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Los Autos Locos van a la Moncloa

Portadas de los comics de Autos Locos de Hanna-Barbera.
3 de octubre de 2023 22:13 h

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¡Y aquí están de nuevo! El más osado grupo de carreras desde los días de la Transición, en sus ¡Autos Locos! En el capítulo de hoy: 'Una investidura dura lo que dura'. Ya se acercan a la línea de salida. ¡El rey de la competición agita el banderín! Viene vestido como de Zarzuela y reparte entre el respetable agua, azucarillos y aguardiente. Desde el graderío, Ramón Tamames le pide un Chinchón y le regala un autógrafo.

¡Ya han salido los coches! De repente se pone en primer lugar Pedro Bello conduciendo el Súper Tezanos Exprés. Está decidido a llegar el primero con su bólido, el más viejo de los que corren aquí, aunque tira millas como el que más. Lo montó un tipógrafo de barba blanca y visera. Los anteriores pilotos dicen que el coche es suyo, y que así no se conduce; pero Pedro sólo quiere llegar antes de que sea demasiado tarde.

Porque le pisa los pies la Temible Trituradora (de carreras, de documentos, de lo que haga falta), pilotada por el afligido Pierre Nodoyuna. Reclama una y otra vez su derecho a la victoria, a pesar de que todo le sale mal. En la aventura de la semana pasada, quiso llegar el primero sin gasolina, pero se descubrió la trola, y fue adelantado por el resto de los corredores, o casi. El caso es que se quedó muy solo.

–¡No hay deguecho! –exclama rabioso Nodoyuna, y manda al más fiel de sus secuaces a intervenir en la carrera desde dentro, desde fuera, como sea–. ¡Patán, haz algo!

No hay que confundir a Patán con Pulgoso, son chuchos diferentes. Muchas veces, la gente se cree que se trata de la misma criatura; pero Lindo Pulgoso es la mascota de la Dulce Abuelita, y tiene una risa sardónica, de la que el torpe Patán carece. Patán no ríe, solo gruñe, y cuando mete la pata le da besos al guante de su amo para que lo perdone. A Lindo Pulgoso lo que más risa le da son las calamidades de sus adversarios, y gracias a él la Abuelita parece un ser inocente. Pero cuando se participa en una investidura, nadie es inocente.

Corren los Autos Locos atravesando campañas, debates, trampas, rumores, sortilegios; pero, antes de llegar a la meta, el aspirante tendrá que dar un discurso. ¡Alto ahí! Un discurso, ¿para qué? Escuchemos la voz de los Súper Tacañones, en la persona de Leopoldo Calvo-Sotelo, que apuntó lo siguiente en su libro 'Memoria viva de la Transición' (Plaza & Janés/Cambio 16, 1990): “Los discursos de investidura se escuchan rara vez, no se leen jamás y casi nunca se cumplen; de la sesión se comentan durante unos días los enfrentamientos verbales o las malicias de pasillo: después sólo queda el silencio”. El resto siempre es silencio, lo saben William Shakespeare, Leopoldo Calvo-Sotelo y Óscar Puente, que ha conseguido que todo el mundo comente la réplica a un discurso que nadie escuchó. Somos un país ruidoso hecho de grandes silencios.

Y rasgando el silencio de un país en vilo, irrumpe en tercera posición el Ultramóvil Feroz de los hermanos Macana. Parece que están discutiendo entre ellos, pero no se entiende lo que dicen. ¿Algún pinganillo en la sala? Acerquemos el oído a su vehículo, aun a riesgo de llevarnos un garrotazo.

–¿Vox, vox, vox? ¡Vox, vox, vox!

–¡Hugh! ¡Agh! ¡Arriba España!

¡Oigan, Hermanos Macana! ¿Pueden explicarnos por qué discuten? Nuestros lectores quieren saberlo todo. Son así, de izquierdas, pero arreglaos. Bueno, también los hay de centroderecha, pero esos ya no tienen arreglo.

–Queridísimos españoles a fuer de rojos, nuestras cuitas surgen a causa de que se nos esfuma el sector más moderado. Llamamos moderado a no llevar calcetines con la efigie de Franco. Fíjense, ahí teníamos a Espinosa de los Monteros; pero, un día, la tristeza llegó hasta su corazón, y partió con su barba como de Reyes Magos. Y así nos quedamos diciendo ¿Hugh? ¡Vox! Nos sucede que, aunque siempre seamos los mismos, cada vez somos menos. En realidad, somos la parte contratante de la primera parte. Pero discúlpenos, ahora tenemos que alcanzar a nuestro querido Pierre Nodoyuna antes de que nuestra pista se pierda para siempre en la mayoría natural. ¡Viva el Valle! ¡El de los Caídos! ¡Y el Inclán!, que tampoco era manco.

Muy amables, Hermanos Macana. En cuarta posición, al volante de su elegante y vertiginoso coche Sumando Espero, construido para esta carrera en un tiempo récord, sigue Penélope de España, Penélope Glamour. Sabe que, solamente si llega Pedro el primero, podrá llegar ella. Se ha propuesto dejar atrás para siempre a Pierre Nodoyuna y a los Hermanos Macana, y aspira a ser algún día tan primera como Pedro. ¿Podemos o no podemos?, intrépida pilota.

