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Se acabó el juego

El presidente en funciones, Pedro Sánchez, a su llegada a la ronda de consultas con el rey Felipe VI

Javier Pérez Royo

Es sobradamente conocido que el ex presidente de los Estados Unidos Harry S. Truman ordenó colocar en su mesa de trabajo del Despacho Oval un rótulo con la leyenda: “The Buck stops here”. Procede del mundo del póker, en el que se definía como “the buck” a la señal que se colocaba delante del jugador que tenía que repartir cartas y que iba corriendo a medida que se desplazaba a otro jugador la responsabilidad de ejecutar dicha tarea.

Con dicha leyenda, el ex presidente Truman enviaba dos mensajes: primero, el ejercicio de la presidencia del Gobierno no es ningún juego; y segundo, ningún presidente puede desplazar la responsabilidad de ejecutar ninguna de las tareas que como presidente le corresponde. El poder presidencial no es un juego y su ejercicio es personal e intransferible.

Lo que vale para el presidente de los Estados Unidos vale también para el presidente de Gobierno de cualquier democracia parlamentaria europea. No puede transferir a nadie el ejercicio de su responsabilidad. Felipe González dijo en alguna ocasión que ser presidente del Gobierno supone no “poder pasar el teléfono”. La llamada que recibe el presidente es la última.

Me temo que Pedro Sánchez no ha interiorizado este mensaje. En cuanto presidente en funciones que ha sido designado tras la celebración de las elecciones generales por el Jefe del Estado como candidato para solicitar la investidura del Congreso de los Diputados y formar Gobierno, tenía que haber sido consciente de que la responsabilidad de conseguir la mayoría necesaria para la investidura era exclusivamente suya y que no podía transferírsela a nadie.

Ha hecho todo lo contrario. Se presentó al debate de investidura en el Congreso sin haber negociado el apoyo de ninguna de las demás fuerzas políticas con representación parlamentaria y desplazó la responsabilidad al PP y Ciudadanos, por un lado, a los que exigió la “abstención”, y a Unidas Podemos, por otro, al que exigió su voto sin contrapartida de ningún tipo.

Aunque, tras haber pronunciado su discurso de investidura y no haber obtenido ni la abstención de los primeros ni el voto positivo de los segundos en la primera votación, se produjo una suerte de conato de negociación con Unidas Podemos de cara a la segunda votación, tal conato no condujo a buen puerto. Pedro Sánchez volvió a obtener 124 votos.

Abierto el plazo de dos meses a partir de ese momento para intentar de nuevo la investidura y evitar la repetición de las elecciones, Pedro Sánchez está volviendo a comportarse de la misma manera que lo hizo en su primer intento. En lugar de negociar con quienes pueden proporcionarle la mayoría necesaria para ser investido presidente, se ha dedicado a 'jugar' no se sabe muy bien a qué, reuniéndose con la 'sociedad civil', que no dispone de un solo escaño en el Congreso y de la que no depende, en consecuencia, su investidura como presidente del Gobierno. A este juego ha dedicado ya casi un mes. Y como la investidura no es un juego, la posibilidad de que se constituya Gobierno y se evite la repetición de elecciones sigue exactamente igual que estaba. Pedro Sánchez cuenta con 124 escaños y nada más que con 124 escaños.

Tiene que trabajar para conseguir los que le faltan. No 'jugar' a que está trabajando, reuniéndose con quienes no pueden votar en el Congreso, sino trabajando de verdad, es decir, reuniéndose con quienes sí están en el Congreso y pueden hacerle presidente del Gobierno.

En mi opinión, el Jefe del Estado no debería consentir este comportamiento del Presidente del Gobierno en funciones. El artículo 99 de la Constitución dice taxativamente en su apartado 4 que, fracasada la primera propuesta de investidura “se tramitarán (en imperativo) sucesivas propuestas”. El Rey debería a exigir a Pedro Sánchez que dijera con claridad si está dispuesto a negociar para obtener una mayoría de investidura o no está dispuesto a hacerlo, a fin de poder explorar la posibilidad de tramitar otra propuesta. No debería dejar pasar el tiempo ante la evidente falta a de “negociación parlamentaria” para conseguir una mayoría de investidura.

En mi interpretación del artículo 99 de la Constitución, el Rey tendría que haber iniciado ya la ronda de consultas con los distintos partidos con representación parlamentaria, con la finalidad de proponer un nuevo candidato, que puede ser de nuevo Pedro Sánchez o no. Pero tendría que haber oído ya a dichos representantes y no dejar pasar el tiempo para que Pedro Sánchez 'juegue' a la investidura sin hacer el trabajo que dicha operación requiere.

El juego no puede continuar ni un día más. Ya ha pasado demasiado tiempo. El presidente del Gobierno en funciones y el Jefe del Estado tienen la obligación de ponerle fin.

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