“Santuario”: la protección del planeta debe ser la nueva normalidad
Hoy es el Día Mundial de los Océanos. Y su protección es hoy más urgente que nunca. Muchos de nosotros seguimos viviendo a día de hoy un tiempo de una agitación sin precedentes. Y empezamos a pensar cómo vamos a pasar a la siguiente fase de la historia de la humanidad. Lo que está claro es que nuestro planeta no puede volver a lo de siempre.
En nuestro documental Santuario, disponible en muchas plataformas, retratamos nuestra experiencia formando parte de una lucha necesaria para proteger nuestros océanos y creemos que es más relevante que nunca pensando en el mundo que queremos.
El ritmo con el que hemos empezado a actuar, como especie, para abordar esta urgente amenaza existencial, quizás sea un rayo de esperanza que nos muestra que, unidos, somos capaces de tomar unas medidas que son urgentes y cruciales para proteger nuestros océanos, nuestros bosques y nuestro clima (los sistemas que sostienen la vida en nuestro planeta) para las generaciones futuras.
Ya hay en marcha un plan de rescate global: llegar a un acuerdo en la ONU para un histórico Tratado Global de los Océanos, y cubrir por lo menos un tercio de los océanos del mundo con santuarios oceánicos protegidos. Esa es la razón por la que nos unimos hace dos años a una misión de Greenpeace que tenía como objetivo crear la mayor zona protegida del planeta: un Santuario en el océano Antártico. Fue un viaje épico a una de las últimas regiones salvajes del planeta. Hemos podido contemplar, junto a científicos y activistas, las maravillas de un mundo helado que es necesario que protejamos urgentemente.
Hoy, Día Internacional de los Océanos, nos gustaría invitarte a que te unieses a este viaje. El documental, Santuario es la historia de una lucha por un planeta mejor para todos, una historia de esperanza, una historia sobre científicos y activistas que nos motivan, gente común, que dedica su vida a defender nuestro mundo natural.
El océano proporciona la mitad del oxígeno del mundo, así como alimento para miles de millones de personas. Nuestros océanos también absorben las emisiones que destrozan el clima, y que frenan el cambio climático. Pero los efectos de la actividad humana como el cambio climático, la pesca industrial, la contaminación por plástico o la minería de los fondos marinos, hacen que hoy se encuentren más amenazados que nunca.
En nuestro viaje comprobamos como la avaricia y el poder de las corporaciones amenaza incluso a las formas de vida más pequeñas, como el krill que es la base de toda la red trófica de la Antártica, y pudimos comprender el efecto que tendría sobre nuestra vida el colapso de los ecosistemas oceánicos.
En el Antártico, empequeñecidos por la inmensa mole de los icebergs y con ballenas gigantes surgiendo del agua cristalina, tuvimos el privilegio de vivir una experiencia que nos llenó de humildad. Pero más que verlo, queremos que la gente sienta lo mismo que sentimos nosotros estando ahí, que sienta que, si no logramos protegerlo, lo que nos jugamos es nuestro planeta.
Sabemos el poder que tenemos cuando nos unimos para hacer que se oiga nuestra voz. Es posible coordinar una respuesta verdaderamente global ante la crisis climática. Reconstruir mejor y no volver a lo de siempre. Y proteger nuestros océanos, de los que dependemos. En los momentos de crisis, unidos somos más fuertes.
Tenemos el poder de crear conexiones entre nosotros, ahondar nuestras raíces en el mundo natural y exigir a nuestros líderes que protejan el planeta para las generaciones venideras. Ya somos más de tres millones los que nos hemos unido al llamamiento por un tratado global para proteger los océanos del mundo. Únete a nosotros en este viaje. Aunque muchos de nosotros ahora mismo nos sintamos atrapados, podemos ser parte de algo más grande. Esta puede que sea la última oportunidad que tengan nuestros océanos: démosles el santuario que necesitan.
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