Pobreza: cuando el tamaño sí importa
Cada vez que se presenta un informe de pobreza, como el que EAPN España presentó la semana pasada, un temporal de opiniones y valoraciones contradictorias arrecia: ¿son buenos los datos? ¿Ha descendido el porcentaje de pobreza? ¿Inflan las ONG los números? Ante la marabunta de cifras y de opiniones, ¿podemos decir cuál es el verdadero tamaño de la pobreza?
Lo primero que tenemos que aclarar es que no tenemos un indicador único para medirla: es bueno acercarse a fenómenos complejos con más de un instrumento, ya que la pobreza y la exclusión social son fenómenos multidimensionales. Cuando observamos la pobreza, no sólo la analizamos midiendo la cuantía de la renta (tasa de pobreza), sino también las posibilidades de consumo (privación material), la baja intensidad del empleo, la brecha entre ricos y pobres, la incidencia del paro, la protección que ofrecen ante la vulnerabilidad las políticas públicas, etc.
¿Y qué escenario nos muestran los datos hoy? Datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística y Eurostat, no de las ONG. Sin trampa ni cartón:
En España, el indicador de riesgo de pobreza y exclusión europeo (AROPE) que incluye tasa de pobreza relativa, privación material y baja intensidad del trabajo en el hogar, llega al 28,6%, 13.334.573 personas. La tasa AROPE ha bajado 0,6 décimas con respecto al año anterior. Una leve mejoría. Sin embargo, venimos de un empeoramiento generalizado de la situación social en todo el Estado desde el año 2009. Entre los años 2011 y 2015, el indicador europeo AROPE muestra un incremento en el número de personas viviendo en situación de riesgo de pobreza o exclusión social de 1.062.084.
No todas las personas que están en situación de pobreza son igualmente pobres. Nos preocupan especialmente quienes están en pobreza severa, es decir, quienes tienen ingresos por debajo del umbral del 30% de la mediana de la renta (333,8 euros mensuales para el hogar de una sola persona), que en el año 2015 afectaba ya a 3.543.453 personas. La pobreza severa ha aumentado 0,7 puntos porcentuales, lo que significa que 326.000 nuevas personas se han agregado a este grupo. Un leve empeoramiento.
La tasa de trabajadores/as pobres (que no superan el umbral de pobreza, a pesar de tener un empleo) ha pasado de 11,7% en 2013 a 14,2% en 2014 y a 14,8% en 2015: una tendencia al alza.
La tasa de privación material severa ha ascendido del 4,5% en 2009 al 6,4% en 2015, afectando a 2.993.365 personas.
No es lo mismo ser pobre en el norte o en el sur de España. Las tasas de AROPE más altas están en Andalucía, con 43,2%, y Ceuta, con 41,7%. Las más bajas corresponden a Navarra, con 13%, y el País Vasco, con 17,6%.
España es el tercer país con mayor desigualdad de la UE, después de Rumania y Bulgaria, y es el tercero en el que la pobreza ha aumentado más fuertemente durante la crisis.
Uno de cada tres niños en España vive en hogares pobres. La tasa de pobreza infantil ha bajado en dos puntos porcentuales comparado con el año anterior.
Como se ve, unos indicadores bajan, y otros suben. ¿Qué conclusiones sacamos de este fenómeno?
Las variaciones que indican mejorías son aún muy leves: los indicadores siguen siendo muy altos. El incremento reciente de ciertos indicadores macroeconómicos no han reducido con la misma intensidad los indicadores de pobreza y desigualdad. No se han traducido en una mejora de las condiciones de vida de la mayoría de las personas, incumpliendo los objetivos sociales previstos en la Estrategia Europa 2020.
Hoy es 17 de octubre, Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza. No tenemos mucho que celebrar. Las organizaciones sociales hemos salido a la calle durante toda la semana pasada para reivindicar que detrás de esta maraña de números, cifras, porcentajes y estadísticas hay personas. Personas con nombre y apellidos que se levantan cada mañana sin saber cómo harán para pagar el alquiler a fin de mes, sin atreverse a poner la calefacción y con la prestación por desempleo agotándose. Personas como ustedes y nosotros, pero a quienes arrebatamos cada día un trocito de dignidad.
Detrás de cada dato estadístico hay una vida cuyos derechos son vulnerados sistemáticamente por una estructura económica y social injusta y desigual. Una vida libre de pobreza y exclusión es un derecho, no un privilegio.
Y entonces, ¿cuál es el verdadero tamaño de la pobreza?
El verdadero tamaño de la pobreza es el de nuestra capacidad de acción, de hacer de la lucha contra la pobreza una tarea posible, asumible y deseable: mejorando el sistema de garantía de ingresos, aumentando las prestaciones por hijo a cargo, aumentando la capacidad redistributiva de las políticas económicas, sociales y fiscales, para lograr una mayor cohesión social y equidad en todo el Estado.
Sin duda nos enfrentamos a grandes retos. Enormes. Gigantes. Urgentes. Pero podemos enfrentarlos. Podemos hacer de la pobreza y la exclusión un reto de nuestro tamaño. Porque el tamaño sí importa: luchemos por erradicarlas.