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Casado se chiva en Bruselas

La UE cometió menos errores al gastar su presupuesto en 2017, según los auditores

José María Calleja

Ha tenido Pablo Casado la brillante idea de ir a chivarse a Bruselas de lo malos que son los presupuestos/plan de Gobierno españoles, pergeñados por el PSOE y Podemos y a la espera de otros apoyos.

Después de mostrar proclamas de naftalina imperial, que supuestamente le acreditan como español-español, Casado y su efervescencia han creído oportuno contar al PPE europeo, por extensión, a todos los europeos, no solo que España es un “desastre”, como le dijo en su día al presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Junker, también que estos presupuestos son el germen de la futura recesión. ¡Qué nivel de predicción!

Sabida es la capacidad de los economistas para predecir el futuro y no dar una, pero esa idea de que poner el salario mínimo en 900 euros -cifra que como todo el mundo sabe permite no llegar a fin de mes-, como fuente de todos los males que nos llevarán al desastre…

Da la sensación de que Casado traía hecha de casa la critica a los presupuestos, que antes incluso de leer los papeles sabía que tenía que decir que no era partidario.

Se ha puesto la actividad política, y muchas veces la periodística, en un nivel y ritmo trepidantes en el que el necesario espacio temporal entre el hecho y el relato del hecho, ha sido suprimido. De manera que más que en la información y la argumentación, estamos en el tropel, la consigna y la emisión continua de frases hechas, destinadas a aportar munición a los propios y a negar el espacio a los ajenos. Mensajes solapados que más que informar, provocan aturdimiento, miedo al futuro y ansiedad. No se leen los presupuestos, se arremete contra ellos al minuto de ser difundidos y así con casi todo.

El acelerón europeo de Casado corre riesgo de volverse en contra suya. Lo lógico sería que jugara con sus argumentos en terreno propio, cargándose de razón, si es que cree que la tiene, pero ir a hablar mal, muy mal, de tu país fuera de tu país suena, como mínimo, a deslealtad.

Convendría que alguien le contara a Casado las nefastas consecuencias políticas que tiene esforzarse por ser más integrista que tus competidores. Como demuestra el caso de Alemania, donde los cristianodemócratas de Baviera ganaban por goleada todas las elecciones desde que tenemos memoria y ahora han sufrido un bajonazo de tanto emular a sus opositores radicales de ultraderecha. Si te empeñas en parecerte a tu oponente, acabas dándole enormes espacios, que son justo los que pierdes tú. Es el principio de Arquímedes aplicado a la política: toda radicalidad mimética sumergida en un fluido electoral, experimenta un empuje hacía arriba del que se quiere emular, equivalente a los votos que desaloja el radicalizado.

De manera que puede ponerse Casado a pedalear sin tregua y que esa gestualidad insomne se traduzca en que Ciudadanos o, vete a saber, Vox, acaben llevándose sus votos.

Por otro lado, Casado debería saber también que en la Unión europea están más a favor de obra de los presupuestos españoles que de lo que venga, por ejemplo, de Italia.

Los presupuestos/plan españoles son razonablemente socialdemócratas y nada antieuropeos, bajan a Podemos de los cielos y se alinean en el círculo virtuoso de la colaboración entre PSOE y Podemos, preconizada por Errejón. Los planes de Italia son una mezcla de populismos de derechas y de izquierdas y radicalmente antieuropeos. Antes de ir a Bruselas a chivarse, Casado debería estar informado de estas cosas.

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