Pan para hoy, bloqueo para mañana
Una de las afirmaciones más llamativas de Pedro Sánchez durante la fallida sesión de investidura fue la propuesta de reformar el artículo 99 de la Constitución para facilitar, al menos así lo afirmó el candidato, la conformación de gobiernos y la estabilidad del país. En este contexto Pedro Sánchez se refirió en varias ocasiones al modelo de investidura asturiano, en el que no se permite a los diputados y diputadas votar en contra de las candidaturas a la presidencia de la comunidad. Así, se favorecen gobiernos en minoría y, de hecho, se eliminan alicientes para negociar coaliciones, tal y como ha sucedido en Asturies, en donde el PSOE encadena su segunda investidura en minoría.
No parece casual, en este sentido, que justo cuando gran parte del electorado progresista reclama una coalición entre el PSOE y Unidas Podemos, Pedro Sánchez se fije en el modelo de Asturies, en donde se puede formar gobierno sin alcanzar acuerdos, ni de investidura, ni de legislatura. La reforma del 99 y avanzar hacia una investidura “a la asturiana” favorecería, efectivamente, que un candidato pudiera formar gobierno en minoría. Sin embargo, ¿es cierto que, tal y como afirma Pedro Sánchez, eso redundaría en mayor estabilidad y gobernabilidad? Examinemos la trayectoria institucional del modelo asturiano.
Ya en 2011 Foro Asturias forma un gobierno en minoría; el partido de Álvarez Cascos, exministro de Aznar, logró su investidura contando con el apoyo de solo 17 de los 45 diputados de la Xunta Xeneral. A pesar de la falta de apoyos, y al impedir el modelo asturiano el voto en contra, Cascos se convirtió en presidente, aunque su gobierno caerá meses más tarde, tras haber perdido todas las votaciones parlamentarias y decaer los presupuestos autonómicos, tumbados por PP, PSOE e IU.
En 2012 se forma un nuevo gobierno y UPyD entra al Parlamento asturiano. IU y UPyD votaron a favor del candidato socialista Javier Fernández, retirando su apoyo apenas un año después, tras incumplir el gobierno del PSOE su promesa de reformar la escasamente proporcional ley electoral asturiana. También cayeron los presupuestos autonómicos, rescatados únicamente en el último año de la legislatura gracias a la entente del PSOE asturiano con el Partido Popular.
En 2015, ya con 6 partidos en el hemiciclo asturiano (PSOE, PP, Podemos, IU, Ciudadanos y Foro), Javier Fernández salió investido de nuevo en minoría, con solo 19 votos de los 45 escaños en disputa. El PSOE no tenía mayoría para gobernar pero el modelo de investidura asturiano le permitió ser presidente negándose a negociar con Podemos los apoyos pertinentes para garantizar la estabilidad. De tal forma, su legislatura se caracterizó por el bloqueo permanente, una presidencia en minoría que no fue capaz de sacar adelante los presupuestos de 2015 ni los de 2017. En 2016 Javier Fernández aprobó unas cuentas sin avances sociales significativos merced a su acuerdo con el Partido Popular, paralelo al apoyo de la gestora socialista a la investidura de Mariano Rajoy. Solo en la recta final de la legislatura se aprobaron unas cuentas de carácter social gracias a que Podemos Asturies puso fin a una época de bloqueo logrando que se contratasen más de 600 profesionales sanitarios, una reducción de un 25% en las matrículas universitarias y de un 50% en las escuelas 0 a 3, entre otras medidas.
En 2019, en definitiva, y ya con 7 partidos en la Xunta Xeneral tras la entrada de Vox, el candidato del PSOE, Adrián Barbón, ha vuelto a ser elegido en minoría. El sistema asturiano le permitió esquivar la negociación con Podemos Asturies, a la que únicamente dedicó los últimos 3 días, dejando pasar 46 sin ni siquiera contactar, y limitando su propuesta a un folio con 12 puntos. La presente legislatura, por tanto, se presenta complicada en Asturies, con un presidente que no aspira a articular mayorías que permitan abordar reformas de calado, acogiéndose a un mecanismo de investidura que favorece, precisamente, la parálisis y el bloqueo.
Hemos de insistir en ello: el bloqueo de la acción política durante la legislatura es el efecto más notable del modelo de investidura asturiano. En solo 8 años, en Asturies ha habido cuatro gobiernos en minoría, cuatro prórrogas presupuestarias y unas elecciones anticipadas. Queda claro que este modelo de investidura en minoría no ofrece estabilidad, sino soledad y, en última instancia, bloqueo, por lo que difícilmente puede convenirle al gobierno de un país que necesita afrontar cambios urgentes y profundos en su estructura social y productiva.
Sin embargo, durante esos 8 años en los que solo se aprobaron cuatro presupuestos, dos de ellos se pactaron entre el PSOE y el Partido Popular. Ese es otro efecto del modelo de investidura asturiano: al desalentar las negociaciones entre fuerzas ideológicamente afines, favorece acuerdos entre las dos grandes patas del extinto bipartidismo. ¿Ese es el mensaje que lanza Pedro Sánchez cuando pide la reforma del 99 y se dirige a Pablo Casado y Albert Rivera, tras vetar a Pablo Iglesias? ¿Acaso contempla un gobierno en minoría sostenido por el PP o Ciudadanos en los momentos clave de la legislatura? Si tales fueran los cálculos del candidato socialista, la historia de las últimas sesiones asturianas deberían mostrarle a las claras que ni siquiera la inverosímil alianza entre el PSOE y el PP trajo estabilidad a los gobiernos socialistas. Una investidura sin apoyos es pan para hoy y hambre para mañana, y cualquier partido que quiera desarrollar un verdadero programa de gobierno debe garantizarse los apoyos necesarios para sustentarlo. Un gobierno de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos, justo y proporcional, dispuesto a desarrollar un acuerdo programático durante la legislatura, contribuiría en mayor medida, qué duda cabe, a proporcionar estabilidad al país. La tentación de tomar un atajo para evitar la negociación entre las fuerzas progresistas sólo conduciría a una legislatura estéril y, en el peor de los casos, a un gobierno del PP, Ciudadanos y Vox. Frente a este peligro, es hora de alcanzar acuerdos. Con generosidad, con altura de miras y con la certeza de que este es un momento crucial para nuestra gente. No la defraudemos.