–Sí, se puede. Pero es que yo he salido de más lejos. El resto de los corredores parte cada uno de su casa; sin embargo, ocurre que yo, y encima pagándomelo de mi bolsillo, vengo de Waterloo, como la canción de Abba. Lo digo así, porque, aunque parezca que hay mucho lío, en definitiva son habas contadas.

¿Querrá decir Abbas cantadas? Hay algo de canción de Abba en esta carrera de San Jerónimo. Es la que se titula 'El ganador se lo lleva todo' (sin pinganillo, 'The Winner Takes It All'). El mejor karaoke nunca visto de este exitazo aparece en la serie 'Better Call Saul', y lo cantan juntos el protagonista y su hermano. Viendo esa escena, se aprende que dos no ganan si uno no quiere. Pero no nos pongamos melancólicos, eso sólo sirve para comer palomitas de maíz a oscuras. Nos encontramos en la carrera del siglo, donde hay un mundo entero que ganar, aunque nadie lo haya visto nunca. ¿Dónde se encuentra ese mundo espectral? Está entre el fantasma de la libertad y el espíritu de la colmena.

En el cine, el protagonista de 'La colmena' (el novelón de Cela) lo interpretó José Sacristán. ¿Acaso es Puigdemont un Martín Marco que vive a cuerpo de rey (con perdón)? En quinta y sexta posición, se disputan la primogenitura la Serrería Republicana (conducida por el leñador y su castor) y el auto Exilio (un vehículo con forma de Malpertuis, el caserón de la literatura belga, y en cuya torre aletea el viejo dragón del pujolismo). Cuando el uno adelanta, el otro quiere correr más, y viceversa. Acaban de decir que su meta es el referéndum, pero Pedro confía en que que sólo les quede combustible hasta la amnistía. ¿Serán capaces de pasarse de largo y seguir solos en otra carrera imposible de los Autos Locos?

–¡Esto no es trabajo para castores! –se oye protestar en la Serrería Republicana. Resulta que, no hace mucho, el leñador mandó al castor a construir un dique en la ciudad donde nació, pero no encontró ni un árbol. Quien a buena sombra se cobija, ¿para qué quiere los árboles? Ahora van a toda velocidad para avanzar varios puestos. Saben que, en esta carrera, les conviene más llegar junto a Penélope de España que quedarse con sus antiguos compañeros. Pero le tienen miedo al viejo dragón de estos últimos. A lo que representa.

–Si no me Arkansas, llegaré primero a Arkansas –exclama Puigdemont al volante de su auto Exilio y les hace una higa al leñador y al castor, y acelera. “¿Has dicho referéndum?”, pregunta Pedro. Pero el temerario piloto de adopción belga niega con la cabeza y responde: “No, he venido a hablar de Dostovieski”. ¿Habrá cruzado los dedos a su espalda para que lo vean el leñador, el castor y sus irreductibles fieles?

Por primera vez en la historia de estas carreras, el Superconvertible del Pueblo Nuestro ha adelantado al Marmitako Special. Se reparten las posiciones séptima y octava, respectivamente, y ambos tienen un claxon que suena haciendo: pil pil. Proceden del mismo lugar. Pero como Zalacaín, el aventurero, y San Manuel Bueno, mártir, obedecen a gastronomías diferentes. Desde su Serrería Republicana, el castor saluda con las dos manos al piloto del Superconvertible del Pueblo Nuestro. Le llama para que se acerque a su vehículo, pero el otro grita: “¡Yepa, yepa, yepa! ¡Ándale, ándale, ándale! ¡Arriba, arriba, arriba!”, que queda muy multicultural, y le pasa por la izquierda a toda pastilla. ¿Es la Serrería Republicana un vehículo de izquierdas que siempre circula por la derecha?

Por su parte, los sucesivos pilotos del Marmitako Special han sido de derechas de toda la vida, pero ahora les toca ir hacia la orilla contraria (a sus principios). En otras circunstancias, podrían haber adosado su vehículo a la Temible Trituradora de Pierre Nodoyuna (al fin y al cabo, sólo se trata de empujarles un poco en la cuesta arriba, y ya el resto del tiempo les queda libre); pero en esta ocasión, al contemplar el panorama han suspirado: ¡Oh cielos, qué horror!, como la hiena Tristón, que iba con Leoncio, el León. Hay una dignidad en el Marmitako Special, de último de la reserva de la derecha civilizada, que sólo se ve en el oso Yogui. Pero tampoco este era un oso común.

¿Llegará Pedro el primero a la meta? Cuando lea su discurso, ¿le hará caso alguien? ¿Le dará la réplica Nodoyuna disfrazado de lagarto Juancho? ¿Qué nueva fechoría cometerá Patán? ¿Cuál es la meta? ¿Y la de Pedro? No se pierdan el próximo episodio de los Autos Locos.

–¡No hay deguecho! ¡Rayos! ¡Sacré bleu! ¡Haz algo, Patán!

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