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Claro que se ha ido ¿y qué esperaban?

Juan Carlos I en una imagen de archivo.

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¡Se ha ido el rey emérito! Claro que se ha ido el rey emérito... ¿Y qué esperaban? Lleva tantos años tan protegido, mimado, consentido y salvado que se había ido hace mucho, muchísimo tiempo, de hecho. Hace décadas que no vive entre nosotras, entre nosotros. Se ha ido. Pues claro, coño, hubiera dicho él, ¿a qué se quedaba? ¿Pudiendo vivir con Julio Iglesias y Carlos Slim en un resort de República Dominicana, como un rey, nunca mejor dicho, por qué no se iba a ir? Aquí ya no vivía como un rey, aquí el elefante muerto por su estúpida virilidad le pasó factura, su yerno que vive en una prisión individual le pasó factura y la fuerza de la resistencia que no se rinde a pesar de lo difícil que es aquí resistir, también, le pasó factura.

Pero es que el ciudadano Juan Carlos no sabe vivir de otra manera. ¿Que se ha ido? Claro que se ha ido, ¿y qué esperaban? Lo hemos visto durante años vivir con lujos descontrolados y sin explicación mientras 1 de cada 5 personas no tiene trabajo y un tanto por ciento elevadísimo padece pobreza energética, necesita becas comedor, ayudas del gobierno y no tiene acceso a recursos asistenciales. Hemos permitido que se ría de nosotras y nosotros durante décadas, que se erija como un prócer de la patria por haber detenido, sin que nadie sepa exactamente cómo, un golpe de Estado. Peor: por haberse puesto al lado de la democracia. ¡Faltaría más! Faltaría más que el hijo emocional de Franco no hubiera cometido la decencia de alejarse del fascismo no porque su plan haya sido pensado a largo plazo como nos han hecho creer durante años, no porque quisiera renovar España, no porque su infiltración fuera en realidad una estrategia para fortalecer esta endeble democracia en la que vivimos, sino porque fue su única manera de salvarse. ¿Ahora qué toca? ¿Democracia? Pues democracia. Igual que antes había tocado escuela privada para él y los hijos más cercanos a los suyos, cenas y celebraciones en el Pardo con la familia de un dictador y una supuesta campechanería que le hizo pasar por encima de su padre y de su hermano para salvar España. ¿Salvarla de qué? Si son los mismos...

El rey emérito no ha renovado, el rey emérito ha perpetuado durante años y años un sistema obsoleto, heteropatriarcal, racista, homófobo, xenófobo, clasista y abusivo que casi no recordamos cuál fue la última (¿o única?) vez que quisimos cuestionarlo con rigor. Ya no sabemos si algún momento era el adecuado para ponerlo entre las cuerdas con mucha más tenacidad... o ni siquiera... con tantita tenacidad. Pero no hemos hecho ni esto. En este país indigno con la percepción de la justicia histórica más triste y cobarde de todos los países de habla hispana del mundo; este país con más fosas que cualquier otra nación excepto Camboya; en este país que no ha pedido perdón ni ha señalado a quienes se fueron, como ahora hace su rey emérito, de rositas y con los bolsillos llenos; en este país donde nadie paga por nada porque la Santa Transición cada vez nos recuerda más a la Santa Inquisición, ¿a santo de qué el rey emérito se iba a dejar investigar?

Aquí se larga todo el mundo, se lleva dinero todo el mundo y si te he visto no me acuerdo. Aquí justicia, lo que se dice justicia basada en valores democráticos y profundos, enraizados y valientes, generosos y empáticos, no hay. Y ahora alguien dirá: persiguieron a Roldán, encerraron a algunos ministros por la trama GAL... dos ejemplos miserables entre tanta corrupción, corte real y podredumbre.

La excusa de que “ha dado dinero, ha dado dinero”, las cosas como sean, ha sido el aval del negocio más repugnante de España: la venta de armas a escalas y modalidades inimaginables; pero dudo que nada equivalga a lo que nos han estafado. Económica, moral y socialmente. ¿Que se ha ido? Pero si no ha estado nunca. Es una de las muchas ilusiones que hemos heredado sin rechistar. Qué asco.

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