAFA (Google, Amazon, Facebook y Apple).

7. Furia social. El ‘There is no alternative’ sigue vigente, hemos sufrido una década de austeridad que se puede prolongar ante los síntomas de recaída de la economía europea, y la revolución tecnológica que nos había hecho creer que podíamos tomar el poder ha dado lugar a nuevas formas de precarización (los jornaleros digitales). La furia social estaba servida. En forma de revueltas callejeras y/o en forma de votos y más votos a los partidos que viven de alimentar esa furia, envueltos en banderas de cualquier color.

8. Hay alternativa. Los fantasmas del siglo XX se reencarnan en nuevos liderazgos y la extrema derecha es un peligro real en España después de tomar el poder en Italia. Sin embargo, hay alternativa. Si lo peor del siglo XX está volviendo, respondamos de la mejor manera: construyendo un nuevo consenso social articulado entorno un Green New Deal que ponga coto a los excesos de las grandes corporaciones nacionales y transnacionales, que deje atrás un sistema económico que está devorando el planeta y precarizando nuestras sociedades. Si no viramos, vamos al abismo.

9. Green New Deal. Este nuevo acuerdo verde debe regular al relación entre los seres humanos y los recursos del planeta, garantizando un futuro de en el que el progreso incluya a todos, también a las generaciones futuras. Se debe construir con valentía, sin temer a nadie. Para democratizar profundamente la economía y la sociedad. Recuperando la cultura como un pilar del nuevo bienestar, imprescindible para promover la igualdad de oportunidades y el pensamiento crítico. Y abordando los grandes riesgos que supone la revolución digital: el auge de las fake news, la vulneración de la privacidad y la propiedad de los datos.

10. Alea jacta est. La suerte está echada. Los partidos independentistas se han sumado a la derecha y la extrema derecha y han abocado España a unas elecciones de resultado incierto. Podemos volver a la España de blanco y negro. O podemos vivir una primavera que reafirme la excepción ibérica. Está en nuestras manos tomar todo el poder recuperando el espíritu contracultural y revolucionario de los pioneros de la revolución digital. Nos corresponde decidir cuál será el Zeitgeist de la primera mitad del siglo XXI. Ahora en España, en las ciudades y Europa después.

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