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Una muralla china europea

Efectivos de Frontex, el organismo europeo para la gestión común de fronteras

Mar Jiménez

Miembro de Barcelona en Comú, economista y periodista —
  1. Leonarda Dibrani. Hace cinco años Leonarda Dibrani era detenida en una excusión escolar para ser deportada. Francia, octubre de 2013. Fue expulsada al día siguiente con su madre y sus cinco hermanos. Su padre había sido deportado a Kosovo un día antes. Vivía allí des de hace cinco años. El artífice de la expulsión fue Manuel Valls, entonces Ministro del Interior galo, que ante el bloqueo de la izquierda frente la cuestión migratoria cayó en la trampa de la extrema derecha, que ha hecho de los inmigrantes el chivo expiatorio de los problemas que acechan Europa. Valls se erigió entonces el adalid de la mano dura ordenando la expulsión de la pequeña Dibrani, que avergonzó a toda Europa. En vez de comprender donde los nacen los miedos de buena parte de la población, el entonces ministro del Interior francés optó por dar alas y legitimar el grito lepenista de “vienen los bárbaros”. 
  1. Complejidad. Hay una Europa que no se rinde a la descomposición humanista abanderada por algunos de sus líderes políticos. Hay una Europa que quiere debatir, pensar, que entiende que es en la complejidad donde se encuentran las respuestas a los grandes retos de nuestro tiempo: crisis económica, empobrecimiento, revolución digital, la erosión democrática. Vivimos en una gran mutación y las incertidumbres que provoca pueden hacer que una parte cada vez más importante de la ciudadanía se sienta atraída por los fantasmas que rompieron el continente en el siglo XX. El reto está en impedirlo. Esta semana se celebra la Bienal de Pensamiento de Barcelona. Plazas llenas para debatir y reflexionar. Poca broma. La inauguración reunió 2.500 personas la céntrica plaza Joan Corominas para escuchar a Judith Butler y Fina Birulés conversar sobre feminismos, género y mucho más.  Una Bienal que bebe mucho de Italia, de iniciativas parecidas impulsadas des de hace unos años en Modena o Torino. En Italia precisamente ya hace tiempo que se llenan los teatros para escuchar a Alessandro Baricco. Son ampliamente recordadas sus Palladium Lectures, conferencias en las que el escritor y fundador de la Escuela Holden examinaba los asuntos más insospechados para abordar las grandes cuestiones nuestro tiempo. Una muestra: más de una hora y media dedicada a reflexionar sobre el tiempo a raíz de la huída de Luis XVI.  Baricco, conocido por su célebre Seda es autor de diversos ensayos tener en cuenta. Acaba de publicar The Game, un libro que habrá que leer, en el que analiza como Silicon Valley está cambiando el mundo. Anteriormente escribió Los Bárbaros. Ensayo sobre la mutación, en el que en treinta entregas publicadas en durante el 2006 en La Reppublica analizó, en un recorrido que va del el futbol, Google a el vino, el declive de la cultura burguesa occidental a manos de los bárbaros.  Concluyendo de hecho que bárbaros somos todos. O al menos mayoría. 
  1. Alessandro Baricco. El epílogo de Los Bárbaros Baricco lo dedica a analizar la Muralla China. Un interminable muro levantado entre 1400 y 1699 no tanto para contener al enemigo sino para afirmar la propia identidad nacional. Frente a la amenaza del otro. Frente al miedo al diferente. ¿Les suena? “Fue el parto de una única dinastía, los Ming. En apariencia, la idea era la de defenderse de los nómadas del norte erigiendo una muralla que corriera desde el mar hasta las profundas regiones occidentales. En realidad, el asunto era bastante más complicado. Donde nosotros tendemos a ver un dispositivo militar se escondía, en cambio, una manera de pensar”. Para Baricco, “la Gran Muralla no defendía de los bárbaros: los inventaba. No protegía de la civilización: la definía”. 
  1. Murallas chinas. Esto es lo que está sucediendo hoy en Europa, en EUA y en otras partes del planeta. Ante la mutación que estamos viviendo, ante los temores de una parte importante de la ciudadanía, los Salvini y los Trumps de turno imaginan una invasión bárbara. Y convencen de ella a una parte importante de la población. Son políticos de distintas tipologías pero que tienen algo en común: dar respuestas simples a quién necesita claridad para digerir las incertidumbres del cambio de época que estamos viviendo. Aunque esas respuestas sean falsas. Ante la crisis de la democracia, inmersos en un cambio tecnológico que afecta a todas las esferas de nuestra vida, y con el empobrecimiento de una parte importante de la población, estos políticos han inventado un culpable imaginario. Y han empezado a alzar murallas para definir que es y que no es civilización. Distinguiendo entre buenos y malos. ¿Perverso? Mucho. Pero muy efectivo. La popularidad de Salvini en Italia no para de subir. Trump es el hazmerreir de la Asamblea General de la ONU pero no sufre un significativo coste electoral. El impulso a menudo es menospreciar a los que votan estos líderes populistas. Cometemos un grave error. Deberíamos preguntarnos por qué son votados. En que hemos fallado. Y en que están fallando las opciones de progreso en tantos países de Europa, en EUA, o en Latinoamérica. 
  1. Rossobrunismo. La pelota está en el tejado de la izquierda. En el campo de aquellos que formulan propuestas transformadoras. Pero, sin duda, evitando caer en la tentación de abrazar algunas de las tesis populistas de replegamiento nacional y controles migratorios tal como está haciendo el rossobrunismo en Italia, como hicieron Julio Anguita, Héctor Illueca y Manolo Monereo con su bochornoso artículo publicado en Cuarto Poder, o como propone el nuevo movimiento alemán Aufstehen (En Pie) de la dirigente de Die Linke Sahra Wagenknecht. Por qué aquella izquierda que legitime estos movimientos populistas será aún más culpable que los propios líderes de extrema derecha. Porque le estarán regalando la hegemonía cultural y la centralidad.  
  1. Somos mutantes. Dice Baricco al finalizar su delicioso ensayo sobre Los Bárbaros: “No hay fronteras, no hay civilización de un lado y del otro barbaros: existe únicamente el borde de la mutación que va avanzando, y que corre por dentro de nosotros. Somos mutantes”. Cualquier propuesta de progreso que quiera ser ganadora deberá entender que hay una parte muy importante de la población aturdida por esta mutación. Hay que hablarles. Hay que escuchar a los vecinos y vecinas de nuestros barrios y atender a sus inquietudes. Empatizando con sus miedos.  Dando respuestas claras, inteligibles, que aunque se basen en análisis complejos tengan apariencia de simplicidad. Y que conecten la escala local con la escala europea.  En España tenemos una oportunidad inmejorable el año próximo. Las elecciones municipales y europeas coincidirán el 26 de mayo. Asumamos el reto, aceptémonos como mutantes, entendemos que cual es el campo de juego y trabajemos por un mayo español de progreso que apuntale la incipiente excepción ibérica. 
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