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DEFCON 2 constitucional

Enrique Arnaldo jura su cargo como magistrado del Tribunal Constitucional ante el rey en noviembre de 2021.
18 de diciembre de 2022 22:39 h

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España se parece peligrosamente al escenario de una de esas películas taquilleras de Hollywood donde el mundo se halla al borde del abismo por culpa de algún lunático, algún salvapatrias o algún cretino. Gracias a esas cintas, todos conocemos la nomenclatura -DEFCON- que gradúa la proximidad a la catástrofe.

Llevábamos ya toda la legislatura en situación de DEFCON 3 constitucional e institucional a consecuencia del bloqueo de la renovación del CGPJ por parte de la derecha y el amotinamiento en el mismo de los mal llamados magistrados conservadores -si lo fueran realmente, harían lo posible por conservar la institución, respetando sus normas por encima de cualquier consideración, no todo cuanto está en su mano para destruirla a base de quebrarlas únicamente para no perder la posición-.

No era agradable vivir en semejante entorno de confrontación institucional, pero ya nos habíamos acostumbrado, como durante la Guerra Fría. Nuestra aspiración era que no fuera a peor y estábamos bastante confiados en haberlo conseguido.

El recurso de cautelarísimas interpuesto por el PP ante el TC para que actuase como la unidad precrime de la película Minority Report y paralizase al poder legislativo, impidiendo a la mayoría legítima sacar adelante la reforma del Código Penal, más las maniobras del magistrado en jefe del PP en el Constitucional, Enrique Arnaldo, nos han hecho pasar a DEFCON 2 constitucional.

No se trata ya de recuperar de facto el recurso previo de inconstitucionalidad eliminado por su mal abuso en 1984 y lamentablemente recuperado en 2015 ante el avance del procés. Hemos pasado incluso esa pantalla fatal para la calidad democrática. Ya no estamos en un escenario de equilibrio del terror institucional. Hemos entrado en un escenario de conflagración.

Si ahora el Pleno del Tribunal Constitucional aprueba la petición de los populares e interviene cautelarmente al poder legislativo, antes incluso de que decida, habremos entrado en DEFCON 1 y puede que ya no haya vuelta atrás para muchos. De entrada, el primero en caer va a ser el propio Tribunal Constitucional. El CGPJ ya hace tiempo que se ha derrumbado como institución y solo sirve como trinchera para los vocales amotinados. No cuenta como víctima porque ya está muerto.

Pero el Constitucional difícilmente va a sobrevivir a una votación donde, si dan la razón al PP porque se imponga la mayoría ultramontana, el Pleno se romperá de manera irreparable y a los magistrados no ultramontanos no les quedará más opción que marcharse. Si no se la dan, la ultraderecha política y mediática estará más que encantada de arrastrar por el fango a otra institución de una democracia a la cual considera el principal problema.

A partir de ahí, la lista de candidatos a posibles víctimas potenciales de este DEFCON 1 constitucional resulta casi inimaginable. Ninguna institución estará ya a salvo. Sólo queda una salida, igual que en esas películas preapocalípticas: que los jugadores que aún conservan el sentido común recuerden lo que se están jugando, manden parar y descuelguen el teléfono para que no ganen los malos y el caos se vuelva total.

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