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Lo de Casado también es corrupción

Casado presenta su candidatura como de "integración real" y de la unidad

Antón Losada

El caso Gürtel acompañó a Mariano Rajoy casi toda su presidencia y al nuevo presidente del Partido Popular, Pablo Casado, le persigue un caso que ya lleva por derecho propio su nombre: el 'caso Casado'; es un avance, no se puede negar. Aquellos escépticos que aún puedan buscar la prueba del nueve de la renovación popular, ahí tienen una evidencia incontestable. En el nuevo PP la corrupción ya no se hereda, ahora vendría de serie y con nombre propio.

Al secretario general del nuevo PP, Teodoro García Egea le parece “un poco fuerte” que a Casado le vayan a “corregir los deberes de sexto de EGB”. A alguno, en cambio, puede que le parezca “un poco como muy súper raro” que, el mismo líder popular que se dio tanta prisa en enseñar sus trabajos a la prensa, aunque fuera en modo “se mira pero no se toca ni se lee”, para dejar claro que no era un desahogado como Cristina Cifuentes, ahora tenga tantos reparos y problemas para ponerlos a disposición del respetable y poder comprobar así su veracidad y autenticidad, no su altura científica que, por supuesto, damos por descontada. Seguro que en el mundo del derecho autonómico y local hay un antes y un después de los trabajos de Pablo Casado.

Porque de eso va el caso Casado, de demostrar la existencia de corrupción, no de evaluar la calidad académica. La juez no quiere los trabajos de Casado para verificar su altura científica sino para establecer si cabe responsabilidad penal en el hecho cierto de haberse beneficiado de una supuesta trama corrupta, donde se intercambiaban títulos académicos a cambio de favores y dineros públicos, como la Gürtel trapicheaba concesiones y contratos públicos a cambio de alimentar la caja B del PP.

En el argumentario del nuevo PP, igual que la trama Gürtel no era una trama del PP sino contra el PP, ahora el caso Casado no es un caso de corrupción y favoritismo sino una conspiración mundial contra el nuevo líder. El nuevo secretario general popular está a dos telediarios de inventarse el concepto “master en diferido” para explicarnos cómo se puede tener un título que no vale nada en el currículo durante una década. Puede que María Dolores de Cospedal ya no esté, pero su legado pervive eterno.

Ya no se debate si a Casado y otros dirigentes y cargos populares se les dio un trato de favor, impresentable en términos éticos e injustificable en términos académicos, porque ya sabemos que así fue. Se trata de discernir el posible alcance penal de semejantes conductas y beneficios. Ya se ha constatado que había corrupción. Ahora la Justicia quiere determinar si, además, concurrieron delitos. Por eso es grave y por eso seguimos hablando de ello.

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