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Valor de ley

La secretaria general del PSOE-A, Susana Díaz, en rueda de prensa.

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En Una tierra prometida, Barack Obama se pregunta si atrapado por su propio moralismo “había fracasado a la hora de ofrecer a los estadounidenses un relato en el que pudieran creer; y si tras haber cedido a mis críticos el relato político, iba a poder recuperarlo.” Yo creo que Susana Díaz hace muy bien en no ceder a sus críticos el relato de las razones por las que aspira a seguir liderando el Partido Socialista en Andalucía.

Ante la profusión de declaraciones y manifestaciones de políticos y periodistas apelando a la necesidad de renovación en el PSOE-A, utilizando como supuestos argumentos de peso el precedente de Miquel Iceta respecto a Salvador Illa o los beneficios que aportaría la incorporación como líder del hombre (o mujer) invisible (de momento), o los deseos que algunos augures atribuyen al líder nacional, lo cierto es que hasta el momento solo hay una persona que ha dicho con claridad que está dispuesta a presentar su candidatura para la secretaría general del Partido Socialista en Andalucía, Susana Díaz, y que, además, pretende hacerlo conforme a las reglas establecidas: unas primarias; sin tratar de disuadir a cualquier compañero que pudiera tomar la misma decisión que ella.

En los tiempos que corren tiene mucha fuerza y un gran valor declarar que se está dispuesto a competir respetando las reglas de juego. Nunca como hoy adquiere tanta importancia no plegarse a los designios de nadie, ni a las componendas de mesa camilla, porque se trata de hacer valer el estado de derecho en nuestra organización; de respetar el valor de la ley. Y la ley establece que sea el conjunto de la militancia quien elija la persona más adecuada para gobernar el partido y, en su caso, la que consideran más capacitada para competir por la presidencia de la Junta de Andalucía.

Nadie podrá dejar de reconocer el valor y la dignidad de Susana Díaz manteniéndose en la oposición, aun habiendo ganado las elecciones de 2018 con ocho puntos de ventaja sobre el Partido Popular, durante estos dos años en los que ha tenido que aguantar todo tipo de descalificaciones procedentes de la derecha y la extrema derecha, después de haber sido presidenta de la Junta de Andalucía. Este comportamiento, no eludiendo su responsabilidad, es el valor de la coherencia al respetar la voluntad de los ciudadanos de Andalucía que la votaron.

Cuando desde las propias filas se le pide que se haga a un lado como ha hecho Miquel Iceta, se está introduciendo un elemento de confusión tanto en lo que se pide como en la razón que se da para pedirlo. No se está apoyando a un candidato alternativo del que nada sabemos, sino tan solo intentando eliminar a un posible rival. No es muy edificante ganar por incomparecencia de competidores. Primero, porque con ello se hace ostensible la debilidad de aquel, o aquella, a la que se quiere llevar a la secretaría general y segundo, porque delata miedo a que se pronuncie la militancia. Y pedirlo para seguir el ejemplo de Iceta es sencillamente falaz: Iceta, que encabezó la cuarta lista más votada en las autonómicas de Cataluña, no ha dado paso alguno para renunciar como primer secretario de los socialistas catalanes. Consecuentemente, ha creído que no es buen cartel electoral y es una decisión plausible.

En un ensayo nunca publicado sobre la literatura en Castilla-La Mancha, el autor se preguntaba si alguien había visto al hombre invisible; a lo que se respondía: “no lo hemos visto, pero existe”. Según este autor, algo así era la literatura de Castilla-La Mancha. Algo así es también a lo que Susana Díaz parece que se va a enfrentar en el próximo Congreso: existe, pero no lo hemos visto. Cuando se haga visible tendremos oportunidad de opinar, mientras tanto no puedo sino reiterar el valor de alguien que es capaz de enfrentarse a algo que no tiene nombre. En la película Valor de Ley (la de Henry Hathaway), Rooster Cogburn (John Wayne) le dice a Mattie Ross (Kim Darby): “Hermanita, tienes que aprender que no siempre consigues lo que quieres”. Gran verdad que sirve para explicar, por ejemplo, que en la política y en la vida es lo que suele suceder la mayor parte de las veces: que no siempre se consigue lo que se desea, aunque tengas mucho poder (leer Una tierra prometida) o mucho dinero y un colt enorme (ver Valor de Ley). También sirve para demostrar, más allá de las palabras, que el coraje y el valor de quien no teme a su destino porque cree que defiende una causa justa, que tiene como fundamento el respeto a las normas y a los resultados de los procesos electorales, es más fuerte que cualquier otro impulso, aunque enfrente cabalguen cuatro o los que sean.

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