Acebes ensaya las respuestas de Rato y Blesa
Es más que probable que el anteúltimo imputado del PP por presunta corrupción, Ángel Acebes, esté memorizando en este minuto la frase que deberá decir al juez Ruz cuando éste le cite: “yo no sabía que tomar dinero negro —que no sabía que era negro, ni dinero—, de la caja B —que no sabía que era caja, ni B— del PP —que no sabía que era PP—, y dárselo a un grupo de comunicación —que no sabía que era grupo y menos aún de comunicación, pensaba que erapropaganda— estaba mal”.
Y tú, le dirá el abogado listillo a Acebes con cara de cobrarle una pasta por la frase, si ves que el juez pone cara de perplejidad, te sacas el segundo argumento ganador: “es que, señoría, estamos hablando de la herencia recibida”. Si el juez sigue dudando, es improbable, pero, imagínate que duda, le anima el letrado, pues vas y le dices algo que le va a paralizar: “señoría, yo me encontré las cosas así, no sé si estaban bien o mal, no sé de hecho lo que es el bien y el mal, sé que era limosna para Losantos y eso, en un creyente, impone”.
Acebes puede tener como material didáctico para su preparación las entrenadas declaraciones realizadas hasta ahora ante el juez por gente como Blesa, puesto por Aznar en Caja Madrid; de Rato, puesto por Rajoy en Bankia, e incluso de Arturo Fernández, cuate de Esperanza Aguirre y que ha desbancado al actor cómico con sus chistes insuperables sobre las preferentes y la tarjeta negra.
Si Acebes cree que con esa munición de mentiras no es suficiente para salir airoso, siempre puede recurrir a los silencios de Aznar, el que puso a Blesa; o al mutismo en plasma de Rajoy, el que puso a Rato.
El mambo de la corrupción en el PP sigue suministrando personajes y ahora le llega el turno al que fue ministro del Interior cuando hubo que salir a contar, varias veces, la mentira de que el atentado del 11-M de 2004 era obra de ETA. (“Si es ETA, ganamos las elecciones; si son los islamistas, las perdemos”, fue la consigna de Moncloa impuesta a machamartillo en televisiones, prensa y embajadas). Uno de los más vehementes difusores de la mentira fue Losantos, que llegó a echar la culpa de la matanza a la policía española, que dijo que los suicidas de Leganés no eran tales —¿quién no tiene un par de cadáveres congelados en la nevera, por si acaso?—, y que el GEO Torronteras, según esa mentira, no era víctima de los terroristas suicidas de Leganés. ¿De que murió, entonces? Para ese Losantos hacía falta dinero B del PP.
Alberto ultraliberal Recarte ha demostrado que puede estar a la vez fundiendo la tarjeta negra de Bankia, rebañando dinero negro del PP para Libertad Digital y alabando la educación en valores, la cultura del esfuerzo y los recortes de lo público en el púlpito de Losantos, igualmente liberal, idéntico trincón.
Mientras, se confirma la perspicacia diferida de Cospedal, cuando aventuró que el asunto Rato se resolvería “en el ámbito de la rapidez”, término anacoluto, como se espera de la autora de la frase, y que viene a reforzar el ya robusto pensamiento Floriano, que nos dijo que en el PP se había abierto una investigación a Rato que se ventilaría en el momento oportuno. Tan oportuno que se ha ido Rato temporalmente del PP y por tanto, ¡ay!, ya no es militante y no hay que investigarle. ¡Cómo lo han organizado de bien: tú te vas, así no te echamos; y cómo te vas, ya no te investigamos! En cualquier caso, silencio.
Mientras, Aznar, que lo último que dijo de Rato es que era “de largo, el mejor ministro de economía de la historia de España” —sin precisar si la referencia temporal alcanzaba hasta la desamortización de Mendizábal o se quedaba en la de Madoz—, se mantiene en silencio, sin decir tampoco una palabra de Blesa, ese que llegó a presidir Caja Madrid porque era íntimo, pero íntimo, de Aznar.
Ni Blesa ni Rato tenían la más remota idea de gestionar una Caja de Ahorros o un Banco, cosa que sí sabe hacer Goirigolzarri, pero fueron puestos allí por ser conmilitones de Aznar y de Rajoy.
Quedamos a la espera del siguiente personaje de la trama corrupta, olvidado hace tiempo Luis resiste y sé fuerte Bárcenas en el talego madrileño, relegado Matas a la trena y con Blesa y Rato saliendo de casa cada mañana con muda de recambio.