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El desarrollo sostenible según mi abuela

José Luis Gallego

Los que nos dedicamos a intentar llamar la atención sobre el medio ambiente y la necesidad de protegerlo caemos demasiado a menudo en un grave error: el de decir las cosas como si todo el mundo supiera de lo que estamos hablando. Y no es así. Hace unos años asistí a uno de los mejores ejemplos al respecto.

Fue a finales de los años noventa, durante un encuentro de concejales y técnicos municipales en el que participamos un variado grupo de ponentes para intentar animarlos a que pusieran en marcha medidas para proteger el medio ambiente desde el ámbito local. Uno de los conceptos que primero surgieron fue el de la famosa “Agenda 21”.

Agenda 21 es un término teórico surgido en la Cumbre de la Tierra, celebrada en Rio de Janeiro en 1992. Alude a los compromisos para la mejora del medio ambiente que debería asumir cada pueblo, cada ciudad y región del mundo, para reducir su impacto en el entorno.

Los ponentes utilizábamos esa expresión dando por hecho que todo el mundo la conocía “debemos implicar a los ciudadanos en la agenda 21”, “hay que hacer llegar la agenda 21 a la gente”, que si la agenda 21 por aquí, que si la agenda 21 por allá…. Hasta que alguien entre el público levantó la mano y, dirigiéndose al estrado, exclamó en tono de queja: “oiga, es que a mi pueblo todavía no han llegado esas agendas”. Zasca. Aterrizaje forzoso. No se había enterado de nada y los culpables éramos nosotros.

Las cosas más importantes se han de explicar de la manera más sencilla, de lo contrario corremos el riesgo de acabar predicándolas en el desierto. Agenda 21, huella ecológica, movilidad sostenible, smart city, eficiencia energética, efecto invernadero, pila de combustible, recogida selectiva…

Hay tanto mensaje encriptado en esos conceptos, tanta información interesante que no llega. Por eso es necesario que prestemos un poco más de atención a la manera en que decimos las cosas y no caigamos en la tentación de creer que todo el mundo sabe de lo que estamos hablando, porque no es así. Pongamos otro ejemplo.

Desde hoy y hasta el próximo martes 27 tiene lugar en la sede de la ONU en Nueva York una nueva reunión importante sobre medio ambiente. Se trata de la Cumbre de Desarrollo Sostenible, un encuentro en el que 150 dirigentes mundiales darán repaso a los avances conseguidos hasta ahora para alcanzar los 17 objetivos de desarrollo sostenible aprobados por la Asamblea General y establecerán una nueva agenda para 2030 (http://www.un.org/sustainabledevelopment/es/objetivos-de-desarrollo-sostenible/).

Desarrollo sostenible: este es uno de los conceptos clave para hacer frente al dilema del cambio climático. La pregunta es ¿nos hemos ocupado de que todo el mundo sepa lo que significa este término antes de convertirlo en un mantra?

Según los teóricos ese término apareció por primera vez hace casi 30 años en un informe de la ONU coordinado por la ex primera ministra de Noruega Gro Harlem Brundtland y denominado “Informe Brundtland: nuestro futuro en común”. Sus principales conclusiones, que posteriormente serían una de las bases de la Declaración de Rio de 1992, alertaban sobre los límites medioambientales del crecimiento económico y lo definían como aquel que debe permitirnos atender las necesidades del presente sin poner en riesgo las de las generaciones futuras. Vale. Muy bien. Ahora solo queda explicarlo de manera que lo entienda todo el mundo.

En el pueblo de mi abuela ya habían definido el concepto desarrollo sostenible mucho antes del Informe Brundtland: si quieres comer huevos todo el año, no eches la gallina a la cazuela. El día que nos expliquemos con esa claridad, el día que nos expliquemos mejor seremos más ayudando al medio ambiente y combatiendo el cambio climático.

Por eso, además de montar cumbres, formular conceptos y publicar informes sobre el mayor dilema al que se enfrenta la humanidad, debemos esforzarnos en llegar claramente a todos para que ese conocimiento despierte el interés de todos y por fin aceptemos que esto va en serio y que estamos fuera de tiempo.

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